miércoles, 24 de julio de 2013

Caminando Paris

Revista Vivir Mas (Edición 027)

Diario La Prensa

Domingo, 14 de julio 2013


Caminando Paris
Jaime Figueroa Navarro
A sugerencia de Benita Ferrero Waldner, elegante dama obsequiada de elocuente personalidad y refinada lozanía, diplomática austriaca y Presidente de la Fundación Euroamérica, durante el I Foro Panamá - Unión Europea, celebrado en nuestra capital en diciembre pasado, iniciamos la planificación para destapar una intima visión istmeña a grupos de inversionistas, empresarios y curiosos en las más trascendentes urbes europeas. Paris en primavera, pensé: la joie de vivre!  Existe otro cielo en la tierra, más allá del terruño.
Evocando mi primera visita, era un floreciente joven adolescente que frisaba apenas los 15 abriles durante el turbulento verano de 1968, en medio de disturbios estudiantiles contra la V Republica de Charles De Gaulle, melenudo y rebelde, eruditamente escudriñando el popular libro de la época Europe on $5 a day durante la travesía aérea vía Air France desde Nueva York, mi corazón no deja de desenfrenarse al tocar por enésima vez la capital francesa, museo de la humanidad y sede del alma.
Paris es una de los destinos turísticos más populares del mundo, por encima de 30 millones de visitantes extranjeros anualmente pululan sus henchidas arterias.  Durante siglos, faro de cultura y arte, capital mundial de la moda, gastronomía, literatura y el pensamiento, personifica todos los atributos que ofrece la civilización humana. 
Aterrizando desde Madrid el fin de semana, necesitaba adaptarme al diagrama particular de la ciudad que hurgaría anterior a mi conferencia el lunes por la noche, y nada como caminarla para desnudar su autentico sabor.  Laborioso afán, recorrer interminables kilómetros de calles adoquinadas, circundadas por la sublime arquitectura neoclásica parisina, inhalando sus complejas fragancias y paladeando suculentos manjares en sus cafetines.
El sábado al mediodía, con sonrisa de oreja a oreja, como si fuésemos antiguos conocidos, me acoge en el aeropuerto Iris Rodríguez, preñada joven inmigrante hondureña, que opera el servicio de transporte Danny Xpress en conjunto con su gentil esposo colombiano, manifestándome una visión centroamericana de Paris, en particular contraria al epigrama propio de los guías de turismo tradicionales, por su embarre de sapiencias desde el prisma opuesto de nouveaux arrivées que asedian Paris de todos los confines del mundo, resultado de la plena globalización del siglo XXI.        
Examinando la cartelera de hoteles en TripAdvisor, portal de turismo que a partir de su fundación en el año 2000 se ha convertido en el categórico gurú para la selección de hoteles, restaurantes y sitios de visita alrededor del mundo, con mas de 32 millones de afiliados y 100 millones de testimoniales y opiniones,  enunciando los mejores sitios como resultado de las sanas crónicas de sus usuarios y no de publicidad fatua, esa nublada tarde (a Dios gracias, jamás llovió durante las 72 horas de mi repaso, muy a pesar de ser el pronostico precisamente lo opuesto) , nos afincamos en nuestro muy particular albergue, el Hotel Original, por su personalidad, ubicación y precio (€187 Euros, un tris más de 250 dólares por noche, relativamente económico en términos Parisinos), justo al lado de la Plaza de la Bastilla, en el undécimo arrondissement (distrito especial, Paris consta de 20 de ellos), cercano a la chic Place des Vosges, repleta de restaurantes, cafés y avispada vida nocturna, al igual que boutiques y galerías, convirtiéndole en uno de las zonas de mayor boga de  Lutèce, como fue bautizada esta ciudad por los Romanos hace poco más de dos mil años.
El hotel se ubica en el escalafón 104 de 1,803 hoteles calificados por TripAdvisor en Paris, que resulta bastante aceptable, cuando consideramos que la mayoría de los que le preceden tasan copiosamente más, y donde el #1 estila tarifas entre $1,000 y $1,700 la noche por una habitación sencilla.  No soy muy entregado a las alabanzas, en particular cuando a hoteles se refiere, pero mi dictamen sobre este albergue en particular en TripAdvisor se titula: “Ni siquiera piense en hospedarse en otro hotel en Paris“, resultado de su innato charme y, valga la redundancia, originalidad.
