miércoles, 26 de febrero de 2014

Retoñar del Casco Antiguo

Diario Panamá América
1 de marzo de 2014
                                                                                                

Retoñar del Casco Antiguo
Jaime Figueroa Navarro

Florecen los guayacanes tiñendo el lienzo del verdor istmeño de amarillentas pecas mientras en la soñolienta bahía de Panamá los islotes forjados durante las mareas bajas del pacífico están repletos de gaviotas Leucophaeus atricilla, invernales visitantes de Nueva Inglaterra, que expurgan sus cascarones y asaltan los playeros feudos de talingos como los piratas de antaño hacían con las ciudades coloniales.

El esplendor de ciudad de Panamá es más evidente durante el verano, maquillado por una elevada presencia de turistas y opciones de turismo más allá de los buses rojos de dos pisos que distinguen los destinos de alcurnia, incluyendo el Aquabus, el primer autobús anfibio de turismo que hace rabiar a los conductores en medio de tranques en la cinta costera durante las horas pico.

Con buenos ojos vemos los cambios que acaecen en el Casco Antiguo.  La evaporación de las telarañas del cableado cincela aun más el diseño de sus bellos balcones floreados de fastuosas veraneras, mientras sus calles recién adoquinadas nos hacen olvidar los frecuentes surcos del otro lado de una ciudad, a todas luces bajo construcción, resultado de la obra del metro más moderno del mundo, el BioMuseo de Frank Gehry, la extensión de su cinta costera y las múltiples y constantes edificaciones y remodelaciones, sin mencionar la expansión del canal de Panamá.

Si bien es cierto, la recién aprobada ley 433, que actualiza el régimen fiscal aplicable para la rehabilitación y puesta en valor del Conjunto Monumental Histórico del Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, incluye la polémica figura de expropiación es importante acabar de una vez por todas con la especulación por parte de algunos propietarios sin ningún deseo de renovar sus propiedades, a fin que se realice un desarrollo integral de este inmenso atractivo que dio luz al recién altruista comentario en la prensa italiana de ser la única orbe mundial con “una combinación de Manhattan y Venecia, lado a lado”.

Si capitaneara las riendas del turismo istmeño, iría aun más allá, recomendando el engendro de una nueva ley declarando el área de interés turístico, retomando el proyecto del tranvía, eliminando el transito vehicular, expropiando todas las propiedades estatales y expandiendo los limites del casco, para incluir Santa Ana, Salsipuedes y el Barrio Chino hasta el Mercado del Marisco dentro del área de exclusión turística.

Nada tienen que hacer funcionarios en el Casco.  Estorban con sus vehículos y quehaceres la ventura turístico de la zona.  El nuevo Plan Maestro del área debe excluir todas las entidades publicas de un sector exclusivamente turístico para el pleno logro de su propósito.  ¿Se imaginan ustedes un hotel en la sede del Instituto Nacional de Cultura en la Plaza de Francia?  No tenemos que irnos muy lejos, en la cinta Quantum of Solace filmada en Panamá en 2008, fue precisamente el asiento del Hotel Andino en La Paz, Bolivia, donde se hospeda el legendario James Bond, antes de asistir a una fiesta en la sede del antiguo Club Unión, a cortas cuadras de distancia.


El indudable valor del Café Coca Cola en la plaza de Santa Ana, debidamente reconstruido con un museo y tienda de souvenirs como la primera sede internacional del gigante de las bebidas de Atlanta, Georgia fuera de Estados Unidos, seria un hito invaluable para esa empresa en el centro histórico de la ciudad.  Asimismo, podemos explotar muchos otros nichos convirtiendo la zona en un verdadero atractivo turístico que opaque marcadamente su competencia en Cartagena de Indias, San Juan de Puerto Rico, La Habana, Cuba y Nueva Orleans, Louisiana creando de esta forma un potente imán al turismo de convenciones que sacie las habitaciones de todos los hoteles actuales y futuros de nuestra capital.  Todo lo que se necesita es un poco de imaginación, profundo amor por la patria y deseos de trabajar.  Solamente entonces lograremos un Casco Antiguo del cual todos estaremos orgullosos, creando un sinnúmero de bien pagadas fuentes de empleo permanentes, un interesantísimo retorno a la inversión y tan placenteros recuerdos de los que nos visitan, con el deseo de un pronto retorno, convirtiéndose por mercadeo de boca a boca, en nuestros mejores embajadores mas allá de nuestras fronteras. ¡Hagámoslo bien de una vez por todas!                        

