La Estrella de Panamá
Miércoles, 23 de mayo de 2012
Más allá
Jaime Figueroa Navarro
Nos narra la historia que en fecha colonial, para los indígenas cueva Panamá significaba “abundancia de peces”. En sus expediciones, posterior al descubrimiento del Mar del Sur, Vasco Núñez de Balboa y Antonio Tello de Guzmán hacen referencia a un poblado llamado Bannaba.
Cimentando la conjetura, Pedrarias de Ávila en nota al Rey, sobre este tema, narra: “Vuestra alteza sabrán que Panamá es una pesquería en la costa del Mar del Sur e por pescadores dicen los indios Panamá”. Es de allí donde surge el significado figurado de abundancia de peces, cuando en contexto lo que se intuye es distancia o lejanía. Al decir bannaba, los indígenas querían decir “más allá”, la travesía de una aldea a la otra. Los españoles sin saber, presuponían que ellos aludían algún sitio.
Este preludio a nuestro apunte va mano en mano con nuestra visión de desarrollo turístico, muy contrario a lo habitual, para un bannaba atiborrado de grúas y niveladoras. Más allá de la tarea presente, lo que precisamos en turismo es hurgar y cultivar, desarrollando un conjunto de caminos y sitios en veredas existentes maximizando el usufructo de nuestro patrimonio histórico cultural.
De este a oeste, surcando nuestra floreciente cuna, primordial resulta, con motivo de la celebración el próximo año de los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur, el urgente trazado del sendero de Balboa en el Darién, tema de continuadas pesquisas con múltiples actores, cinceladas en la Comisión de Turismo de APEDE, que me enaltece presidir, para que nuestros distinguidos visitantes abriguen una auténtica perspectiva, engendrando a la vez un asentado anzuelo turístico, en lugar de bregar torpemente entre bares y casinos capitalinos durante las efemérides.
Para hinchar la valía del sitio de Panamá Viejo, prima ciudad del Pacifico de las Américas y sede, durante siglos, de su más alto rascacielos, bien valdría la pena reconstruir de sus ruinas y calles empedradas una hostería boutique, cual ninguna en el globo, con fino refectorio de diseño y aroma colonial, conquistando opulentos comensales y feriando su caudal histórico.
Desde allí, a través del Puente del Rey, santiguando la cordillera, el Camino Real hacia Portobelo, nos brinda la oportunidad de desarrollar un transcendental sendero turístico que permita al caminante apreciar azuladas mariposas, exuberante verdor y respirar historia en el único camino interoceánico en la faz de la tierra.
Por ahí brotamos lo que pudiese ser, en lugar de estéril oferta, una meca mundial bannaba, maximizando nuestra legendaria centella y cautivando, como en los trechos de la conquista, a forasteros y propios.
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