Posterior a entregarme a los brazos de Morfeo y gozar de un sueño reparador, descendí el domingo temprano al desayunador del hotel, devorando las diferentes variedades en la cesta de deliciosos panecillos baguette, brioche y croissant con mermeladas de moras, frambuesa y mantequilla fresca, empapándoles con un jugo de naranja tan amarillo como el sol al amanecer y un café francés que hizo cabalgar el corazón.
Con la guata bienaventuradamente harta, caminé desde el hotel, a lo largo del río Sena hacia Ile de la Cité.  Esta deslumbrante isla en el medio del Sena custodia un caudal de tesoros históricos, incluyendo La Conciergerie, el Palais de Justice adyacente a la Sainte Chapelle, y por supuesto, la Catedral de Notre Dame.  Fue La Conciergerie la obscura prisión que confinó más de 2,000 victimas de la guillotina, incluyendo a María Antonieta.
Escuchar la Santa Misa un domingo en Notre Dame, sentado al lado de la estatua de Juana de Arco, rodeado de coloridos vitrales, reflejos de la historia, es celestial e inspirador, transportando al feligrés hacia la espiritualidad, la época medioeval y originando remembranzas de la auto coronación de Napoleón en su seno el domingo 2 de diciembre de 1804.  De arquitectura gótica, data de 1163, con sus afamadas gárgolas de más reciente implantación durante el siglo XIX.  Su órgano cuenta con la textura y el color para reflejar el repertorio musical romántico galo de su formidable coro castizamente.  ¡Todo lo demás empalidece en comparación!       
Bendecido e inspirado, visité otra gema cercana en la isla, La Sainte Chapelle, adentrándome en los terrenos del Palais de Justice. Esta catedral del siglo XIII es un ejemplo perfecto del estilo Rayannant de arquitectura Gótica, construida por el rey Luis IX para amparar la Corona de Espinas y un fragmento de la cruz original, inestimables reliquias de la pasión de Cristo. 
La Rue de la Cité, me transportó, pasada la Prefecture de Police (donde laboraba el Inspector Clouseau de la Pantera Rosa)  hacia el Pont de l’Archeveche, uno de los 32 puentes que cruza el Sena, cruzando al Rive Gauche (lado izquierdo de la isla), durante siglos el centro parisino bohemio de creatividad e intelectualismo.  Descendiendo las escaleras de piedra hacia las riberas del río Sena uno se topa con bouquinistes, venduta de libros usados, y pintores exponiendo sus obras al aire libre.
Ya de este lado del río se encuentra la sección medioeval que parcialmente sobrevivió la renovación de Hausmann (1853-1870), hogar del Quartier Latin (Barrio Latino) y del elegantísimo Boulevard Saint- Germain, repleto de soberbias boutiques, donde me detuve a saborear un Ricard, pastis con sabor anísado, en el afamado café Deux Magots y cultivar el pasatiempo favorito de los parisinos, curiosear a la gente, posteriormente pasando frente a La Maison de l’Amerique Latine, presuntuosa mansión erigida en 1704, convertida en 1946 bajo la iniciativa del Ministerio de Relaciones Exteriores en el mas importante centro cultural Latinoamericano en Francia, donde el lunes en la noche dicté  mi conferencia Pourquoi le Panama en la lengua de Moliere.
Del Boulevard Saint-Germain, crucé el Pont Alexandre III, el mas opulentamente decorado puente en el mundo, construido entre 1896 y 1900 con exuberantes lámparas art-nouveau, querubines, ninfas y caballos alados, hacia los Campos Elíseos, atiborrado de las más elegantes boutiques, la avenida mas famosa del mundo, de casi dos kilómetros de longitud, iniciando en la Place de la Concorde hasta el Arco del Triunfo, construido para honrar las victorias de Napoleón.
Amo Paris.  Amo todo lo que representa, su gastronomía, su gente, sus calles.  Sus artistas callejeros que cantan con el alma…sus parejas besándose en cada esquina…esa reserva privada del parisino que se derrite al enterarse que estas perdido…su reverencia por el arte y la literatura.  Su paciencia esperando en línea por un baguette en su patisserie favorita y su eterno conversar sobre los puntos mas importantes de la vida durante un almuerzo en un café, consumiendo vino, queso y expressos.  Son tan civilizados.  Viven una vida balanceada donde los placeres sensuales y las relaciones juegan un papel similar, y de hecho, sobrepasan las ambiciones por el dinero o el poder.  Paris apoya una cultura que valora el arte y la filosofía más que el dinero y el poder.  Hay, por ejemplo, más chefs que abogados.  No obstante los parisinos se visten impecablemente, y a pesar de lo caro, pueden beber una taza de café.  Con la notable diferencia, que el café, como todo lo demás en Paris, es exquisito.








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