miércoles, 19 de febrero de 2014

Escuchando se Aprende

Diario Panamá América
22 de febrero de 2014

Escuchando se Aprende
Jaime Figueroa Navarro

¿Cuántas veces hemos formulado la encuesta de opinión al turista?  Si bien es cierto contamos con herramientas científicas como TripAdvisor para determinar la calidad de un determinado hotel o restaurante y la popularidad de un sitio histórico, nos hace mucha falta analizar la percepción del visitante para mejorar efectivamente nuestro destino turístico.

Caso en mano es el techo de la terraza del centro de visitantes de Miraflores, algo que es tan obviamente imperioso en un país soleado y con frecuentes chubascos.  Hará ya casi una década que presenté esta inquietud a la luz pública en uno de mis escritos, siendo de reciente implementación.  ¿Qué nos pasa que no contamos con una visión creativa y comprensiva para la implementación de un turismo de altura?

El miércoles pasado reservamos una mesa para 10 ilustres visitantes de Kentucky en la terraza del restaurante en el tercer piso del centro de visitantes de Miraflores para cenar a las 7:00 P.M., entre ellas una señora minusválida, común ocurrencia en hatajos de visitantes mayores.  Súbitamente, sonó la alarma de incendio, supongo resultado del prohibido humo de un nicotinizado fumador, procediendo todos, a falta de una rampa, a descender por las escaleras. 

Posterior al expedito arribo de los bomberos a bordo de un flamante camión de primer mundo propiedad de la Autoridad del Canal (se pregunta uno que ocurriría, en función de tiempo de respuesta y calidad de equipos, de darse el mismo incidente en uno de los rascacielos capitalinos), nos indicaron que los elevadores no estarían en funcionamiento hasta el próximo día.  Por ende, tuvimos que retirarnos del sitio, cancelando la cena y la oportunidad de oro de presentar un canal de Panamá más novelesco.

Imagínense, si esta falta de planificación para el minusválido no se presta en el sitio de mayor numero de visitantes del país ¿cómo será más allá?

Solicitando, como debe ser, la apreciación de los visitantes, después de saltar de un sitio al otro de nuestra geografía por varios días, escucha uno verdades requeté martilladas que mancillan el orgullo nacional: “Preciosos sus peces, maravillosas sus aves y bosques, majestuoso su canal, da asco la basura y da vergüenza caminar”.

No afinamos burgomaestres de tanques de gas ni que nos obsequien jamones durante las fiestas de fin de año o al aproximarse las elecciones.  Precisamos, demandamos, autoridades que tengan un sentido común y que escuchen para aprender, en lugar de presentarnos vistosos planes de trabajo que se engavetan al resultar electos, porque para elevar el destino no hace falta exclusiva de una marca país, más vigorosos serian visionarios que se dediquen a rehacer cosas tan sencillas como las aceras, que se tornen tan amistosas y transitables como la Cinta Costera, para el beneficio no solamente del turista sino también del sufrido contribuyente.

No apremia Panamá hormiguitas que recojan deshechos, precisamos multar severamente al cochino, así como lo hacían los gringos en la Zona del Canal.  La basura en una metrópolis del siglo XXI, pronta a estrenar el metro más moderno del mundo, en aras de convertirse en el centro logístico mundial de preferencia, es inaceptable.  Con una amplia red de recipientes, con una recolección que es negocio redondo y harto rentable en otras latitudes donde  operadores no cobran por el servicio, se lograría este sencillo cometido.

Urgimos letreros que nos indiquen, por ejemplo, la ubicación de la iglesia de Natá de los Caballeros, la más antigua en tierra firme del continente americano.  Porque así desarrollamos turismo, creamos fuentes de trabajo y mejoramos la calidad de vida de los aldeanos.  Me pregunto ¿cuántos de ustedes han visitado esta magnificente obra, un sitio obligado de parada en cualquier otro país?  ¿Donde esta el letrero? ¿Qué hace el alcalde de Natá para proyectar su más preciada obra? ¿Qué hace la Autoridad de Turismo y la Gobernación de Coclé?  ¿Por qué el pueblito de Buga en la irascible Colombia recibe 3 millones de visitantes anuales, más que todo nuestro istmo, si no es para un turismo religioso donde señorea la basílica del Cristo Milagroso?

