miércoles, 30 de julio de 2014

Soluciones, no censuras

Diario Panamá América
30 de julio 2014

Soluciones, no censuras
Jaime Figueroa Navarro

Durante un tranque capitalino la semana pasada, escuchaba en la radio a Álvaro Alvarado despotricar contra la Dirección de Aseo por el estado de desaseo de la zona paga de Balboa, posterior al comentario de un radio escucha, reclamando por la presencia de hormiguitas en los predios. 

Durante el mismo tranque, en lo que pareciera un retorno al pasado, a la “A Connecticut Yankee in King Arthur´s Court”, la clásica novela del humorista y escritor Mark Twain, donde un ingeniero americano de finales del siglo XIX es accidentalmente transportado a la edad Media,  no uno, sino tres diablos rojos, despojados de su clásica pintura, nos sobrepasaron en un académico ejemplo del boleteo múltiple y encarcelamiento extendido al que serian expuestos sus temibles conductores en un país civilizado.  Lo único que pareciese hacer falta es que ahora los taxistas olviden pintar sus automóviles de amarillo y que se forme un piqueteo, so amenaza de huelga general, trancando la cinta costera durante las horas de transito pico.

La proliferación de basura y el desordenado manejo son dos de los vicios que mayor impactan la opinión de los turistas que nos honran con su presencia y sus bolsillos ahora que la industria sin chimeneas ha sobrepasado al canal como el sector de mayor fuente de ingresos en la república.

La indiferencia ciudadana ante estos dos graves problemas es fatídica.  Muchos me intiman:  “Así es el panameño, por un lado cochino y por el otro desordenado al conducir.  No hay nada que lo cambie.”

Permítanme compartir una parábola:  Los ciudadanos de Estados Unidos estaban tan hartos con el tema de los cochinos que obligaron a sus autoridades a tomar cartas en el asunto para resolver este asunto ambiental, sanitario y estético.   En  California, por ejemplo, se castiga al cochino con una multa de $100 y 8 horas de recolección de basura en las carreteras estatales, de tratarse de su primera ofensa.  Ofensas subsecuentes son castigadas con $750 de multa y 24 horas de recolección de basura.  En el estado de Oregón, lanzar una pava de cigarrillo desde un automóvil, conlleva una multa de $2,500 y 5 años en prisión.  Estudios arrojaban  un promedio de 372 libras de basura por cada milla de carretera, incluyendo 3,000 pavas de cigarrillos.  No nos vayamos muy lejos, en la Zona del Canal de Panamá durante la jurisdicción norteamericana, era prohibido arrojar basura.  Los panameños cochinos respetaban la ley gringa, pero una vez fuera del limite de la Zona, en Arraijan, arrojaban todos los deshechos desde automóviles y autobuses.

La única forma de cambiar al desordenado conductor istmeño es con la proliferación de los desaparecidos agentes de transito.  Cuando el riesgo percibido de ser pescado por las autoridades de transito cometiendo una infracción aumentan,  las probabilidades que los conductores manejen desordenadamente disminuyen.  Con la absurda cantidad de infracciones que detecto solamente a cinco minutos de arrancar mi vehículo, no solamente se pagarían los salarios de los agentes, sino que también servirían las multas como una importante fuente de ingresos al estado para la manutención y mejoramiento de nuestras carreteras.  Uno de los ejemplos más patéticos que me repiten los visitantes, es la falta de cortesía con el peatón.  El estado de Tennessee castiga al conductor que no cede ni se detiene frente a un peatón con la suma de $500 y 30 horas de trabajo comunitario.        


