lunes, 23 de julio de 2012

Plataformas a la superación turística

La Estrella de Panamá
Miércoles, 1 de agosto de 2012
Plataformas a la superación turística
Jaime Figueroa Navarro
Harto interesante resultaron los análisis de operaciones y tácticas del ejército romano durante nuestros estudios avanzados de ciencias militares en la Academia Militar de Valley Forge al inicio de la década de los setenta.  No solamente por la logística castrense sino particularmente por sus aplicaciones a escenarios empíricos en el mundo comercial.
Dentro de la estructura marcial existían trazas que permitieron el éxito, durante siglos, del esquema imperial romano.  Uno de los elementos claves era la inteligencia.  Los buenos comandantes romanos no dudaban en utilizarla, particularmente en escenarios de acoso o al aproximarse un combate campal, sistemáticamente recabando información de espías, colaboradores, embajadores y aliados.
Asimismo, podemos esgrimir los conocimientos y supremacía organizacional y práctica de México para el desarrollo de nuestro incipiente turismo.  No es secreto que su Secretaría de Turismo se conduce eficientemente como una de las mejores cofradías a nivel mundial y sin lugar a dudas, líder latinoamericana en el ramo. 
La semana pasada en la sede de la revista Conde Nast Traveler en Nueva York, se efectuó la presentación del Programa Mundo Maya, que fortalece el turismo en la región sureste mexicana donde llegarán más de 52 millones de visitantes en 2012, plasmando sustanciales ingresos adicionales de 15 mil millones de dólares al tesoro nacional. 
Teniendo en cuenta que la mayoría de los turistas que visitan el istmo también provienen de Estados Unidos, para fortalecer nuestra estrategia de promoción, Panamá debiese fundar una oficina permanente en ese país que complemente los esfuerzos en el fomento de un turismo balanceado tomando muy en cuenta y profesando del ejemplo azteca, nuestra inmensa valía cultural e histórica, hasta ahora replegada a un oxidado sitial en nuestro esquema de desarrollo turístico cuyo desacertado enfoque es hacia el turismo de compras, sol y playa, con miras al desenvolvimiento futuro a mediano y largo plazo del turismo de convenciones.
Tan solo un ejemplo de turismo cultural histórico basta para fortalecer nuestro argumento.  Aprovechando la conmemoración de los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur, el año próximo bien podríamos mercantilizar el sendero de Balboa, en la última estribación darienita de la Serranía del Majé como un sendero turístico permanente que resultaría en un inmenso atractivo mundial y asistiría al progreso de esta olvidada provincia. 
En lugar de un estéril brindis en el Salón Amarillo del Palacio de la Garzas, transportar a los ilustres visitantes potencialmente el Papa Benedicto XVI, los reyes de España y líderes mundiales al remozado sitio, serviría, a un irrisorio costo, como una colosal coyuntura de mercadeo fomentando la creación de un nuevo polo regional de turismo istmeño.    

domingo, 15 de julio de 2012

Libertad, Igualdad y Vino Tinto


La Estrella de Panamá
Miércoles, 18 de julio de 2012
Libertad, Igualdad y Vino Tinto
Jaime Figueroa Navarro

Al atardecer del sábado, en vísperas del Día de la Bastilla, nos convidó S.E. Hugues Goisbault, embajador de Francia a un simpático brindis en Terrazas de la Marina de Amador donde degusté un original vino tinto que anidó en mi mente delirios juveniles, transportándome a recónditos, tiernos y turbulentos parajes.

Si libertad, igualdad y fraternidad son los pilares de la República Francesa, su contraparte en la costa mediterránea bien podría ser definida por su decanato, arte y gastronomía.

Saludos desde la Côte d’Obscure. Mas fructíferos en contornos del Viejo Continente e historia y arte bohemia que en ostentación contemporánea y fama, poblados como Bandol matizan una Riviera escondida a la vista, en mudo acecho a la sombra de sus afamados vecinos de la Côte d’Azur como Nice, Cannes, Saint Tropez y Monte Carlo.

