martes, 29 de abril de 2014

He Visto Muchas Torres…

Diario Panamá América
3 de mayo 2014

He Visto Muchas Torres…
Jaime Figueroa Navarro

A finales de la década de los ochenta, laboraba en la filial regional de la casa matriz de IBM en North Tarrytown, New York, honrado por la selección como el primer panameño en su sede durante el medio siglo de presencia de la multinacional en el istmo.  

Como muchas otras particularidades de la empresa, se denominaba la sede regional con el acrónimo A/FE (Américas y Medio Oriente). Al iniciar la asignación mi responsabilidad recaía sobre los países “importantes” de la región, apelados BAM (Brasil, Argentina y México), contando IBM con otra oficina aparte para todos los otros países de Latinoamérica y el Caribe, denominada CALA (Caribbean and Latin America).

En aquellos tiempos, la única figuración de Panamá en los diarios mundiales, fuera del canal de los gringos, era la vergonzosa trayectoria de la dictadura.  Como era de esperar, la gran mayoría de los asignados a la casa matriz, provenían de los países “importantes”.  Por ello, tuve que redoblar esfuerzos en darnos a respetar.  

Una de las formas era mi impecable inglés, gracias a la visión y sacrificio de mis padres en enviarme a los doce años a continuar estudios secundarios en una escuela preparatoria en Boston, lengua que dominaba con fluidez y un amplio vocabulario que utilizaba durante todas mis presentaciones.  Este punto lo detallo porque creo que es estratégico en el devenir de Panamá que todos gocemos de un desempeño fluido en la lengua de Shakespeare, permitiendo ese importante atributo de comunicación global multiplicar nuestros ingresos a lo largo de nuestra vida laboral.

Por otro lado, a titulo voluntario, dictaba clases de español, cultura e historia latinoamericana después de horas laborables a los colegas estadounidenses, quienes por razones obvias, ocupaban los puestos de mayor jerarquía en la empresa.  En estas clases, no imponía aburridos teoremas de un texto, sino más bien narraba mis experiencias en un reciente viaje para dar a conocer la particular personalidad de un país, repartiendo entre los presentes, los coloridos billetes de su moneda, manifestaciones de su artesanía,  resaltando sus cualidades y siempre respetando la integridad latinoamericana en vez de separar países, como lo hacían ellos, por regiones en base a niveles de ventas o el tamaño de su población.  Es así que al indagarme repetidamente cual era mi país favorito, siempre ripostaba que cada uno tenia su encanto y por ende se me hacia imposible escoger.

Ha pasado mucho tiempo desde aquellos albores y Panamá ha observado un cambio tan radical que a veces, por estar aquí presentes, no nos damos cuenta del magnánimo crecimiento que acaece en el istmo.

Tenemos aun camino que recorrer, pero invito al lector a visualizar una impactante muestra de los 20 Rascacielos más altos de Latinoamérica en el siguiente portal: https://m.youtube.com/watch?v=dvFGmfAswK0

Si bien es cierto el desarrollo de los pueblos no se puede medir por la cantidad de rascacielos en un determinado país, esta medición refleja en buena medida su crecimiento económico.  Examinemos el impresionante análisis población-rascacielos para los 20 rascacielos más altos de Latinoamérica:

PAIS                     POBLACION                  RASCACIELOS

Brasil                     195,000,000                                  1
México                  118,000,000                                  4
Colombia                47,000,000                                   1
Argentina                41,000,000                                   1
Chile                       17,000,000                                   1
Panamá                     3,000,000                                  12                


Al mencionar que la silueta de nuestra capital asemeja a Miami, siempre destaco que la única diferencia es que aquí hablamos más inglés.  En la aldea global, poco a poco, Panamá comienza a resaltar, resultado de la confianza de los inversionistas ¿o piensa usted que esos edificios se construyeron por amor al arte?        

jueves, 24 de abril de 2014

Why Panama?

UPDATE Panama Magazine
IMEX Fair, Frankfurt, Germany
May 20, 2014

Why Panama?
Jaime E. Figueroa

At the welcome reception for an international conference at the University of Massachusetts where I was summoned to speak about Balboa´s 1513 Pacific Ocean discovery, an Australian anthropologist inquired my roots.  “I hail from paradise” was the reply.  “Where would paradise be?” she curiously probed.  “Paradise is the Republic of Panama!” I swiftly snapped.

