miércoles, 11 de septiembre de 2013

Vergüenza de Belleza Natural


Diario El Panamá América
14 de septiembre 2013

Vergüenza de Belleza Natural
Jaime Figueroa Navarro

Mientras el diario The New York Times describe Panamá como “an embarrassment of natural beauty” nos acercamos a la simbólica fecha de celebración del descubrimiento del Océano Pacifico.  Quinientos años de historia no se fuman en pipa y el verdor istmeño no deja de maravillar.  Más allá de una conmemoración, habría que explotar turísticamente ambos pilares entrelazando estos dos activos de forma permanente y perdurable.

Convidado por la Fundación Parque Nacional Chagres al Lanzamiento del Plan de Implementación del Fondo Chagres 2013-2016, cuyo énfasis es el turismo, la semana pasada nos acercamos a la Finca AgroForestal Las Conchas, en la carretera Madden, Chilibre.  Su misión: garantizar el desarrollo sostenible del Parque Nacional Chagres y su zona de amortiguamiento, a través de la conservación de la biodiversidad biológica, los ecosistemas y recursos naturales, con énfasis en el recurso hídrico, reconociendo la importancia estratégica para la economía del país y de las presentas y futuras generaciones”.

Allí, bajo un imponente rancho, con la presencia de todos los actores, sépase directivos, lideres comunitarios, campesinos, artesanos, chefs, asistentes, mentes creativas e invitados, nos sentamos a escuchar los planteamientos de los jugadores claves: Guido Rodríguez, Dignatario; Rosamaría Guerra, Directora Ejecutiva; Adrián Chang, Coordinador de Proyectos y otros múltiples representantes de las comunidades,  para posteriormente deleitarnos con una presentación folclórica y un apetitoso almuerzo en total cadencia con el olor a tierra y agua fresca que exaltó el chubasco diario de la temporada.

Al solicitar mi intervención, teniendo bien claros los objetivos del programa, fui un tris mas allá en resaltar dos claves del teorema, axiomas del éxito en turismo.   Señalé que se hace primordial educar a las comunidades en el conocimiento del inglés, como método de comunicación efectiva con los visitantes y potencial multiplicador de ingresos de sus habitantes, al igual que sistematizar el dominio de desechos.  Ser pobre no es sinónimo de ser cochino.  Todo el prodigioso trabajo que perfeccionan sus habitantes se ve marchitado por la basura circundante en el área, y bien cierto, extendido en el resto de la república.   Este elemento de polución visual, que perciben de inmediato los turistas al igual que los aldeanos, no es fértil para el desarrollo de un turismo de altura.  Para saltar el peldaño al primer mundo, el país exige un dinámico liderazgo en estos dos afanes.

Y en turismo istmeño, para pulir el diamante, se exige la amalgama de historia y verdor.  En una epístola que viene predicando hace lustros el especialista austriaco Christian Strassnig, a quien invité como conferencista al XV Foro de Turismo de APEDE, la importancia del desarrollo del sendero turístico del Camino Real.  Acongoja como los españoles nos hurtan el mandado, atrayendo millones de senderistas anuales al camino de Santiago de Compostela, de 741 kilómetros, que si bien es cierto es una fuente de renovación espiritual, el nuestro es un décimo de largo, mucho más hermoso y con sus azuladas mariposas y la mayor variedad de aves en el globo, tramo de transbordo de la mayor fortuna en oro en la historia de la humanidad, un renacer del contacto con la naturaleza y la historia, que tanto añoran los habitantes de las grandes ciudades del siglo XXI, verdaderas cárceles de concreto       

Ignorar el potencial de su atractivo es sinónimo de desidia y desconocimiento de su enorme potencial como acentuada fuente de ingreso a las comunidades que le circundan.  Planificando su desarrollo como atractivo turístico, nos vemos en la obligación, a través de un plan maestro bien estructurado, de construir parajes de arquitectura colonial que sirvan de sitios de descanso, reparo y ocio a los cientos de miles de senderistas, que de seguro se acercarán al istmo, creando otro importante imán al turismo, fuente de nuevos ingresos a cientos de compatriotas, distinguiendo nuestro destino como algo más allá del verdor de Costa Rica, perfumado de una gloriosa historia que no nos pueden piratear.  El Camino Real, reconstruido desde Panamá Viejo hasta Portobelo, captaría en esa forma, de vuelta el oro que le ha cruzado durante siglos de colonia.    

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