jueves, 4 de septiembre de 2014

Gastronomía a prueba de idiotas

Diario Panamá América
6 de septiembre 2014

Gastronomía a prueba de idiotas
Jaime Figueroa Navarro


A pesar que las estadísticas reflejan que la mayoría de los matrimonios fracasan por carencias económicas, infidelidades y por el aburrimiento de las parejas, ningún análisis trasluce las fallas en la cocina como motivo de divorcio.  Es por ello que el éxito de un matrimonio perfecto, si la dama se desenvuelve en asuntos gastronómicos, lo más seguro encaminará a que el caballero no se vaya a descarriar o aburrir, sino mas bien conducirá como desenfrenado taxista a través del cotidiano tranque para llegar a casa pronto y golosear lo que se este preparando.  No en vano dicen que el amor entra por la boca.

Decidieron bien los militares en orquestar el golpe de estado un viernes de quincena.  Era de rigor en la América Latina de la época, siendo Panamá hasta entonces parte de una minoría cuasi democrática, la ilegal toma del poder con la bendición de la Embajada Americana, cuyos regentes sarcásticamente preferían lidiar con las charreteras bajo la siempre inminente amenaza de Cuba y su ideología socialista.  Así lo leí, recién cumplido los quince, en la edición dominical del diario Boston Globe del 13 de octubre de 1968 durante mi internado de preparatoria en Massachusetts.

Los setenta fueron años de consolidación de la doctrina torrijista que irónicamente copió muchos de los ejemplos cubanos, incluyendo la imagen del dictador saboreando uno de los puros que Fidel le despachaba con fraternal cariño revolucionario.  A finales de la década, posterior a interludios universitarios en Francia, Pennsylvania y Nebraska, disimiles destinos que forjaron mi carácter, me integre formalmente a sudar bajo el sol del mediodía istmeño en IBM.

Era IBM la compañía más admirada del mundo.  Su subsidiaria panameña, a pesar del desmañado entorno, reflejo de un estado militarizado por un lado y colonizado por el otro, era un globo de eficiencia empresarial, espejo de todos sus multinacionales desvelos.  Fue allí donde conocí a Tillie Bellizzi Varcasia, inquietamente hormigueando documentos cuyo control dominaba magníficamente, estelar ejemplo de organización en aquellos tiempos preliminares a la génesis de la internet y la época de comunicación celular.

¿Quién iría a pensar que esta culta, multifacética pintora, nos regalaría tres décadas después, una obra que si resuelve el diario quehacer posterior a la luna de miel de todo matrimonio?  Sin pepitas en la lengua nos narra Tillie el menú de su primera cena con invitados posterior a sus nupcias:  “arroz blanco, tuna de lata y pork and beans”, uno de los platos que a menos que tengas tu propio chef, son aun comunes en los primerizos afanes conyugales. 

Su libro La Mesa está servida nos obsequia más de 600 recetas del día a día, ofreciendo un variado menú de desayunos, almuerzos y cenas para 90 días que de seguro han de atar al león a su guarida, tomo que incluye las prácticas listas del supermercado semanal en tiempos en que hay que contar los reales de la canasta básica.  En palabras de su autora, el libro pretende ser una guía para las amas de casa en la organización de sus comidas, pero a la vez, una importante ayuda para el servicio doméstico, estudiantes y principiantes, ofreciendo un menú variado con recetas sencillas y fáciles de elaborar, pero con un toque gourmet para halagar el paladar de toda la familia.

Cuenta la obra con cultivadas secciones en temas como los favoritos de los niños, para un día especial, postres caseros fáciles y rápidos, bebidas y refrescos, salsas aderezos y vinagretas, boquitas para las visitas, una vez al año no hace daño, celebremos Navidad, recetas de aquí y allá, la pesca del día, domingos de barbacoa, creatividad en los tiempos de crisis, propiedades y beneficios de los alimentos, tabla de calorías, tips de cocina y etiqueta.


Me place anotar que a pesar de su recetario, al pasar de los años su autora se mantiene igual de esbelta.  Ya lo sabe, el mejor regalo de bodas, de rigor para su hija (o hijo) que va a estudiar en el exterior sin saber freír un huevo y para los panameños que allí viven, al igual que como guía inseparable de su empleada domestica, nada mejor  que este práctico libro, gastronomía a prueba de idiotas.  ¡Bon appetit!        

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