World-renowned architect Frank Gehry selected Panama as the site for his latest icon, the multi-colored roof BioMuseum at the Pacific entry to the canal. The isthmus rose from the oceans, the exhibit chronicle states, bonding the continental landmasses, separating the oceans and establishing different salinities that conceived a tropical belt around the globe giving birth to Homo sapiens.  

Home to more bird species, selected the #1 sports fishing resort in the world by the Robb Report, its lush greenery and abundant life characterize the uniqueness of this gleaming ribbon that also claims the global #1 coffee.

Columbus and Balboa were among its first visitors.  Holy Roman Emperor Charles V in 1534, almost 100 years before the Jamestown settlement, originated a movement to build a passageway, initiated by Frenchman Ferdinand De Lesseps in 1880 and finalized by Teddy Roosevelt in 1914.   Currently undergoing an unprecedented expansion to allow for the passage of megaships in 2016, the Panama Canal becomes an ever-more important transit point for global commerce.    

The country hosts the second largest free trade zone after Hong Kong.  The U.S. Dollar is the local currency attracting investments that embellish a robust economy that has bullishly grown non-stop at double digit rates since the beginning of the century and a booming capital city, home to the largest banking center in Latin America and its tallest residential tower, the impressive sail-shaped 70-story Trump Ocean Club, as well as the most modern metro in the globe.

Corriere della Sera, Italy´s largest news daily, describes Panama City as a combination of Manhattan and Venice due to the presence of two cities, ancient and modern, in one, while the New York Times adds that the country is “an embarrassment of natural beauty.”   Many find similarities with Miami, with the only difference that more English is spoken here. 

Thirty minutes from Panama City is all it takes to enter nature´s wonderland where native Indians live as their predecessors and the jungle symphony replaces beeping cell phones.  I met a Swedish engineer from Malmo in one of the 365 Caribbean islands of the San Blas archipelago and asked the reason behind his family´s annual pilgrimage there.  He replied that his wife and 4 kids needed to get away from the concrete jungle of the 21st century world and get back in touch with nature.  


North Americans and Europeans are flocking in retirement and opening shop to take advantage of this new opportunity in a country that may very well soon become the new global #1 destination.  Come soon, before it´s too late!

martes, 22 de abril de 2014

Hechos, no Palabras

Diario Panamá América
28 de abril 2014

Hechos, no Palabras
Jaime Figueroa Navarro

Creo que todos coincidimos que la campaña política ha sido larga y desgastante  particularmente tropical y nociva hacia todos aquellos que han tenido las agallas de nominarse para puestos de elección popular.  De las gavetas del baúl de los recuerdos han emanado alegaciones de toda índole embarrando, con razón o sin ella, a los candidatos a diestra y siniestra.

Madurar como país conlleva un cambio en la forma de conducir lo que mal llamamos “la política”, que en muchos casos eleva a puestos de elección popular a personajes obscuros que no se identifican con el alma del terruño ni cantan el Alcanzamos por fin la victoria con pasión ni la vocación de servir a la Patria ni al conjunto de sus ciudadanos. 

El proceso de selección, de ubicar el gancho de aprobación tras el nombre de una persona, debe ser íntimo y analítico.  El ciudadano debe seleccionar aquel candidato que mejor represente los intereses de la nación, tomando muy en cuenta su honra, reputación y capacidades.  Punto.  Nada más ni nada menos.  Un Presidente de la República, un Diputado, un Alcalde y un Representante, son en unísono el reflejo de la voluntad de un pueblo.  Y muchas veces los pueblos no votan inteligentemente.

Entra el istmo en un capitulo determinante, tras una ola de  continuado progreso reflejado en cambios extraordinarios desde el albor del siglo, in crescendo, que ha mariposeado al gusano, transformando la aldea capitalina hacia espejos con destellos de ciudad de primer mundo.  Para llegar a ese hito, hace falta incorporar a todos los hijos de la nación en el sueño istmeño. 