“Obediencia a la ley es libertad”, lee el mensaje grabado sobre el edificio de las cortes del condado de Worcester, Massachusetts.  Mejorando estos dos renglones lograríamos un mayor índice de aprobación por parte de nuestros visitantes y elevaríamos a la república a los niveles de país del primer mundo al que pretendemos ingresar.  ¡Manos a la obra! 

sábado, 26 de julio de 2014

Pinta un árbol, no mi árbol

Revista Panart
Agosto 2014

Pinta un árbol, no mi árbol
Jaime Figueroa Navarro

Hace cuatro largas décadas, a la aurora de los otoñales cursos en la facultad de Administración de Empresas en el ciclópeo campus de la Universidad de Nebraska en Lincoln, opté por matricularme en una muy particular asignatura sobre desarrollo estratégico en mercadeo.  El primer día del semestre, la intrépida profesora, se introdujo al aula sin cruzar palabra alguna, escribió su nombre en la pizarra y procedió a dibujar con un novel juego de tizas de colores un particularmente hermoso árbol, labor que se dilató varios minutos y que nos incitó como reacción en cadena, a delinear el boceto de la catedrática.  Acto seguido, circuló por el salón fingiendo revisar nuestra obra para después dirigirse al frente, abruptamente borrando su árbol, revelándonos el siguiente mensaje, que aun hace eco en mi imaginación:  “¡Pinten un árbol, no mi árbol!”

Hago referencia a este singular episodio porque, símil a la pedagoga, existen personas dotadas de original creatividad que van más allá para celebrar hitos o remarcar solemnidades.  La pizpireta, guapa y eternamente sonriente Olguita Sinclair es uno de esos particulares caracteres que hacen la diferencia en nuestro Panamá del siglo XXI, enseñándole a soñar a niños y niñas de todas las edades.

En lugar de aburridas conferencias por estudiosos de la historia del canal de Panamá, Olga Sinclair nos obsequia un genuino recuerdo con motivo del centenario, preñado de imaginación, fomentando valores e iluminando a nuestra niñez.

Siempre rogando a Dios por el desarrollo de la cultura en Panamá, Olga se inspira en un articulo publicado por el diario La Prensa hace dos años que ilustra a 4,000 niños tocando violines en China.  Entonces se enciende la chispa: “Si China con una población por encima de los mil millones de habitantes, solo puede sumar ese numero de niños tocando violines, Panamá  debería poseer un record mundial”.

Laborando su abuelo de origen escocés como ingeniero en el canal durante su construcción, ello le sirvió como vena para fraguar una actividad única en conmemoración del centenario del canal. 

Durante la efervescente mañana del sábado 18 de enero, anterior a la luminosidad de los primeros rayos del sol, cual seguidores del flautista de Hamelin, inicia la mágica afluencia de humildes niños y niñas de todas las razas, religiones, parajes de la república y allende, representando la totalidad de los países latinoamericanos, para tocar el cielo con las manos.

El evento fraguado por Olguita Sinclair: Pintemos los Cien Años del Canal, se celebró en el Paseo El Prado, frente al Edificio de la Administración del Canal de Panamá, con la participación de niños y niñas de 1 a 18 años de edad.  El oleaje de niños no cesaba, por lo que los oficiales de Guinness cerraron el área permitiendo solo el acceso a 5,084 jóvenes identificados con cintillos, dentro de la afluencia que sobrepasaba los 10,000, logrando Panamá el galardón Guinness World Record en la categoría Mayor Cantidad de Artistas Pintando Simultáneamente en un Mismo Lienzo.

Una  de las reglas más importantes fué que los participantes pintaran simultáneamente por tres minutos y medio, pero ocupó horas terminar el mural y posteriormente unir las partes para ser exhibidas en la ladera a un costado del edificio de la Administración del Canal.  La mecánica de la matizada del mural fué el desarrollo en tiras individuales que luego fueron combinadas en un obra única.  Muchos de los niños no tenian brochas, pero no importó, pintaron con las manos.

El diseño del mural fue concebido inspiradoramente por la Fundación Olga Sinclair y representa el juego de esclusas del Caribe hacia el Pacífico del Canal de Panamá, el cual tiene como dimensiones 20 metros de ancho por 80 metros de largo, con el mensaje “2014: Un Siglo Uniendo al Mundo”.


