martes, 30 de octubre de 2012

Porque nos importa el turismo


Competividad Ejecutiva - Revista Mensual de APEDE
Noviembre 2012
Porque nos importa el turismo
Jaime Figueroa Navarro
Formulando una plegaria, o mejor aun, tal cual angustiosa pecadora frente al confesionario, coincidió en transito por Tocumen Nadine Lapierre, joven turista canadiense oriunda de Regina, provincia de Saskatchewan, clamando por justicia a la funcionaria detrás del mostrador de la Autoridad de Turismo.
Impresionada por el soberbio verdor que escudriñó a través de la ventanilla de la aeronave y la imponente metrópolis que floreció súbitamente de la nada antes del aterrizaje, su curiosidad por intimarnos la incitó a contratar el servicio de taxi de turismo, a razón de $20 por hora, por un periodo de 4 horas.  
Todo despuntó bien, a pesar del muy abreviado inglés del anfitrión y la funcionaria.  Al remontar el Centro de Visitantes de Miraflores, el chofer se esfumó, apareciendo sin justificación poco después de una hora, a pesar de haber acordado de antemano el reencuentro a unos 20 minutos.  Resultado del nerviosismo de encontrarse sola en un país extraño, sin conocer un alma, la joven solicitó su reintegro al aeródromo de inmediato.  La discusión era ahora sobre el pago de 4 horas por un servicio de 2.  A su costado, se percibía un transportista materializando acaloradas pantomimas.   
Este es un patrón de nuestro turismo.  Se podrán imaginar como termina el relato de Nadine, similar a muchas otras calladas siluetas que a diario nos visitan.  ¡Ensordecidos aquí, desatan su ira como nuestros peores embajadores al retornar a sus hogares!
Un equipo de respetables regentes de la industria adelantamos un genuino Plan de Desarrollo Nacional a través del turismo.  Me refiero a los que le convertimos en una pasión, cuyo norte es el impulso de un turismo floreciente, competente y óptimo, no aquellos capos que se han fosilizado en cámaras y consejos que en exclusiva representan poderosos intereses mezquinos, postrándose pusilánimemente ante los altos funcionarios de los gobiernos de turno, actores de igual forma responsables del rotundo fracaso de una política desprovista de integridad, plenamente carente de visión y competitividad.
Todos nos encontramos a la merced de estas turbas que no refrendan el florecimiento de un legítimo turismo que faculte el impulso de polos regionales de atracción turística, de frontera a frontera y de océano a océano, en capital y provincias. 
De ello trata justamente el proyecto de ley 481, en discusión en la Asamblea Nacional, que crea incentivos al turismo, facultando al Consejo Nacional de Turismo a la libre dispersión de los mismos.  Aventurado seria el otorgamiento de privilegios y fueros por una junta cuyos jugadores claves no sean gestores ejemplares de nuestra sociedad. 
Habrá que redefinir la misión de la Cámara, innovando hacia un ente en rigor representativo de los genuinos afectos del turismo nacional, aboliendo reelección inmediata, oxigenando el gremio, en vez de perpetuar un enmohecido caciquismo, cuyos delegados sean fieles benefactores al turismo y no lo contrario.  Lo mismo habrá que forjar en ATP, reformándola hacia una institución idónea, a guisa de ACP.  Sin faltar una sola coma, porque nos importa el turismo.