Examinemos ejemplos donde debemos verlos:  El rotundo éxito de Estados Unidos se debe a la laboriosidad de sus ciudadanos.  En un país donde el nivel de pobreza equivale a un ingreso, para una familia de dos, de $15,730 anuales y donde el Presidente impulsa vigorosamente legislación que eleve el salario mínimo federal por encima de los $10 por hora, notamos un desarrollo colectivo que por un lado elimina la necesidad de subsidios, entiéndase gasto publico pernicioso, y por el otro, al contar los trabajadores con mayores ingresos para cubrir sus necesidades básicas, crean mayor demanda  estimulando a la economía a contratar un mayor numero de empleados.  ¡Clarito lo tienen los gringos!

El desarrollo de nuestro sistema de transporte, clave en el devenir de una nación, ha sido lento pero firme.  Pareciera que solamente ayer circulábamos en diablos rojos, con una flota de taxis multicolores, piratas o no, en su mayoría sin aire acondicionados, sobre caricaturas de carreteras.  El crecimiento del sistema logístico istmeño no deja de seducir a locales y extraños.  Contamos con los puertos marítimos más modernos del continente.  Tocumen, a pasos agigantados, se convierte en el aeropuerto más flamante de Latinoamérica.  La expansión y mejoramiento de la red de carreteras nacionales prosigue sin tregua.  Y nadie se ha quejado del Metro de Panamá.  Continúa siendo un desafío, aunque aliviado por la tesonera labor del Ministerio de Obras Publicas, el conducir en nuestra capital, tal y como es en todas las grandes urbes del mundo.

El mayor reto para el desarrollo de Panamá es la inclusión, en un país que se jacta vergonzosamente de una ciclópea disparidad entre los ricos y los pobres, de todos sus ciudadanos en compartir el pastel.  Es por ello que nuestro voto pesa aun más en la selección de los candidatos a puestos de elección popular.  Mejorando la calidad de vida de todos incrementamos la riqueza istmeña.  Soy un fiel creyente que contamos con las herramientas para convertirnos no en un país del primer mundo sino en el mejor país del mundo.

La expansión del canal de Panamá y toda la maraña logística involucrada en el manejo y servicio a embarcaciones hercúleas, algo novel en nuestra oferta marítima, sin lugar a duda elimina el mal sabor de los $1.9 millones anuales que percibíamos como migaja colonialista hace muy poco.   El aprovechamiento máximo de esta oportunidad única recae en los sabios lineamientos del gobierno entrante y la legislación requerida para estimular su desarrollo.


Apuesto por educación en la inclusión de todos.  Que una mayor parte de esa riqueza agregada sea dedicada al desarrollo humano en centros educativos de primer mundo, construyendo salones y escuelas que reflejen lo mejor de lo nuestro y que cuenten con maestros y profesoras continuamente perfeccionados a través de entrenamientos en las ultimas tendencias mundiales.  Que los estudiantes panameños, de ciudad y provincias, al graduarse posean fluidez en idiomas y tecnología, preparados para mejorar la oferta laboral y sus propios futuros.  Seres pensantes que desarrollen sus propias teorías, que estudien no para conseguir un buen empleo sino para iniciar sus propios emprendimientos.  Es ese el Panamá que deseo y creo que estoy clarito por quien votar.  ¿Y usted?

viernes, 18 de abril de 2014

Mi Segundo Amor

Diario Panamá América
26 de abril 2014

Mi Segundo Amor
Jaime Figueroa Navarro

Era apenas un infante de tres años a mediados de la década de los cincuenta en Bella Vista, frondoso barrio donde gozábamos la sombra de gigantescos caobos y guayacanes, donde acostumbraba alimentar a diario los venaditos de la familia Domínguez con hojas no tan frescas que recubrían las lechugas que campechanamente me obsequiaba el chino en su kiosco de verduras, al costado del Comisariato Don Bosco, quehacer regentado por la familia Cárdenas en la amplia Avenida Cuba a la altura de calle 38, siendo el chinito provisor de las legumbres que adornaban las frescas ensaladas que a refunfuñonas nos obligaban a consumir como abrebocas durante los almuerzos.

Como los venaditos estaban casi frente al comisariato, a mediados de cuadra, haciendo obligatorio el cruce de la ancha arteria que en aquellos tiempos acostumbraba la circulación de espaciosos vehículos en ambas direcciones, iba agarrado de la suavecísima mano, casi tan sedosa como una almohada de plumas de ganso, de Inocencia Skit de Robles, nuestra cocinera.

