La Estrella de Panamá
15 de enero de 2009
Hacia la Conquista del Caribe
Jaime Figueroa Navarro
Visitado primerizamente por el Descubridor hace más de 500 años, el Caribe panameño llama tentadoramente a un ordenado desarrollo vial que permita la modernización e integración al siglo XXI de todos sus vergonzosamente desdeñados moradores.
Recientemente tuvimos la oportunidad de visitar dos relegados poblados de la costa veragüense: Belén y Calovébora. Al primero, cercano a la frontera de la provincia de Colón y vialmente inasequible, le tocamos vía helicóptero durante una gira de los candidatos por el cambio.
En víspera del inicio del año escolar, los niños de Belén, después de más de dos años que un evento de la naturaleza hicieron añicos su escuela, aún tienen que asistir a clases en una choza que también funge como Alcaldía. Su Centro de Salud cuenta con escasas medicinas. ¡Bochornosa indiferencia de las autoridades!
A Calovébora, al otro extremo del Caribe veragüense, arañando la provincia bocatoreña, arribamos por el sendero desde Santiago vía Santa Fé.
A Dios gracias la época lluviosa no había aún estrenado. Aún así nos quedamos estancados en el lodo, pese a trasladarnos en un vehículo Hummer todo terreno. La primera ocasión, en la célebre bajada del campamento del MIDA, donde permanecimos aproximadamente tres horas.
La segunda, en el poblado de Río Luis, donde pernoctamos en hamacas en la residencia de Alberto y Celedonia Blanco, que nos ofrecieron albergue y una cátedra en hospitalidad.
La improvisada cena alumbrada por velas, a falta de energía eléctrica, consistió de arroz y una ‘pescuezipelada’ gallina de patio sazonada sobre leña, más suculenta que la oferta culinaria de numerosos paradores capitalinos.
Inescrupulosos políticos han adornado todas las viviendas con banderas del PRD, a cambio de bolsas de comida. Nuestras entrevistas a lugareños nos indicaron sus preferencias por el cambio, muy a pesar de sus distintivos.
Algunos de los limitados logros de la Patria Nueva en esta olvidada región incluyen un zarzo o puente peatonal sobre el Río Caloveborita en Río Luis y 40 letrinas en Calovebora, logros adornados por muy cacareadas placas, como si fuese el mandatario el que las construyó y no los impuestos de todos.
A nuestro arribo a Calovébora en una fresca mañana dominical, tropezamos con el corregidor Eusebio Sánchez, güira (weed eater) a mano, podando el césped en un predio municipal.
¡Pintoresco ejemplo de intachable funcionario que ojalá podamos suscitar en el gobierno del cambio!
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