Diario Panamá América
6 de
septiembre 2014
Gastronomía
a prueba de idiotas
Jaime
Figueroa Navarro
A pesar que las
estadísticas reflejan que la mayoría de los matrimonios fracasan por carencias
económicas, infidelidades y por el aburrimiento de las parejas, ningún análisis
trasluce las fallas en la cocina como motivo de divorcio. Es por ello que el éxito de un matrimonio
perfecto, si la dama se desenvuelve en asuntos gastronómicos, lo más seguro encaminará
a que el caballero no se vaya a descarriar o aburrir, sino mas bien conducirá
como desenfrenado taxista a través del cotidiano tranque para llegar a casa
pronto y golosear lo que se este preparando.
No en vano dicen que el amor entra por la boca.
Decidieron bien los
militares en orquestar el golpe de estado un viernes de quincena. Era de rigor en la América Latina de la
época, siendo Panamá hasta entonces parte de una minoría cuasi democrática, la
ilegal toma del poder con la bendición de la Embajada Americana, cuyos regentes
sarcásticamente preferían lidiar con las charreteras bajo la siempre inminente
amenaza de Cuba y su ideología socialista.
Así lo leí, recién cumplido los quince, en la edición dominical del
diario Boston Globe del 13 de octubre de 1968 durante mi internado de
preparatoria en Massachusetts.
Los setenta fueron años
de consolidación de la doctrina torrijista que irónicamente copió muchos de los
ejemplos cubanos, incluyendo la imagen del dictador saboreando uno de los puros
que Fidel le despachaba con fraternal cariño revolucionario. A finales de la década, posterior a
interludios universitarios en Francia, Pennsylvania y Nebraska, disimiles
destinos que forjaron mi carácter, me integre formalmente a sudar bajo el sol
del mediodía istmeño en IBM.
Era IBM la compañía más
admirada del mundo. Su subsidiaria
panameña, a pesar del desmañado entorno, reflejo de un estado militarizado por
un lado y colonizado por el otro, era un globo de eficiencia empresarial,
espejo de todos sus multinacionales desvelos.
Fue allí donde conocí a Tillie Bellizzi Varcasia, inquietamente
hormigueando documentos cuyo control dominaba magníficamente, estelar ejemplo
de organización en aquellos tiempos preliminares a la génesis de la internet y
la época de comunicación celular.
¿Quién iría a pensar que
esta culta, multifacética pintora, nos regalaría tres décadas después, una obra
que si resuelve el diario quehacer posterior a la luna de miel de todo
matrimonio? Sin pepitas en la lengua nos
narra Tillie el menú de su primera cena con invitados posterior a sus
nupcias: “arroz blanco, tuna de lata y
pork and beans”, uno de los platos que a menos que tengas tu propio chef, son aun
comunes en los primerizos afanes conyugales.
Su libro La
Mesa está servida nos obsequia más de 600 recetas del día a día,
ofreciendo un variado menú de desayunos, almuerzos y cenas para 90 días que de
seguro han de atar al león a su guarida, tomo que incluye las prácticas listas
del supermercado semanal en tiempos en que hay que contar los reales de la
canasta básica. En palabras de su
autora, el libro pretende ser una guía para las amas de casa en la organización
de sus comidas, pero a la vez, una importante ayuda para el servicio doméstico,
estudiantes y principiantes, ofreciendo un menú variado con recetas sencillas y
fáciles de elaborar, pero con un toque gourmet para halagar el paladar de toda
la familia.
Cuenta la obra con
cultivadas secciones en temas como los favoritos de los niños, para un día
especial, postres caseros fáciles y rápidos, bebidas y refrescos, salsas
aderezos y vinagretas, boquitas para las visitas, una vez al año no hace daño,
celebremos Navidad, recetas de aquí y allá, la pesca del día, domingos de
barbacoa, creatividad en los tiempos de crisis, propiedades y beneficios de los
alimentos, tabla de calorías, tips de cocina y etiqueta.
Me place anotar que a
pesar de su recetario, al pasar de los años su autora se mantiene igual de esbelta. Ya lo sabe, el mejor regalo de bodas, de
rigor para su hija (o hijo) que va a estudiar en el exterior sin saber freír un
huevo y para los panameños que allí viven, al igual que como guía inseparable de
su empleada domestica, nada mejor que
este práctico libro, gastronomía a prueba de idiotas. ¡Bon appetit!
super bueno tu escrito jaime!!
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