Esta genial artista transfigurada en gran maestra, panameña patriota de cepa, no deja de sorprendernos con su profundo mensaje de amor a la nueva generación de niñas y niños panameños instándoles que no se dejen afectar por las malas influencias, la música chabacana y los inescrupulosos políticos.  La familia sigue siendo siempre lo más importante, tal como subrayó al invitado especial Ismael Cala de CNN.  ¡Que forma tan singular de celebrar el centenario del canal!  ¡Salve Olguita!  ¡Una y mil veces bravo!    

miércoles, 23 de julio de 2014

Ilusiones de un viajero

Diario Panamá América
26 de julio 2014

Ilusiones de un viajero
Jaime Figueroa Navarro

Centrados en la celebración del centenario del Canal de Panamá, como debe ser, no debemos olvidar otro ancestral evento que cambiaría la faz de la tierra y la historia.  El domingo 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Bosnia, sucumbe asesinado el archiduque Francisco Fernando, puntero de la Casa Habsburgo y heredero del imperio austrohúngaro, detonante de la Primera Guerra Mundial.

En momentos que se celebra el Tour de France, la centenaria carrera de bicicletas más prestigiosa del globo que data de inicios de la republica, pausamos para evocar nuestra introducción a la sudorosa gira durante el verano europeo de 1968 cuando a los 15 años incursionamos en estudios de la lengua y cultura gala a la sombra del castillo de Amboise en las riveras del rio Loire.  

Joven irredento viajero deseoso de nuevas experiencias, estudioso de la historia e inmerso en la biblioteca de Assumption Prep en Worcester, Massachusetts, saciada de estanterías de fino roble pardo, bajo la tutela del Padre Henry Callan, bibliotecario, profesor de filosofía y extraordinario guía del pensamiento, dedicaba a diario unos momentos de ocio para husmear textos de viajes y olfatear la Europa de Boy´s Life y National Geographic, hasta encontrar, por casualidad el tomo Europe on $5 a Day de Arthur Frommer, precursor de las famosas guías de turismo Frommer que hoy esgrimen como espléndidos abrebocas todos los parajes de la tierra.

Los veranos precedentes de vivencias en preparatoria, los había aprovechado visitando Expo 67 en Montreal, hasta ese momento la feria mundial de mayor renombre durante el siglo veinte y compartiendo con la muchachada sendas expediciones en canoas atravesando las turbulentas aguas de los ríos Penobscot, Allagash y Saint John en el estado de Maine, colindante con Canadá, pericias que sirvieron como inspiración para enraizar aun más mi profundo amor y aprecio por la naturaleza antes del obligado retorno al istmo para rebasar unas fugaces semanas de asueto con familiares y amistades, pues siempre nos procuraban los monjes un cuantioso menú de libros para leer durante las vacaciones.             

Siempre recordaré mi primera incursión europea con especial cariño y húmedas pupilas.  Y ahora ¿hacia donde? Todo depende de la buena salud (sin mencionar el estado de mi cuenta bancaria) pero estoy seguro que los dioses de la buena fortuna sonreirán sobre nosotros, siempre deseosos de permitirnos continuar con nuestra gran aventura.  La pregunta de rigor es:  ¿Por qué nos interesamos por otros personajes y sus vivencias sobre el escenario, cuando podríamos fijarnos en lo que nosotros vivimos a diario? ¿Por qué necesitamos esa ficción siendo nosotros protagonistas?

Nuestro arribo a Florencia en aquella ocasión, a través de los campos Toscanos, fue una vivencia que hizo volar la cabeza de este adolescente al contemplar la antigua Italia.  Me sentía en un parque temático, pero mejor, porque todos los estereotipos eran reales.  Habían conductores de motos Vespa, interminables columnas de olivos y cadenciosos cerritos.  ¡Lo único que hacia falta era que se apareciera Sofía Loren!  Era como si todo hubiese sido puesto en su lugar, como un nacimiento en Navidad, por las autoridades locales de turismo.