Los domingos de verano seducen idólatras de todo tipo. Devotos de baratillos pululan su mercado de pulgas.  Entre los edificios de cálidas tonalidades ocres, amarillentas y verde pálidas mediterráneas, como si sus maestros de obra hubiesen exprimido fresas, limones y limas directamente a la mezcla del cemento,  los compradores escudriñan entre piezas de colección, antigüedades y todo tipo de extraños objetos vaciados de olvidados cajones.

En un parque cercano, grupos de jóvenes y veteranos practican el pétanque, juego centenario originario del área, cuyo objetivo es lanzar bolas metálicas lo más cerca posible a una bola señuelo más pequeña.

Bandol parece haber añejado mejor que Paul McCartney.  Es definitivamente más silencioso en su ausencia.  Mientras el anochecer arropa los cafés del muelle y melodías de acordeones impregnan el aire marino, voraces peregrinos invaden Chez Toche.  Poco disímil a como le despedí hace cuatro décadas cuando, escupidas por un sinfín de vitrolas,  acogía las cadencias de La Belle Histoire de Michel Fougain,  parejas ataviadas en lino blanco fuman Gauloises mientras degustan copas de vino rosado Bandol al paladear sus abrebocas, observando el mecer de los yates y botes de pesca que alinean el puerto.

En el balcón del hotel frente a la bahía, nos sentamos a respirar el aire de mar.  Más allá, un bajareque desfila mientras la obscuridad nos encubre y los pajaritos enmudecen.  Nos sentamos y brindamos por el pasado compartido, el presente y el porvenir.

Repentinamente, desperté de mi letargo al escuchar las notas de La Marsellesa, repatriado al istmo, sus pelícanos y al verdor de Amador.  Comenzaron los fuegos artificiales y se evaporaron los efectos del vino.  ¡Vive la France!  

domingo, 8 de julio de 2012

Enseñanzas que transforman la vida


La Estrella de Panama
Miercoles, 11 de julio de 2012
Enseñanzas que transforman la vida
Jaime Figueroa Navarro

Las sapiencias caladas por mis profesores durante los años de escuela secundaria en la ciudad industrial de Worcester, Massachusetts, fueron instrumentales en mi peregrinaje por la vida.

Como solía a lo largo de la infancia, el verano de 1965 no acudí a la quinta familiar en Chepo.  En su lugar, a los doce años emigré a Assumption Preparatory School, hercúlea institución con paredes de ladrillos encubiertos por hiedras, sobre una extensa colina en 670 West Boylston Street, frente a Norton, mayor fabricante mundial de abrasivos constituido en 1885, donde me recibieron monjes de la orden de los Agustinianos de la Asunción, fundada en Nîmes, Francia por el reverendo padre Emmanuel D’Alzon en 1845.

Recién llegado, sin sapiencias del país en que me encontraba ni su lengua, estaba desesperado por comprender qué rayos era, quien era y hacia dónde me llevaba este súbito cambio de destino, descubriendo dicho y hecho la respuesta en las clases de inglés del padre Edward, quien me apadrinó con cariño y azote, entregándome un listado de 25 palabras diarias que con especial paciencia juntos revisábamos cumulativamente, hasta lograr cultivar la lengua de Shakespeare con suficiente brío como para leer e interpretar Canterbury Tales, escrito por Chaucer en el siglo XIV.

Cortejando el virtuoso espejo de mi padre, sentía vocación por la medicina.  Robert Flagg, capitán retirado de Infantería de Marina de Estados Unidos y profesor de Historia, nos describía con excepcional mímica sus vivencias durante el encarnizado episodio en Omaha Beach durante la invasión Aliada de Normandía el 6 de junio de 1944,  puntualmente advirtiéndonos que tuviésemos cautela antes de decidir nuestras carreras, exhortándonos que fuésemos estudiantes consagrados de todo aquello que apasionara nuestras mentes, una vez definidos.  Fue entonces cuando opté por mi trayectoria en comercio internacional y mi inclinación por la pluma y por Panamá.

Parte integral de nuestra preparación residió en la práctica de buenas costumbres, urbanidad y plurales detalles como la largura correcta de las corbatas, el adecuado repertorio de cubiertos de mesa e intensa espiritualidad en un entorno materialista, en aquel entonces desbocado por una absurda guerra a medio globo de distancia en Vietnam.

