lunes, 17 de noviembre de 2014

Discurso de Natá de los Caballeros, Iglesia Santiago Apóstol, 15 de noviembre 2014

Discurso de Fondo, Conmemoración del 15 de Noviembre, Natá de los Caballeros, Coclé, 2014

Jaime Figueroa Navarro

Su Excelencia Reverendísima, Monseñor Uriah Ashley; Honorable Diputada Dana Castañeda; Honorable Arturo Moreno, Alcalde de Natá de los Caballeros; Honorable Representante Tomás Arrocha; Reverendo Padre Samuel Arcía, Párroco de la Iglesia Santiago Apóstol; Don Julio Herrera, en representación de la Fundación Castilla del Oro; Don Hermann Gnaegi, Presidente de la Fundación Natá de los Caballeros, Siglo XXI; Jóvenes Estudiantes, Damas y Caballeros; Compatriotas Todos.

Tengo el gran honor de compartir hoy con ustedes esta proclamación  del 15 de noviembre,   y la imponente tarea de transformarme en un orador de fuego, que sirva como fuente de inspiración, sobremanera para los estudiantes, que representan la savia istmeña, que llevaran hacia adelante la antorcha de la Patria, para quienes tengo un especial mensaje:   A veces, la vida nos da en la cabeza con un ladrillo. Nunca perdamos la fé. Estoy plenamente convencido de que la única cosa que me hace perseverar es la pasión por lo que hago. Tienen que encontrar qué es lo que amán. Y esto es valido tanto en su trabajo como en su relación afectuosa. El trabajo va a llenar gran parte de su vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es engendrando lo que consideren una destacada labor. Y la manera más sencilla de efectuar un trabajo genial es amando lo que hacen. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando. No sean conformistas. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrán cuando lo hayan encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejoran y mejoran al pasar de los años. Así que sigan buscando hasta que lo encuentren. No se acomoden.

Su tiempo es limitado, no lo desperdicien viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el convencimiento que es vivir según los pensamientos de otros. No dejen que el ruido de las opiniones de los demás ahoguen su propia voz interior. Y lo más importante, tengan el temple de apoyar a su corazón y a su instinto. De algún modo ellos ya saben lo que tú realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario.

Los clarines vuelven a llamarnos. No es una llamada a empuñar las armas, aunque armas necesitemos; no es una llamada al combate, aunque combate entablemos, sino una llamada a sobrellevar la carga de una larga lucha año tras año, gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación: una lucha contra los enemigos comunes del hombre: la tiranía, la pobreza, la enfermedad y en nuestro caso en particular, la desigual e inhumana distribución de ingresos en nuestro país.

No creo que ninguno de nosotros se cambiaría por ninguna otra patria ni por ninguna otra generación.  Panamá es un sitio muy especial donde vivir en este  capítulo de su novela.

Después de 23 años fuera, yo también regresé con ese convencimiento hace una década.  La energía, la fe y la devoción que apostemos a nuestro emprendimiento iluminará a nuestra patria y a todos los que la aman, y el resplandor de esa llama podrá en verdad ubicarnos en un sitial especial en el mundo.  Solamente al privarnos de pensar liliputiensemente podremos crecer como país.  Y es un enorme reto.

Con una conciencia tranquila como nuestra única recompensa segura, con la historia como juez supremo de nuestros actos, marchemos al frente de la patria que tanto amamos, invocando Su bendición y Su ayuda, pero conscientes de que aquí en la tierra la obra de Dios es realmente la que nosotros mismos realicemos.

Voy a hablarles de un tema polémico y no pido perdón por ello. Es hora de que nos preguntemos si todavía recordamos la libertad que logramos al ocaso de la dictadura.  La noción que el gobierno emana del pueblo y que no posee otra fuente de poder es aun la más moderna y original idea a través de la larga historia de las relaciones del hombre con el hombre. Plutarco advirtió que "el verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines, donaciones y regalos".  Panamá, más que programas sociales, lo que verdaderamente necesita son planes de estimulo y desarrollo.

No hay nada malo en Natá que no pueda ser cambiado con lo bueno de Natá.  Para renovarlo debemos ser audaces.  Debemos hacer lo que ninguna generación ha tenido que hacer antes. Debemos invertir más en nuestra gente, en su educación, en sus trabajos, en su futuro, y al mismo tiem­po cambiar nuestra actitud del juega vivo y el “no voy” hacia el entusiasmo y la pasión por la excelencia.  Y debemos además hacerlo en un mundo en el que cada vez más debemos competir por cada oportunidad que se presenta.