Este mundo esta repleto de almas que luchan por encontrar el personaje más joven que una vez fueron dentro del cuerpo de la persona mayor en que se han convertido.  Por mi parte, he vertido algunas lagrimas durante el transcurso de la vida, buscando el niño que era.  No hay muchos viviendo que le recuerdan, fuera de mi, y eso lo hace algo triste.  Y como muchos, me pregunto: ¿Bueno, como llegue aquí?  Encontrando la respuesta, un sentido de paz entre el pasado y el presente, es una medida de plenitud y bienestar.

miércoles, 16 de julio de 2014

Personalizando Tocumen

Diario Panamá América
19 de julio de 2014
Personalizando Tocumen
Jaime Figueroa Navarro

El domingo pasado, de tránsito en Miami rumbo a Atlanta, pude percatarme que el tradicional restaurante cubano La Carreta, ubicado al ingreso del dique E de American Airlines en el Aeropuerto Internacional de Miami, ya no se encontraba, cavilando momentáneamente que el aeródromo floridano se había tornado tan estéril como nuestro Tocumen. 

Enhorabuena, al convergir con uno de los trabajadores de limpieza (allá les denominan ingenieros sanitarios y les obligan a portar guantes) e indagar al respecto, este me confirmó en perfecto chapín (ya arribaron los guatemaltecos a Miami, los cubanos de segunda y tercera generación ocupan puestos de mayor alcurnia) que el restaurante La Carreta había sido reubicado en la planta baja usurpando el monopolio de deliciosos pastelitos, empanadas y bienoliente café cubano, su competidor el restaurante Versalles, donde sobrevenía una cola tan extensa y sin oportunidad de juega vivos que opté por descender las escaleras eléctricas y acercarme al tradicional refectorio para el gozo de sus manjares, abismal divergencia a los típicos restaurantes chatarras aeroportuarios.

Todo esto lo llevo a colación porque a través de su modernización, a Tocumen se le ha cercenado su personalidad, convirtiéndose en un bazar de venta de chucherías desde Johnnie Walker y Marlboro hasta Cartier y Apple, donde no se trasluce el distintivo istmeño. 

Comprendo perfectamente la necesidad de los nuevos aeródromos de lucrar a través de concesionarios.  De ello no tengo la menor duda dispensada la presión en maximizar los ingresos para la adecuada manutención y crecimiento del inmueble.  No obstante, castrar su personalidad en un sitio tan sagrado como lo es el istmo de Panamá, me parece tanto temerario como falto de genuino amor a lo nuestro, que harían retozar en sus tumbas a Arnulfo y Omar, sobremanera tratándose de un sitio que albergará posterior a su expansión, a más de 20 millones de transeúntes al año donde solo el 10% de ellos ingresan al territorio nacional. 

Usufructuando nuestras tierras altas por enésimo año consecutivo el galardón al mejor café del globo, ¿que nos costaría contar con una serie de kioscos, a lo largo y ancho del aeropuerto, adornados con el logo Panama: Best Coffee in the World, ofreciendo al visitante la oportunidad de saborear y adquirir nuestros cafés, incrementando a su vez los ingresos de Tocumen S.A.?

Aprovechando la Administración Varela de la mejor destilería regional, ¿que nos valdría estrenar un oriundo solar donde los turistas en tránsito puedan degustar un Ron Abuelo, un seco sour, una cerveza Panamá bien fría o una botella de agua Panamá Blue, utilizando este punto para multiplicar las ventas internacionales de nuestros productos autóctonos?

Con los incrementos de ingresos de la Autoridad de Turismo de Panamá ¿por qué no reemplazar su risible y abandonado kiosco por un legitimo punto de ventas del país que incorpore una tienda de artesanías de primera categoría en reemplazo al lúgubre puesto actual, una sala de corto metrajes, muestras de nuestro folclor y un restaurante con las apetecibles delicias gastronómicas istmeñas?  Ello también contribuye al incremento de ingresos del aeropuerto.