Igualita a Aunt Jemima, era Inocencia producto de un fornido jornalero jamaiquino, aquellos de primera generación que emigraron para la construcción del Canal, y que se auto llamaban morenos caribeños, y de una guapa santeña, haciendo honor al crisol de razas de la época y el sitio.
  
Durante nuestro paseo matinal, a menudo tropezábamos con el Dr. Roberto Sandoval, vecino de la próxima cuadra, quien me dispensaba una pastillita de menta transparente italiana Perugina, que refrescaba el paladar a tal punto que por un rato no se podía beber liquido frio alguno sin sentir ardor en la garganta.

Bien educada era Inocencia, saludando respetuosamente a quien se acercará con una sonrisa que encandilaba la blancura de su dentadura completa, tan blanca como el marfil de los colmillos de elefantes.  Totalmente bilingüe, con impecable acento británico,  atendía a los galenos colegas de mi padre, que nos visitaban con frecuencia de Norteamérica quedando atónitos por su dulzura de carácter, total dominio de la lengua de Shakespeare y gestos de amabilidad durante los convites a sus apetitosos almuerzos y cenas.

En tiempos aquellos, mi padre practicaba la urología como jefe de la Sala 7 en el Hospital Santo Tomás donde dispensaba sanación a panameños de todas las edades y extractos sociales sin cobrarle a los de más escasos recursos, personas que como muestra de agradecimiento acercándose las fiestas navideñas, se presentaban a su clínica en la planta baja de nuestro edificio, con animalillos vivos: gallinas, puercos y hasta conejos, teniendo que emplazar a Inocencia para que se encargara del sacrificio.     

Entrenada cabalmente por mi madre Mercedes, no se le olvidaba ningún detalle en la presentación de la mesa y preparación de los alimentos, muestra de su innata inteligencia, preparando tentadores festines con frutos de mar y tierra, platos siempre adornados por su cariño, buen colmillo e inmaculado traje blanco.

Su compañero de apellido Robles, con quien se casó haciendo residencia en Parque Lefevre, era matarife de profesión y tenía un puesto de ventas de carnes en el mercadito de Calidonia.  Por hacerle mala vida y por mujeriego, Inocencia le dejó por otro enamorado apellidado Navarro, convirtiéndose por su nuevo apellido técnicamente en familia nuestra, tema que gozaba inmensamente mientras parlamentaba con las otras sirvientas del barrio.

Inocencia me bañaba, cepillaba los dientes y fue quien me enseñó a atar los cordones de los zapatos y a conducir mi primera bicicleta.  Muy calladito mantuve durante décadas el secreto, que posterior a mi madre, fue Inocencia mi segundo amor.  ¿Cómo no podía estar enamorado de esta mujer que tanto cariño y buena comida me dispensó durante mi niñez?  Adolescente, al partir a cursar estudios secundarios en Boston, al despedirme con lágrimas en los ojos y un abrazo rompe costillas, me advirtió que a mi regreso conversaríamos perfectamente en inglés.  Y así fue.

Durante un cuarto de siglo fue parte integral de mi familia, causándome sumo pesar su fallecimiento durante mi extendida ausencia del istmo.  Siempre, especialmente al degustar unos deliciosos pancakes y observar el bonachón rostro de Aunt Jemima en el recipiente del sirope, le recuerdo con especial afecto.  Dicen que uno no muere mientras permanece en el recuerdo de alguien vivo.  ¡Salve Inocencia, mi segundo amor!                     

martes, 15 de abril de 2014

Desarrollando Turismo de Verdad

Diario Panamá América
19 de abril 2014

Desarrollando Turismo de Verdad
Jaime Figueroa Navarro

Aprovechando el proyecto de expansión del canal de Panamá para crear un sistema de servicios que cubra óptimamente todas las necesidades de la nueva generación de barcos que transitarán el istmo engendramos riquezas y bien remunerados empleos hasta el momento inexistentes en el desarrollo económico del país.  Así mismo se hace imperante un sesudo análisis del sector turismo para que el gobierno entrante pueda acrisolar las enormes oportunidades que se nos presentan en este vital rubro que goza de una potencialidad virgen y exige un contundente cambio.