Finalmente, no podemos darnos el lujo de recibir visitantes en hoteles cinco estrellas, donde a corta distancia, se ven obligados a saltar los charcos de aguas servidas en pleno centro bancario o suntuosos rascacielos de Punta Pacifica.


Escuchando se aprende, tomemos las medidas necesarias y coordinemos los correctivos para el provecho de todos.  ¡Tome nota!

martes, 11 de febrero de 2014

Trasluciendo Las Nubes

Diario Panamá América
15 de febrero de 2014

Trasluciendo Las Nubes
Jaime Figueroa Navarro

Al ocaso del amanecer, atravesando los primeros rayos de luz la obscura aeronave, se divisa a lo lejos al istmo de Panamá, usualmente cubierto por un copo de nubes, como si se tratase de un primoroso y húmedo dulce de algodón que salvaguarda su particular ecosistema verdoso, atiborrado de vida y exaltado por playas en ambos mares, que se pueden pestañear a través de las sudorosas ventanillas.

El aeropuerto internacional de Tocumen, puerta de entrada y de expedita salida para casi 10 millones de pasajeros anuales, ha sufrido cambios estructurales desde su concepción hará ya 67 años, en 1947, estrenando con una hermosa terminal tipo art deco (cual museo, un sitio que todos los panameños debemos visitar) que al convertirse en centro de carga fue reemplazada por el actual inmueble, después de casi cuatro décadas en 1987, cuyo muelle norte duplica su tamaño en 2012. 

A pesar de su proyección como el “Hub de las Américas”, inaceptable y pésimo utilizado anglicismo (los estadounidenses se refieren a su país como America y al resto del continente como Americas, originando muchos vuelos desde Tocumen hacia ese país) que podríamos correctamente reemplazar como “Emporio Hemisférico”,  ya nos ha brindado su vida útil, quedando pequeño y, como el resto de la urbe capitalina, al borde del colapso.

La semana pasada se llevo a cabo una visita de campo de la Comisión de Turismo de APEDE al proyecto de expansión de Tocumen, abriéndonos los ojos hacia el crecimiento económico y logístico de Panamá para cómodamente recibir 15 millones de pasajeros en 2022.  En forma de ovalado platillo volador, la expansión consta de cuatro componentes: la estructura de la nueva terminal sur, el boulevard de acceso, la plataforma logística y la nueva torre de control.

Este señorial monumento, comparable a ocho canchas de futbol (662 metros de longitud) y 26 metros de altura (símil a una estructura de 10 pisos), con tragaluces amigables con el medio ambiente que permiten la entrada armónica de la luz natural, cuenta con una particularidad que exime al antiguo, que siempre he renegado como non grato por su esterilidad en la venta de Panamá, albergando en su seno un oasis tapizado por cristal cilíndrico que atraviesa todos los entrepisos, abierto en su cúspide, concentrando una muestra de la vegetación arbórea nativa del país.  Este atractivo ecológico, de 900 metros cuadrados, podrá ser apreciado por los usuarios de esta terminal desde cualquier punto, convirtiéndose en una muestra feraz del istmo, que debería ser complementado con simpáticos monitos y azuladas mariposas para intrigar al babeante peregrino, invitándole a conocer este paraíso terrenal, obligatoria y gratuita escala, incluida dentro de los planes de mercadeo de COPA Airlines.

Aprovechando esta imponente muestra, bien valdría la pena que la Autoridad de Turismo de Panamá, en lugar del risible kiosquito, aprovechando el área comercial circundante, desplegara un sublime exploratorio de Panamá, elevando sus artesanías y folclor, en un muestrario, harto rentable, que enarbole nuestras bondades, resaltando el expandido canal y el Casco Antiguo, que ofrezca un piscolabis de sabor istmeño desde Bocas al Darién, diablitos sucios y molas, Panama Viejo y Portobelo, ceviche, chicha de guanábana y nuestra variedad geisha, el mejor café del mundo, para aquellos que deseen intimar con lo nuestro en vez de tantear grasosas hamburguesas y pizzas en la cocacolizada zona de comidas, invitando con hipnotizantes videos y vibrante literatura a presumir el mejor destino del mundo.             