Al nuevo administrador de Tocumen S.A., le conocí hace tres décadas cuando su agencia de viajes era nuestra proveedora de pasajes aéreos en IBM y posteriormente al suministrarle las torres Rohn a una de sus otras empresas, Mobilphone, para su sistema de comunicación.  Goza Joe Fidanque III de nutrida imaginación y visión.  Tal vez como un presagio a su posición actual, su oficina de Calle 50 estaba adornada por un cuadro de una antigua aeronave de Copa.  Estoy seguro que abrazará nuestros consejos como una crítica constructiva que agracie un mejor desempeño al turismo nacional con creatividad y donaire, sin afectar las arcas de la empresa pública que ahora dirige.

Resulta sobremanera importante lograr el mayor usufructo de los aeropuertos nacionales en la exhibición de nuestros más preciados recursos, de nuestro verdor y de nuestro renovado sitial en el turismo global.  Estas son solo algunas de las sugerencias que estoy seguro próximamente saldrán a flote para optimizar la calidad de Tocumen como punto de venta de todas nuestras riquezas turísticas.  Como nos ha sabiamente manifestado la historia en el siglo XXI, no solo del comercio vive Panamá.  Ya el turismo reemplazó a la Zona Libre de Colón y al canal como la primera fuente de ingreso nacional.  ¡Aprovechemos Tocumen para la propagación de nuestro ensueño!

