Del escritorio de Jaime Figueroa Navarro Panamá, miércoles 21 de septiembre de 2011 ¡Actitud mijito, Actitud! Jaime Figueroa Navarro En plena faena de extraer las conclusiones del XVI Foro de Turismo de APEDE, la semana pasada nos cursó invitación el Profesor Luís Carlos Arosemena de la Facultad de Turismo de la Universidad Americana a una interesante tertulia con empresarios, psicólogos, pedagogos y hoteleros para rasgarnos el cerebro sobre el currículum, expectativas y el desempeño de los graduandos de esa escuela de estudios. Dialogando sobre estudiantes en general, escudriñamos su formación, atributos y perjuicios, llegando a la conclusión de que la escolaridad previa no llena las expectativas deseadas. Ello me hizo recordar el lema de mi alma mater, la Academia Militar de Valley Forge en Pennsylvania: “Dénos su hijo y le devolveremos un hombre”. Y es que el ingresar exige un periodo de riguroso entrenamiento de diez semanas en el que uno se convierte en un “plebe” como todos los demás nuevos cadetes y de allí se va puliendo hasta llenar los atributos para formar parte del Corps of Cadets. Cuarenta años después, todavía lustro mis zapatos y mi mente, a diario. Estudiar turismo no es entrenar personal para convertirles en mucamas y cantineros. Va mucho más allá. Turismo es pasión, emprendimiento y actitud. La industria, a la cabeza en el istmo, que sobrepasa al Canal de Panamá en ingresos, exige verdaderos líderes que con entusiasmo, sencillez y ejemplo, impulsen a las nuevas generaciones al pleno desarrollo de sus capacidades, que sirvan de guía a los jóvenes para que como esponjas, absorban los conocimientos y maximicen sus capacidades impulsando de esta manera, un cambio efectivo y permanente en la actitud de servicio en el homo sapiens panamensis, estampando en su cerebro que calidad, es, simple y llanamente, hacer las cosas bien la primera vez. Los enormes retos de la educación panameña van más allá de la calidad y adiestramiento de sus maestros y actualización curricular. Exigen un cambio de mentalidad hacia la búsqueda de la excelencia donde se imite al mejor en lugar de denigrarle, donde la actitud haga la diferencia y la urbanidad sea su común denominador. Actitud no es, por ejemplo, aprenderse de memoria las estrofas del himno nacional. ¡Es entonarlas henchidos de emoción con la sangre cabalgando en un corazón preñado de afecto por la Patria! |
martes, 1 de noviembre de 2011
¡Actitud Mijito, Actitud!
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