Diario Panamá América
14 de marzo 2015
Acciones
en Estanco
Jaime
Figueroa Navarro
Los
cambios en el comportamiento de los consumidores se nutren frecuentemente de
irresponsables percepciones lanzadas al libre albedrío por quiméricos prefectos
que poco saben de economía y mucho menos de emprendimiento. Hasta cierto punto, los medios, dentro de la
incipiente charada alrededor de los actos de corrupción que ya era hora se
corrigieran como ineludible capitulo de nuestro madurar político, somos
culpables de prestar nuestra atención y micrófonos a los mequetrefes de
siempre, que sin querer queriendo, le hacen un daño irreparable a la patria.
¿Qué
si la economía está estancada? ¿Qué si
la culpa la cierne el gobierno anterior por tantas obras y tanto endeudamiento? ¿Qué que vamos a hacer ahora que se nos viene
encima una inminente recesión? Pues ¡a trabajar se ha dicho! Tan necesario como las extensas auditorias
emplazadas en cada una de las entidades estatales, se hace el trabajo sin más
dilación. Pero un trabajo fecundo, disciplinado
y correcto. No el apocalíptico reintegro
de los cada vez más frecuentes diablos rojos con su fétida humarada y
desordenado manejo, ni la insensata ocurrencia de pintar las líneas de
separación de carriles de la Cinta Costera en las horas de tráfico pico. El accionar del cambio se lleva hacia
delante, no hacia atrás.
Y
esta no es responsabilidad única del gobierno, porque siempre le inculpamos
cuando las cosas no resultan como deseamos.
Es obligación de todos: gobierno, empresa privada, medios de
comunicación y cada uno de nosotros, que tenemos el compromiso histórico de
velar por que Panamá surja, ya sin culpar al gringo ni a los corruptos, ya sin
levantar el dedo, sino sudando la gota gorda con ahínco, perseverancia y
eficiencia.
El
matutino diario del Partido Comunista Chino, titulado China Daily, solamente
publica buenas noticias. Todos sabemos
que cotidianamente en ese enorme y pujante país asiático existen, como en todas
las otras latitudes, accidentes, desfalcos y crímenes. Estrictamente censurado, el periódico cumple
la maquiavélica función de pintar un lienzo perfecto en un mundo lejos de
serlo. Pero a ese ritmo ruge el
crecimiento de la economía más pujante de oriente convirtiendo percepciones en
realidades. Similares pasquines latinoamericanos
como el nicaragüense Barricada y el cubano Granma
han fracasado por querer dibujar un Sansón al interior de una escuálida
y enfermiza anatomía.
Llega
el momento de actuar y ese momento es ahora. ¿Qué sí de Lesseps guió la más importante
inversión gala en ultramar durante el decimonono? ¿Qué sí Panamá estuvo bajo el paraguas del Pentágono
por 97 años? Resultado de esto y todos
los otros maravillosos eventos históricos acontecidos en nuestro istmo, y no
dejo de citar a Balboa y su avistamiento del Océano Pacífico, más importante
que el descubrimiento de Colón para el desarrollo del comercio mundial, Panamá
se cierne como la joya de América Latina en el siglo XXI. Ningún otro país, y les conozco bien a todos,
nos llega a los talones. Pero no
vivamos del pasado ¡forjemos el futuro!
Al
culminar las obras de expansión del canal el próximo verano, no cavilemos sobre
el aumento del desempleo de aquellos que allí laboraron, empecemos a matizar
las perentorias oportunidades mucho más lucrativas en otros menesteres que
serán creadas como resultado de ellas.
En el turismo istmeño, a pesar de los dolores de cabeza de sus pañales y
la manifestación de los primeros dientes de leche, desarrollemos planes
maestros para el pleno desarrollo de todo su potencial que nos permita lucrar
activamente y permanentemente de la industria que a pesar de todo, sobrepasa al
canal como la de mayores ingresos a la república. ¡Que maravilla que mientras otros destruyen
su medio ambiente en búsqueda de minerales o la construcción de más y más
fastuosas fabricas, nosotros le podemos explotar sin daño colateral, dejando a
los habitantes de las cárceles de concreto del siglo XXI, las manifestaciones
más excelsas de la naturaleza!
¡Nada
de estancamientos! Avispemos el ejemplo
de los venezolanos que hoy nos acompañan pujando el timón de la economía. Asimismo arribaron a las costas floridanas en
los sesenta sacrificados cubanos que no hicieron más que tornar el escuálido y
raquítico mangle de Miami en la capital de América Latina. Aprovechemos la savia y sabia de los
empresarios de todas las latitudes que nos acompañan para esculpir nuestro
brillante futuro. ¡Manos a la obra
Panamá!
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