Pormenores Gringos

Diario Panamá América
12 de julio de 2014

Pormenores Gringos
Jaime Figueroa Navarro

Si algo en especial hay que admirarle a nuestros vecinos del norte es su pasión por los detalles, algo que de alguna forma quedó tatuado en la operación del Canal de Panamá posterior a 97 años de cohabitación y diario martillar del clavo de buenas costumbres que nos obligaban, por ejemplo, a no arrojar desechos en la Zona del Canal durante nuestro tránsito hacia provincias, por temor a una multa, guardando los papelillos, huesos de pollo y botellas para luego convertir a Arraiján en un hediondo basurero, dejando así impregnado el sello de nuestro tercermundismo.
Durante nuestra extendida visita de varias semanas que nos ha llevado a parajes poco frecuentados por compatriotas como los estados de Kentucky, Indiana, Tennessee y Georgia, que bien podrían ser comparables a nuestras provincias, donde hemos podido observar particularidades que podrían elevar la calidad de nuestra oferta turística. Hacer turismo, por ejemplo, no es construir una avalancha desordenada de rascacielos con hoteles como pecas para adornar el entorno a través de descontrolados incentivos fiscales, tal y como hemos experimentado en nuestra capital.
El detalle en la planificación urbana es el elemento clave en el éxito o fracaso de nuestra clase política. Posterior a una larga lista de fracasados y aburridos burgomaestres capitalinos, el alcalde José I. Blandón tiene el reto de hacer explotar los globos de la ineficiencia con la fina aguja de la atención a detalles que pueden hacer la diferencia entre la actual Babel y una joya turística, que le impulsen al estrado presidencial durante el próximo periodo para así estampar el mismo sello a nivel nacional.
Ante todo, atención a la polución visual: En muchas urbes norteñas el fracasado sistema público de recolección de deshechos ha sufrido una privatización que permite al proveedor de servicio de recolección de basuras ofertar el servicio gratuito a cambio de lucrar finamente con la venta del producto reciclable y la oferta de deshechos orgánicos como abono. En este siglo XXI simplemente no nos podemos dar el lujo de enterrar o quemar la basura con el consecuente daño al medioambiente y la salud de compatriotas.
Los habitantes del estado de Tennessee, furiosos ante la andanada de basuras en sus carreteras, impulsaron una ley estatal que impone multas de hasta $10,000 a los cochinos que arrojaban desechos a lo largo y ancho del sistema estatal de autopistas. La diferencia es evidente, durante los cientos de kilómetros que circule, iniciando en la hermosa ciudad de Chattanooga, ubicada en el borde con Georgia, escalando las Montañas Azules hasta descender hacia Nashville, columna vertebral de la música country y salir del estado en dirección oeste hacia Bowling Green en Kentucky, no vi ningún papel, lata o nevera al borde la carretera, ninguno. En su lugar, cuadrillas de trabajadores, en su mayoría inmigrantes, peinaban las yerbas con maquinarias pesadas dejando un húmedo aroma de corte fresco, mientras otros recogían los inevitables trozos de llantas recicladas que en algunos casos se desprendían de fornidos camiones, que con el transporte de sus productos, proveen el grueso del ingreso para la manutención y construcción de carreteras a través de la nación americana.
Otro punto clave es la señalización. En este sentido nuestros vecinos hacen valer su tatuaje. Ningún otro país del mundo goza de tan particular sello como Estados Unidos. ¿Qué nos cuesta señalizar adecuadamente nuestras calles? Por qué, por ejemplo, no existe ningún letrero que indique al transeúnte, la ubicación de la iglesia de Natá de los Caballeros, la más antigua de tierra firme del continente, que posterior a su rehabilitación es una joya turística sin explotar, cuando su homóloga basílica del Cristo de los Milagros en Buga, Valle del Cauca, Colombia, es un reflejo de calidad en turismo religioso, recibiendo más visitantes anuales que el número de turistas hacia el istmo de Panamá. ¿Dónde están la Alcaldía, la Gobernación, la Autoridad de Turismo, el Instituto Nacional de Cultura y nuestro orgullo nacional? ¡Temas tan sencillos y tan ignorados!
No todo termina aquí, pero quisiera resaltar la importancia de las aceras, algo a todas luces sencillo y clave en el éxito del turismo y el respeto a los ciudadanos. Durante mis extensas conversaciones con el alcalde Ron Payne y la directora ejecutiva del Centro de Visitantes y Convenciones del encantador poblado de Owensboro en Kentucky, denominado Capital Mundial de la Barbacoa, me enteré que cuentan con un grupo de colaboradores que semanalmente escudriñan cada centímetro cuadrado de aceras municipales, reparando in situ daños acaecidos por caídas de árboles, accidentes de tránsito y el pasar de los años. Mensualmente, se recomienda la activación de nuevas aceras y senderos que sirvan, por ejemplo, a la nueva ola de ciclistas y a diario se escucha el clamor de los ciudadanos ante cualquier detalle que requiera la atención municipal.
Tres temas tan sencillos que hacen una notable diferencia entre un muladar y un diamante que brilla por fuerza propia. Y pensar que nuestro Panamá tiene tanto más que ofrecer deja a flor de piel el rascar el cerebro y preguntarnos ¿por qué no emulamos estos ejemplos y mejoramos tridimensionalmente nuestro turismo y el respeto a nuestros ciudadanos?

