domingo, 12 de febrero de 2012

Bosquejando el futuro turístico istmeño

La Estrella de Panamá
Miércoles, 15 de febrero de 2012
Bosquejando el futuro turístico istmeño
Jaime Figueroa Navarro
Durante mi infancia, solía veranear en La Garita de Chepo, quinta familiar que se remonta al siglo XIX, aplaudiendo eternamente a mis padres el acierto de forjar en mí un genuino amor por el medio ambiente, afinado por la comunicación con lugareños de linaje mestizo, cimarrón e indígena entre los cuales figuraban actores tal como Don Miguelito Algandona, inagotable quijote, soldado de la guerra de los Mil Días, peculiarmente ensacado y descalzo, quien recreaba fina prosa de legendarios relatos y bien esbozadas poesías sobre el entorno, habituando remojarse al alba en el balneario Rosaura del majestuoso rio Mamoní donde solíamos encontrarle y en cuyas riberas maduraban apetitosas y refrescantes purpúreas sandías.
Justamente esas vivencias de mi niñez moldearon una acentuada conciencia ecológica que me remolcó a retornar al istmo después de un cuarto de siglo ausente, cuando anidé en las cárceles de concreto del primer mundo, sus estériles y deshumanizantes ciudades, que engendraron en mi una profunda pasión por mi anhelada Panamá, por su excelso verdor y su protuberante naturaleza.
Dos acontecimientos la semana pasada arraigaron aun más mis convicciones: El primero, una gira al Biomuseo, emblemático icono de nuestra frondosidad, donde me acompañaron un nutrido grupo de colegas de APEDE.  Allí, la gallarda Margot López nos disertó sobre el vital impacto del surgimiento del istmo en la evolución del hombre, llegando a la deslumbradora conclusión que todos somos panameños.  El museo es una traza, la exhibición es Panamá.
Seguidamente, acepté el convite a un lozano country store en las laderas del Cerro Ancón por sus labradores, George y Angie Hanily, aquilatados profesionales con arraigada agudeza ecológica, quienes nos presentan un oxigenado restaurante y terraza rodeado por frondosos árboles, su exuberante naturaleza repleta de pajarillos multicolores, ñeques y monos que invitan al visitante a degustar platillos orgánicos istmeños y a la compra de plantas ornamentales, medicinales y frutales originarias del Valle del Toabré, en las cercanías de Penonomé.
La valía de Panamá es multiplicada por su turismo, actualmente la mayor fuente de ingresos de la república.  Su columna vertebral yace en nuestra inmensa riqueza natural, única en el mundo.  Ninguna industria produce más por Panamá, incluyendo su canal. Y eso que nuestro incipiente turismo se encuentra aún en pañales.
Contrariamente a lo que algunos visualizan como un movimiento político, la recién protesta indígena va mas allá en la exigencia de concientizarnos sobre valores y principios que deben regir al homo sapiens en los albores del XXI.  La cacique ngäbe-buglé Silvia Carrera, otrora desconocida para la mayoría de los panameños, nos ha dictado una cátedra en liderazgo, expresando un inmenso amor por su terruño, al que defiende incondicionalmente a capa y espada.
Por todo esto, apuesto a nuestro futuro ecológico.  De seguro, en nuestro lecho de muerte no aludiremos a la acumulación de bienes materiales durante nuestra existencia sino al haber legado a nuestros herederos un mejor Panamá.  Y eso, apreciado lector, no tiene precio.  Por ello es que los Ngäbes, a pesar de sus aparentes limitaciones, gozan de envidiables índices de felicidad y apasionante comunicación con la naturaleza.  ¡Que imponente lección nos han obsequiado! 

2 comentarios:

  1. El ser conocedores de la verdad no nos exime de culpas.

    No somos como panameños lo sufientemente unidos para luchar por lo nuestro, sin embargo durante años luego de la dictadura que pasamos, se nos ha olvidado lo que somos y podemos lograr cuando de verdad nos unimos a luchar por la democracía y soberanía.

    Un pueblo unido su carga puede llevar; un pueblo dividido.
    Nos costará mucho mas salir adelante llevando el peso de la pobreza, la intolerancia y la negligencia de nuestros gobiernos.

    Apoyemos a quienes luchan por una verdad simple y natural.

    Me gusta mucho su artículo Licenciado.
    Gracias.

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  2. De fuerte marfil la patria hay que construir
    de perfilado diamante sus lares acicalar
    de humanizada gente sus tierra poblar
    con respeto y dignidad con el ciudadano compartir
    sin importar si es rico o pobre, incapacitado
    o minusvalido, enfermo o infante, generacional
    o vislumbrado, pues carajo, Panama es la mesa de
    todos los nacidos aqui, y es menester en ella compartir pues la patria de ellos son, de "naiden" mas. "Ase Mesmo"

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