Contando a su alrededor con una amplia área de estacionamiento, conectividad con la terminal existente, un boulevard de acceso de 4 carriles desde el Corredor Sur dotado de iluminación, arboles y plantas de varias especies y la nueva torre de control, sin duda alguna complementa a creces con 20 nuevos puertos de abordaje y 6 remotos, a los 34 del aeropuerto existente, completando 60 puntos de atención de aeronaves, con capacidad de recibir diferente tipos de aviones de mayor capacidad como el Boeing 737 y el Boeing 777. 


Crece nuestra infraestructura para albergar un mayor numero de visitantes, exigiendo una planificación urbana acorde, para beneficio no solamente al turista sino a nuestros ciudadanos, que ofrezca aceras amplias y limpias, soterrando las telarañas eléctricas y eliminando los riachuelos de aguas servidas a diestra y siniestra, desde San Miguelito hasta Punta Pacifica, para de una vez por todas, metamorfosear hacia una ciudad amistosa a sus habitantes.  Tremendo reto tenemos por delante, pero al igual que Tocumen y el canal, aunemos esfuerzos y voluntades en el logro de este objetivo que de seguro ha de lanzarnos al primer mundo, donde a todas luces, pertenecemos.

viernes, 7 de febrero de 2014

Homenaje Postumo a Dora Figueroa

Palabras en Exequias de mi madrina Dorita
Jaime Figueroa Navarro, Orador de Fondo

Basílica del Señor de los Milagros, Buga, Colombia, 29 de enero 2014

Queridos familiares y amigos, hermanos todos:

Estamos reunidos en esta solemne basílica, que significa “casa donde vive el rey”, que el próximo 2 de agosto celebra 107 años de fundación,  que consta de 4 millones de ladrillos y 12 mil arrobas de cal, hogar del Cristo Milagroso que enaltece a esta comunidad como un imán al turismo religioso atrayendo como abejas al panal, a 3 millones de creyentes cada año, para resaltar los atributos de una de sus más humildes y amorosas hijas. 

He aquí la crónica  de Dorita Figueroa:

Soy Jaime Figueroa Navarro, su sobrino y ahijado, y hoy regreso desde Panamá, posiblemente por última vez, a esta noble tierra del valle del Cauca que vio nacer y retoñar a mis ancestros. 

El nombre Dora origina del griego y significa “don de Dios y bienaventurada”.  Dio en el clavo mi querido abuelo, arquitecto Enrique Figueroa Fernández, hijo de Buga y creador de muchas de sus obras y parques municipales, quien reposa en este templo, al seleccionar su nombre.

Una estoica niñez vivió Dorita, internada en un claustro de monjas en Bogotá, resultado del repudio de mis familiares, a inicios del siglo pasado por el pecado de nacer fuera de la cuna familiar, como si ella hubiese sido la culpable de la aventura que le dio la vida. ¡Qué vergüenza para aquellos que no tuvieron la visión de ser verdaderos cristianos!

Si existe una palabra para caracterizar su extendida existencia, esta sería amor.  A pesar de una vida casta en la cual no engendra hijos, volcó todo su cariño, inicialmente hacia la figura de su padre, a quien veneraba, resaltando sus cualidades como arquitecto, creador de ideas y fotógrafo aficionado, estudiando las artes posterior a su reintegro a Buga.

Su creatividad se ve reflejada en sus pinturas y esculturas, cuya máxima exposición, a mi criterio, es un busto de mi hijo Jaime Enrique, que esculpió durante su capítulo con nuestra familia en Connecticut, estado de Nueva Inglaterra al norte de Nueva York, donde vivimos a finales de la década de los ochenta, y que resalta en un privilegiado altar de su sala familiar en ciudad de Panamá.