Desde el corazòn de Dixie

Diario Panamá América
5 de julio de 2014

Desde el corazón de Dixie
Jaime Figueroa Navarro

El domingo pasado, nuestro vuelo desde Tocumen descendió cuatro horas después en el Aeropuerto Internacional Hartsfield, situado a 11 kilómetros al sur del centro de Atlanta, siendo este el aeropuerto más transitado del mundo. El trámite migratorio y aduanal fue relativamente expedito, y nos permitió abordar el busito de la arrendadora de autos casi media hora posterior al aterrizaje.
Como todo en Norteamérica, el tiempo es de esencia y el despacho del compacto Ford Fiesta con menos de 1,000 kilómetros recorridos, se hizo como reloj, dispensándonos la opción de escoger entre una fila de otros autos igualmente nuevos y sin necesidad de revisar si existía un rayón o si la llanta de repuesto estaba inflada, como es la costumbre en Tocumen. La selección del tamaño del auto la hice utilizando el criterio que éramos dos pasajeros y que recorreríamos varios estados, con el consecuente ahorro en el combustible, algo que le pareció muy extraño al despachador que insistía en ofrecernos un auto de mayor tamaño al mismo precio.
EL ACUARIO DE ATLANTA ES EL MÁS GRANDE DEL MUNDO. HASTA UN ANCIANO MARCO POLO QUEDA IMPRESIONADO POR SU TAMAÑO Y VARIEDAD. VISITAMOS EL TÚNEL DEBAJO DEL MISMO, EQUIPADO CON UNA CORREA MÓVIL, ADMIRANDO A DIESTRA Y SINIESTRA BALLENAS, ENORMES MANTARRAYAS, TIBURONES Y GRAN CANTIDAD DE VARIADOS PECECILLOS DE UN ARCOÍRIS DE COLORES.
Ya dentro del auto, instalamos mi sistema Garmin de GPS para dirigirnos con precisión a cualquier sitio dentro de Estados Unidos. Si es usted un viajero frecuente, la inversión en este sistema le ahorra los $18 diarios que exige la arrendadora por el alquiler de su sistema.
Nos acogió 45 minutos después en su residencia ubicada en el suburbio de Marietta, nuestra amiga y excolega de la industria de telecomunicaciones, Gracia Erazo. Antes de salir a cenar, revisamos exhaustivamente nuestro itinerario del lunes para asegurar que la mejor ruta al centro de la ciudad de Atlanta era disponiendo de nuestro auto de alquiler en la estación Sandy Point (del sistema de metro localmente conocido como Marta), dentro del estacionamiento bajo techo gratuito para los usuarios de menos de 24 horas. Gracia nos puso a disposición dos tarjetas Breeze, que cargamos en la estación con $5 cada una, el costo del pasaje ida y vuelta, que representa un significativo ahorro en dinero y tiempo.
El lunes visitamos las atracciones más importantes de la ciudad: Georgia Aquarium, The World of Coca Cola y la sede mundial de CNN, todos estratégicamente ubicados, cercano uno del otro.
El acuario de Atlanta es el más grande del mundo. Hasta un anciano Marco Polo queda impresionado por su tamaño y variedad. Visitamos el túnel debajo del mismo, equipado con una correa móvil, admirando a diestra y siniestra ballenas, enormes mantarrayas, tiburones y gran cantidad de variados pececillos de un arcoíris de colores. Asistimos al impresionante show de delfines para posteriormente visitar el ala de los pingüinos y las juguetonas ballenas beluga, finalizando en el ala de peces de agua dulce, rodeados siempre de niños de todas las edades y enorme entusiasmo. La opción de bucear en el tanque mayor no dejó de seducirme, pero desistí al pensar sobre la posibilidad de un infarto a mi esposa al verme en el atuendo submarino al lado de todos esos peces mucho más grandes que yo.
Un ala muy popular del Mundo de Coca Cola, el museo de la embotelladora más grande del mundo, es la que permite al visitante saborear variados productos de todas partes del mundo. Me gustó mucho la versión de soda de uva de China y me pareció terrible una bebida italiana, opinión que compartió una dama que groseramente escupió el líquido al saborearle mirándome con cara de pocos amigos, como si yo hubiese planeado el incidente. No deja de ser una simpática coincidencia que la primera subsidiaria internacional de la famosa bebida fue establecida en la República de Panamá, algo que debiese estimular a un hábil empresario del patio en convertir el famoso Café Coca Cola de la plaza de Santa Ana en un obligado punto de visita para todos los turistas del Casco Antiguo.
CNN es la mayor agencia de noticias del mundo. Una visita a su casa matriz no deja de impresionarnos al poder visualizar de primera mano la complejidad de sus operaciones. Lastimosamente durante el horario de nuestra visita, los estudios de CNN en Español se encontraban en receso y no tuvimos la oportunidad de intercambiar con algunos de sus conocidos reporteros.
Vivir toda esta variedad de actividades durante una jornada es verdaderamente enriquecedor, nutriendo al espíritu de nueva savia y al cerebro con experiencias que permanecerán retratadas para toda la vida. No en vano solemos decir que permanecer mucho tiempo en el mismo sitio oxida el alma. La oportunidad de viajar oxigena y nutre nuestras vivencias.