No va a ser sencillo; exigirá sacrificio, pero puede hacerse, y hacerse en buena lid, sin escoger el sacrificio por el sacrificio, sino por nosotros mismos. Debemos velar por el bienestar de nuestra nación, del mismo modo que una familia vela por el de sus hijos.

Nuestra mayor fuerza es el poder de nuestras ideas. ¿Qué es lo que hace que los pilares de una nación sean altos y sus cimientos fuertes? ¿Qué es lo que hace que una nación sea poderosa y se atreva a desafiar a los enemigos que lo asolan?

No es el oro, no es su riqueza. Los grandes reinos desaparecen en el fragor de la batalla y sus astas descansan bajo la arena.  ¿Acaso es la espada, acaso su ejército? Pregunten al polvo rojo de los imperios que han desaparecido. Su sangre se ha transformado vanamente en óxido y su gloria en decadencia.

¿Acaso es su orgullo? Hay eso que hace aparentar a las naciones prósperas, pero Dios ha terminado destruyéndolas y sus cenizas han caído esparcidas a sus pies.

No es el oro lo que hace grande a una nación, no es su espada, ni su orgullo. Son los intrépidos, los fuertes, los grandes hombres quienes las hacen poderosas. Hombres que permanecen y sufren rectos en la verdad, en la honestidad y en el honor.
Son los hombres valientes, los que trabajan mientras otros duermen.  Ellos son los que construyen los pilares de una nación y los levantan hacia los cielos.  Y son los que hacen la diferencia.

Si quieren algo, vayan por ello. No permitan que nadie les diga que no pueden, y mucho menos aquello que más quieren. Nadie puede pensar por ustedes. Nadie puede elegir por ustedes. Si acarician un sueño, deben preservarlo.

La esencia de la civilización no yace en la multiplicación de necesidades sino en la purificación del carácter.  La actividad creativa debe, por ende, ser el eje animador del futuro de Natá.

Metas, objetivos y su ejecución.  De ello trata el complemento a la actual formación istmeña.  Colmando de entusiasmo actividades que nos permitan conocer profundamente los tesoros que nos rodean y admirar aun más la magnificencia de nuestro paraíso.  ¡Ese es uno de nuestros más grandes desafíos! 

Primordial es abrigar visión.  Fotografiar en la mente las cosas como son y cincelarlas como quisiéramos que fuesen.

Esencial es hospedar las más elementales reglas de urbanidad.  En Colombia, como cándido ejemplo, cuando un niño arroja un papel hacia la calle, su padre o madre le dispensa una palmadita señalando que no es conducta propicia, guardando el papelillo en el bolsillo hasta acercarse al próximo recipiente.  En consecuencia, desde pequeños se manifiesta un pulimento en los futuros ciudadanos.
Tenemos una imponente faena por delante.  Eduquemos sin tregua a nuestros ciudadanos, mejorando su calidad de vida, repasando perennemente que un país es el agregado de todos sus habitantes y no la comodidad de unos pocos.  Seamos amables y practiquemos la cortesía común, comenzando en casa.

En la medida que vayamos esculpiendo al nuevo homo sapiens panamensis, creando una euforia colectiva donde el joven de Natá goce las mismas oportunidades que su homologo capitalino, nunca olvidemos que el mejor embajador de Panamá somos cada uno de nosotros.  Que nuestros visitantes se llevaran una impresión positiva por cada sonrisa sincera y una percepción negativa por cada papelito que lancemos a la calle, recordando que la pobreza es un estado temporal, no necesariamente sinónimo de cochino.  La vida es una.  Vivámosla intensamente bien, con mayor razón al hallarnos en el edén que todos buscan y pocos ubican.

A guisa de introducción sobre la fundación de Natá de los Caballeros, nos obsequia Guillermina Itzel de Gracia, antropóloga panameña, las siguientes observaciones:  “Cuando en 1514 la comitiva encabezada por Pedrarias Dávila hizo su entrada en la ciudad de Santa María la Antigua del Darién en el Golfo de Urabá, le acompañaban más de 2,000 almas de todas las partes de Castilla.

Con él también llegaron las ordenanzas dadas por el Rey Fernando en julio de 1513 sobre la fundación de ciudades en aquellos nuevos territorios.