Su amor por la naturaleza se vio sobremanera reflejado en su hermoso jardín, donde germinaba un interminable arco iris de perfumadas flores y las más suculentas uvas que haya saboreado durante mi vida. Me deleitaban los baños en la pileta de su patio, desde mi primera visita a la residencia en Calle Tercera, numero 14-60, allá por 1955, a los 3 años de edad, uno de los recuerdos más lejanos que alberga la memoria, precisamente por tratarse de gratísimos episodios de la infancia, donde despertaba, escuchando en lugar del trinar de los gallitos, típico de la campiña istmeña, el cántico "El Tiempo, Espectador" de los voceadores Bugueños de la época.

Para inicios de 1960, mi padre fraguo un viaje de familia a la ciudad de Nueva York, donde en adición a mi madre y mi hermano, se nos unieron en ciudad de Panamá, mi abuelo Enrique y mi madrina Dorita.  Por el pavor que le tenía mi madre al avión, a raíz de la muerte de un hermano en un trágico accidente aéreo, hicimos la travesía en barco con escala en Puerto Príncipe, capital de Haití.  

Al llegar a Nueva York, Dorita dedico las próximas diez semanas a mi educación, de forma placentera y juguetona.  Me enseño a escribir utilizando el método Palmer, me describió las virtudes y malicias de cada uno de los animales del zoológico metropolitano, el significado de los retazos que se escondían detrás de cada lienzo del Museo de Arte Moderno y participo con mi hermano y conmigo en una batalla campal de bolas de nieve durante la primera nevada.  Dorita era el complemento ideal a mi madre, pero sin darme una cuera al portarme mal y siempre mostrando su blanquísima dentadura a través de su angelical sonrisa.

¿Qué más podemos atribuirle?  Que no sé cómo, era también la mejor pastelera de Colombia.  Su ponqué fue parte inseparable de mi infancia y adultez y su dedicación al arte culinario deleito los más osados caprichos durante mi asignación a la sede de IBM donde más que una adorable madrina hizo exactamente lo mismo por mis hijos, que lo que hizo conmigo 30 años antes.

Nos ilustro Dorita a gozar plenamente las cosas sencillas de la vida.  Como gozaba durante sus visitas a Panamá, por ejemplo, relamerse con una presa de pescado frito caribeño.
A raíz de la Colombia sufrida de mediados del siglo pasado, antítesis de la globalización, con absurdas reglas del juego que prohibían la importación, Dorita no permitía que nada se desechara sin ella repararlo, cosechando grandes dones como doctora en ingeniería de la reparación de todas las cosas.

Dorita Figueroa fue un ángel fugaz que deleito la existencia a todos los que tuvimos el privilegio de conocerla, pero sobremanera a aquellos que fuimos el fruto de su amor.  En Buga, caro cariño, dedicación y desprendimiento tuvo con los hijos de sus vecinos y amigos, el matrimonio Cabal Barona, Diego Luis quien se adelanto para acompañarle en la paz eterna y Ángela María la cual veneró como una hija hasta su último día. 

Amaba Dorita a su natal Buga con tal tesón que jamás lo relevo a un segundo lugar, como otros que en ultramar dicen que son de Cali, a raíz de un incomprensible complejo de inferioridad.  Siempre hablaba de Buga con especial cariño, de su manjar blanco, sus parques y su gente educada y bonachona, convirtiéndose así en una embajadora de lujo de su pueblo que tanto amo.

Amo Dorita a Cristo, a su Cristo milagroso y a su basílica la cual frecuentaba para agradecer todas las cosas bellas que le rodeaban, porque era una eterna optimista, resaltando los grandes dotes de humildad de Su Santidad, el Papa Francisco Primero, antes de su tiempo.

Recuerdo la penúltima vez que le visite, hará dos años, ya bien golpeada por los años, pero preñada del entusiasmo que me hizo recordar mi primera visita a Buga hace ya casi 60 años.  El tiempo cobró su paso al sucumbir a un estado comatoso en que le encontré durante mi última visita, pero su eterna sonrisa bombea aun presente en cada latido de mi corazón.


Dios te bendiga y te mantenga en su gloria.  ¡Hasta luego querida Dorita y gracias por ser un angelito en mi vida, en la de tus familiares y amigos, y todos aquellos que gozaron la dicha de conocerte y tratarte!   Y gracias a todos ustedes, que han tomado tiempo de sus agitadas agendas, nuestro eterno agradecimiento por su compañía en esta ceremonia para celebrar la existencia de Dorita Figueroa.  ¡Muchas gracias!