Cuatro décadas después, percibo mi incesante preparación en esta decana institución (parcialmente monasterio y sobradamente militar) como la influencia más benigna en mi existencia, y una de mis más gratas memorias.

“La vida es dura”, puntualizaba el Padre Yvon durante nuestras clases de latín, lecciones permeadas de filosofía, interpelando que para encontrar la felicidad debemos abrigar flexibilidad, resolución y autosuficiencia, proceso perfeccionado a través de los siglos para refinar nuestro proceder, y como señalan los budistas, vivir felizmente en un mundo de penas.

Fuera del campus, las vivencias con mis compañeros durante convites a sus hogares los fines de semana y días de asueto en recónditos poblados y soberbias urbes de Nueva Inglaterra, las perpetuas travesías a Boston, decana universitaria nacional, me ejercitaron a escuchar, preguntar, experimentar y analizar, elementos claves en mi preparación.
 
Todas estas enseñanzas traspasan fronteras y épocas en el desarrollo de mujeres y hombres integrales y hoy, allende de computadoras e internet, se convierten en pilares macizos para nuestro  perfeccionamiento.  Si los panameños deseamos el éxito en un entorno globalizado debemos complementariamente abrigar el  refinamiento en idiomas y una intensa vocación por servicio de calidad.  

domingo, 1 de julio de 2012

Desenredando el Casco

La Estrella de Panamá
Miércoles, 4 de julio de 2012
Desenredando el Casco
Jaime Figueroa Navarro
Hemos concentrado nuestros desvelos en recientes conferencias hacia proyectos de turismo cultural histórico. Entre otros, aprovechando la conmemoración de los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur en 2013, nuestra sugerencia por el estreno del sendero de Balboa en la ultima estribación de la Serranía del Majé en Darién, como vereda turística permanente, fructificando la visita del Papa, el Rey de España y otros ilustres visitantes para, que en vez de brindar en el Salón Amarillo del Palacio de las Garzas, se desplacen al sitio para su muy lucido lanzamiento como el eje cardinal del desarrollo del comercio universal.
Otras concepciones que entrevimos engloban la restauración del Camino Real, entre Panamá Viejo y Portobelo como una  arteria turística, viable competencia dotada de verdor resplandeciente, al camino medioeval de Santiago de Compostela en España que asombrosamente goza de un mayor número de peregrinos que nuestro canal. 
Como tercer plan, la restauración parcial de las ruinas de Panamá Viejo, engendrando atractivos como un majestuoso hotel y restaurante de lujo de arquitectura colonial, único en la prima ciudad del Pacifico de las Américas, que sirva de imán permanente al sitio.
Otra aspiración percibe la incorporación de un galeón turístico en la calzada de Amador, sublime remembranza que desde nuestra bahía zarpó la mayor conquista geográfica de la historia, abrigando la costa oeste de las Américas, el Pacifico y Asia,  cincelando icónicamente el pórtico del canal paralelo al Biomuseo.
Estos patrones históricos se pueden propagar implementando leyes de incentivos turísticos, perfeccionando la Ley 8 de 1994 con un presupuesto menor para el estado, por ejemplo, que la puesta en marcha del carnaval capitalino de 2012, engrosando significativamente el número de turistas, las inversiones y la valía de nuestro destino.
Todo esto nos conduce al Casco Antiguo, lamentablemente atascado por la ausencia de una Autoridad estatal que se haga responsable de todas las actividades, en vez de dirigir al interesado hacia un sinfín de entidades, que señalándose entre ellas atrasan la finalización del proyecto frustrando las aspiraciones de inversionistas que concluyen escarbando otros destinos.  Permea el endémico juega vivo de especuladores sin ningún interés en el área otro que la venta de sus ruines propiedades con una máxima ganancia, degradando un Casco a medio palo.  ¡Que se confisquen aquellas que no inician su reconstrucción! 
El engavetado proyecto del tranvía, que escudriñé en el despacho del Ministro Blades hace algunos años, aliviaría los problemas del tráfico vehicular, incentivando el auge peatonal tal como otros centros históricos.  Finalmente, el exilio de todas las entidades estatales, que ningún papel juegan en un patrimonio histórico, se hace de rigor para el empuje último de este singular polo turístico.  
¡Desenredando el Casco emprenderemos el perfeccionamiento patrimonial!