Aquel mismo año comenzaron a sucederse las primeras exploraciones de la actual Panamá. Así, en 1515 Gonzalo de Badajoz con su hueste de más 80 hombres llevó a cabo el primer recorrido desde Nombre de Dios hasta la actual península de Azuero. A finales de aquel mismo año le secundaría la expedición del Lic. Gaspar de Espinosa, quién durante más de dos años exploró las costas del Mar del Sur y el centro del istmo, dejando constancia en su carta-relación de las buenas noticias sobre lo poblado y de las bondades de aquellas tierras. No escatimó en elogios al hablar de la provincia del cacique Natá:

Con todo el conocimiento previo del terreno, el 20  de mayo de 1522, y bajo la dirección del mismo Pedrarias Dávila, se fundó la ciudad de Natá, siguiendo todo los ceremoniales propios de la época, acuñándosele como santo patrono de la ciudad a Santiago Apóstol. Haciendo un repaso cronológico de los hechos acaecidos, comprobamos como en octubre de aquel año el cabildo de Natá suplicó que se le hiciera “merçed de intitularla o hazella ciudad e darla e conçederla las armas e ynsignas (…)”.  Mercedes estas que se le fueron otorgadas en el año de 1523.

Natá jugó un rol importante para surtir a la ciudad de Panamá de los productos agrícolas y ganaderos necesarios para la manutención de la población. Además, en esta recién fundada ciudad, se prepararon los equipos y víveres con los que se habrían de equipar las huestes encargadas de la conquista y pacificación de Centroamérica, así como de la colonización del Perú.

No hay que olvidar que para los pobladores de la cercana Ciudad de Panamá, que se encontraba a tan sólo treinta leguas, suponía un lugar con un clima más benigno.

Después de más de 490 años, la ciudad de Natá sigue conservando un valioso legado patrimonial: la basílica de Santiago Apóstol (s. XVII),  la capilla de San Juan de Dios (s. XVII-XVIII) y sobre todo una traza urbana, clara evidencia de sus inicios coloniales. Es necesario seguir indagando en la historia de la ciudad, en el vital papel jugado desde su fundación e incluso en su pasado prehispánico, que han hecho de la ciudad lo que es hoy en día.

La puesta en valor del patrimonio existente y la concienciación de sus propios habitantes por lo que les rodea, serán el punto de partida para futuros proyectos, que podrían abarcar desde la restauración, la educación patrimonial o incluso el establecimiento de propuestas para el desarrollo social y/o turístico de la zona”.

Al indagar a un panameño las particularidades de Natá, salen a relucir su iglesia, el Ingenio Ofelina y las instalaciones de Nestlé.  Nada más.  Siempre al encontrar a las demostradoras de Nestlé en los supermercados, les preguntó, para rascarles el cerebro: ¿dónde queda la sede de Nestlé?  Todas, sin excepción, conocen sobre su origen en Suiza, no obstante ninguna sabe la ubicación exacta de su casa matriz en el poblado de Vevey, tema que les recalco al leerle en una etiqueta de cualquiera de sus productos.  “Vevey, así con dos V de vaca e I griega.”  Al encontrarme, a futuro, siempre me recuerdan el “Vevey”.

Asimismo, esta gloriosa e olvidada ciudad de Natá de los Caballeros, merece mejor suerte en un Panamá cuyo siglo XXI forzosamente le obliga a faenas turísticas, sobremanera en provincias, alejados de la cárcel de concreto en que se ha convertido la ciudad capital.

El vertiginoso crecimiento del turismo nacional origina a finales del siglo pasado con los pioneros pasos de Samuel Taliaferro en la apartada villa de Boquete en tierras altas chiricanas.  A través de la aurora de su mágico proyecto, Valle Escondido, Panamá se matiza por vez primera en los mapas del turismo mundial, en particular el pueblo de Boquete, como su sitio #1 de retiro.   Hoy en día, el enriquecido poblado, ya no esta unido a la ciudad de David por un polvoriento cordón umbilical, sino por una moderna autopista, donde a lo inverso del pasado, el destino es Boquete y no David.
Si fuésemos a bosquejar una imagen que iluminase la mente del vidente sobre el capitulo colonial istmeño, al germinar sobresaldría el destello del casco de Balboa apuntando hacia el Mar del Sur desde el cerro Pechito Parao en el remoto Darién y al occidente la muy noble y antigua ciudad de Natá, la de los Caballeros.

Y es que Natá vivamente irradia en su seno, más que cualquier otro paraje de la Castilla del Oro, el ímpetu de esos tres largos siglos: conquista, feudo y catequización. Conquista porque eran estos los batallados dominios del cacique Natá.  Feudo porque arraiga desde sus inicios el granero de la república.  Catequización por no solo ser la más antigua ciudad en su mismo sitio de todo el pacífico de América, sino por servir como cobijo en  sus entrañas a la más antigua iglesia en pié del continente americano.  Por esta síntesis, Natá está aclamada a ser destino de culto.