Ante todo, se hace necesario un repaso del status quo.  Hemos levantado una infraestructura logística impresionante.  La expansión del aeropuerto internacional de Tocumen, aun en proceso, en conjunto con la incorporación de los nuevos aeropuertos internacionales de Rio Hato, Colón y David, amalgamados a la fecunda expansión y renovación del sistema de carreteras nacionales, hacen que ya casi todo “este cerca”.  

La red de hoteles, creciente cual pradera de hongos, se hace evidente principalmente en la capital, con importantes adiciones en provincias.  La promoción del istmo en ultramar ha sido sin duda el punto de mayor impacto durante el ultimo quinquenio, como lo es la construcción del nuevo centro de convenciones de Amador.  La educación del elemento humano para proveer servicios en la industria se ha visto multiplicada y perfeccionada.
 
¿En que podemos mejorar entonces?  Debemos enfocarnos en generar un incremento en la cantidad y satisfacción de turistas.  No es posible que el pueblo de Buga, Colombia que se nutre exclusivamente a través del turismo religioso dirigido hacia la Basílica del Cristo Milagroso, reciba 50% más visitantes anuales que la Republica de Panamá.  Peor aun que no entendamos si los turistas cuando se van serán nuestros mejores embajadores o más acérrimos críticos.  Comprender su experiencia y visión, es clave para un turismo mantenido, saludable y mejorado.

El Ministerio de Turismo debe ser reestructurado para incorporar las figuras de Vice Ministros de Turismo Interior y de Turismo Exterior.  El primero con afanes dirigidos a tareas básicas, inexistentes, como la señalización de sitios relevantes.  No existe ningún letrero en el poblado de Natá de los Caballeros que indique al visitante, que allí se erige la iglesia más antigua de tierra firme del continente Americano.   A la recién incorporación de Air France con vuelos directos desde Paris, no se le ha integrado a la terminal aérea de Tocumen letreros en idioma francés.  

El segundo, un verdadero Marco Polo, deberá dedicarse a exponer las bondades de nuestro turismo en ultramar, aprovechando para atraer importantes inversiones, no solamente en hotelería sino también en parques temáticos, acuarios y todos esos rubros denominados en ingles “fun and leisure” que complementen y optimicen las inversiones en hoteles a lo largo y ancho de la república.  Finalmente, dentro de sus responsabilidades por falta del interés de COPA, la negociación para los derechos de aterrizaje en vuelos directos desde Norteamérica de las aerolíneas de bajo costo, tales como Southwest, Virgin America, JetBlue y Frontier hacia los nuevos aeropuertos internacionales de provincias.



Debemos potencializar el caribe istmeño con un plan maestro para su desarrollo integral que permita el pleno goce de nuestro mejor océano.  Una autopista caribeña desde San Blas hasta la frontera con Costa Rica, eliminaría los mayores focos de pobreza extrema istmeña y se pagaría solita con la venta de terrenos estatales y el incremento en la base fiscal.  No es posible que del millón de veleros existentes en el caribe, solamente diez mil se acerquen a nuestras costas, a falta de infraestructura, perdiendo la oportunidad de importantes ingresos en este floreciente campo.

Más que todo nos hace falta integrar la potencialidad de sitios hasta ahora estériles por falta de creatividad y acción.
Lugares como el cerro Pechito Parao en Darién donde Balboa divisa el Mar del Sur y el Camino Real desde el Puente del Rey hasta Portobelo, desarrollados en su máxima expresión, brindan al turista y al ciudadano común, la oportunidad de caminar la historia única de nuestro país, en vez de estar echados en perezosas hamacas en Coronado.  Tomando en cuenta nada más el Camino Real como sendero histórico, nos brindaría la oportunidad de duplicar la cantidad de turistas que recibimos.  Pregúntele a los hoteleros si la ínfima inversión en este desarrollo vale la pena. 

En lugar del lamento típico del istmeño, reflejado recientemente por una señora que se queja que el aire acondicionado del Metro Bus está “muy frio”, seamos visionarios en turismo, dominando más idiomas, perfeccionando la calidad y el calor humano en el servicio y optimizando el retorno de más turistas y mayores ingresos, desarrollando de esta manera un turismo de verdad.