Hoy, bajo el radiante sol de mediodía coclesano de Natá de los Caballeros, evocamos un glorioso episodio de nuestra historia.  Posterior al grito de La Villa de los Santos del 10 de noviembre de 1821, el natariego Francisco Gómez Miró de Lara proclama aquí la independencia el 15 de noviembre, convirtiéndose Natá en la primera ciudad, que con efecto de polvorín y resultado del inalienable patriotismo y el exuberante verbo de Gómez Miró, expande el fervor independista a lo largo de provincias, eventualmente consagrando la declaración de nuestra independencia de España el 28 de noviembre de 1821 en Ciudad de Panamá.

Es aquí, en la muy noble y antigua ciudad de Natá, la de los Caballeros, como así se denomina al pueblo de Balboa, el de Jerez de los Caballeros en la Extremadura ibérica de aquellos hombres rudos que conquistaron América.  Se sitúa aquí el final del camino de estrellas, como la ciudad de Santiago, la de Compostela, la del campo de estelas, también final del camino de los peregrinos.
Cuentan las leyendas que el arcoíris, el camino del dios Odín, la calzada que comunicaba a los dioses con los humanos, nacía de una vasija mágica. Todos sabemos que esta hermosa tierra, con los caños, fue sepulcro de caciques, que se enterraban entre oros y vasijas de barro, vasijas mágicas, por eso el arcoíris zanjaba en las tierras de Natá y los españoles buscando su origen hasta allí llegaron.

Con su glorioso pasado en mente, hoy realzamos el nexo de Natá de los Caballeros y el apóstol Santiago, como aparece en su plaza, estatua obra del famoso escultor español Don Luis Martín de Vidales, gentil aporte de la Fundación Castilla del Oro, obsesionada en convertir a Natá en destino turístico religioso.

De turismo religioso, amén de todas las antes mencionadas virtudes, trata el Camino de Santiago de Panamá,  entre Portobelo y Natá, el más antiguo en el continente, utilizado ininterrumpidamente desde el siglo XVI.

Es por ello que venimos bosquejando con la curia y bajo la diligente  tutela de Monseñor Ulloa, como espejo de lo trazado en la Declaración de Panamá del I Congreso de la Pastoral de Turismo de septiembre 2014, la emancipación de un pasaporte elaborado específicamente para el desempeño de un fluido turismo al corazón del país.

El poblado de Buga, en el Valle del Cauca de la hermana república de Colombia acoge más de tres millones de visitantes anuales a su Basílica del Cristo de los Milagros.  ¡Que nos sirva de ejemplo de un turismo religioso bien concebido!

La Fundación Natá de los Caballeros Siglo XXI, en su fecunda labor de una docena de años, reluce que Natá tiene  que sacarle partido a su plaza como Ciudad Colonial y por ello estamos aquí, para juntos esculpir un futuro cónsono con su glorioso pasado, desenvolviendo un plan maestro que evoque su magia y que fomente el progreso de este valioso y hasta ahora olvidado paraje, repartiendo, como hizo Jesús en la multiplicación de los panes, la riqueza de su turismo hacia toda la comunidad, afín de su armónico desarrollo.  Para que de esa forma, todos los visitantes, locales y extranjeros ¡saboreen el extremo menguante de su arcoíris colonial!

Es por eso que hoy, y sin tregua, queremos presentar dos solicitudes formales, posterior a consultas con las dos Fundaciones que nos acompañan y con mi colega ausente, Don Jaime Ruiz Peña, Canciller de la Real Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe en España.  La primera solicitud, exhortar a las autoridades la incorporación al nombre y al escudo de Natá de los Caballeros, el titulo de “Muy Noble y Antigua Ciudad” , y la segunda solicitud, humildemente implorar a la Curia, que se inicien los tramites para solicitar la expedita promulgación de la Iglesia de Santiago Apóstol como Basílica, honor que le pertenece tanto a la iglesia como a su fervoroso pueblo y que permitirá un fluido numero de turistas para el futuro desarrollo Natariego.


¡Muchas gracias por su paciencia, buena suerte en sus afanes y pasiones, y que Dios bendiga hoy y siempre a Natá de los Caballeros!

1 comentario:

  1. Me quedo con esto ... ya a 2 años de este discurso que sigue tan vigente en los señalamientos ..." ... No hay nada malo en Natá que no pueda ser cambiado con lo bueno de Natá. Para renovarlo debemos ser audaces. Debemos hacer lo que ninguna generación ha tenido que hacer antes..." y esta moción aplica a Todo Panamá, no solo a Natá ...

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