Diario Panamá América
21
de Marzo 2015
Arrivederci
Roma
Jaime
Figueroa Navarro
A
partir de los pioneros vuelos directos desde Ámsterdam vía KLM en 2008, Europa
se ha convertido en un esotérico mercado de turismo que mucho nos aprecia, a
pesar de lo poco que le conocemos. Los
limitados esfuerzos de nuestras autoridades en agresivamente penetrar esta relevante
plaza de bolsillos profundos y sesudos actores que ardientemente repasan
nuestro destino durante meses antes de su arribo son inexplicables, tal como lo
es la ausencia de funcionarios panameños en la sede de la Organización Mundial
del Turismo con sede en Madrid, apéndice de las Naciones Unidas, ateneo al que
pertenecemos sufragando nuestra cuota anual sin aferrar los mangos bajitos
nombrando allí profesionales plurilingües de carrera que nos agraciarían con
una visión harto profesional, mientras zigzagueamos al libre albedrío entre
error y horror, gobierno tras gobierno, sin una clara planificación del turismo
nacional.
Una
de las geografías de más honda penetración istmeña es la bota italiana,
península de singular forma que paralela a su pasión por el fútbol, de niño me
pareció estar pateando a la isla de Sicilia.
Símil a Estados Unidos, es un país cuya riqueza se concentra en su zona
industrial del norte, notablemente destacando Génova, Milán y Turín en Liguria como
ejes de desarrollo y Florencia como cuna de cultura universal, separados de la
Roma central por los fértiles cerritos ondulados de la Toscana.
De
toda esta enramada con savia creativa resalta Turín, a orillas del río Po,
contornada por los Alpes, que goza de fina arquitectura barroca, neoclásica, rococó
y Art Nouveau, frecuentemente llamada la
"cuna de Italia" por ser el lugar de nacimiento de importantes
políticos que contribuyeron con la unificación de Italia, como el Conde de Cavour,
fungiendo como la capital del Ducado de Saboya desde 1563, luego del Reino de
Cerdeña y finalmente la primera capital de Italia.
Rica en cultura e historia, el sitio natal de Don Bosco
resguarda la Sabana Santa y es sede del segundo museo Egipcio de mayor
importancia universal y del célebre grupo automotriz FIAT (Fabbrica Italiana Automobili Torino), en adición a Lancia y Alfa
Romeo.
Hace siete años, durante una soleada mañana de verano de
2008 al sonar el timbre de mi celular traté de descifrar un irreconocible
numero internacional de la zona 072, Roreto di Cherasco, en el área metropolitana
de Turín, atendiendo un llamado en impecable castellano de Signore Marco Merula,
inolvidable introducción a una de las más caras y apreciadas amistades de mi
existencia, anunciándome su próximo desplazamiento a Panamá y su deseo que le
sirviese de anfitrión.
Curioso por conocer los pormenores de su particular
interés por Panamá, le recogí en el vestíbulo del Hotel Marriott, portando en
sus manos una gruesa y muy rayada guía turística Lonely Planet, que de seguro había triturado durante su extendido
vuelo trasatlántico. Durante las
próximas horas de ese lunes, pasé el examen de doctorado en turismo istmeño con
honores, al responder cada una de sus interesantes consultas con floridos
narrativos de su total complacencia.
En menos de 48 horas, este doctor en matemáticas,
disciplinado por el servicio militar con nutrido bigote, ya había trazado de
forma metódica un plan y antes de su partida adquirido un inmueble e iniciado
los tramites del visado de pensionado, a mi parecer harto arriesgado sin contar
con la aprobación visual de su esposa.
De la misma forma se fraguó su segundo viaje, antes del
cual me intimó telefónicamente su temor que el apartamento ya comprado, no
fuese del gusto de su media naranja Luciana Becchio. Ante ese predicamento, les recogí en el mismo
hotel una lluviosa mañana de abril habiendo encomendado mis oraciones por un
feliz final. De profundos ojos, sonrisa
afable y con un beso en cada mejilla me recibió Luciana en italiano, esbozando
una que otra palabra en castellano, eliminando totalmente la ansiedad de Marco
y mía al aprobar, posterior a minucioso escudriño, el apartamento.
Posterior a ello, sus frecuentes viajes han sido
complementados por la afable compañía de sus queridas hijas y cercanas
amistades, aprovechando Luciana para pulir sus conocimientos de la lengua de
Cervantes y Marco para continuar indagando sobre interesantes parajes más allá
de San Blas y Bocas, ambos enamorados de Panamá y de nuestra gastronomía, sus
patacones, la chicha de guanábana, el chicheme y los seco sours. Apreciar a Panamá desde los ojos de un
visitante nos conduce a un profundo autoanálisis del porque tanta queja ante un
verdadero paraíso.
Pero no termina allí el cuento. La reciprocidad conlleva también nuestra
visita a su patio, siendo recibidos por Marco en Malpensa, aeropuerto de Milán,
para trasladarnos los 143 kilómetros a su departamento de Vía Cavour # 5 en el
mero centro de Torino durante el caluroso verano de 2008, anterior a la visita de su residencia en Roreto di
Cherasco acogedoramente recibidos por Luciana y su simpática colección de
búhos, donde tanto Mayin como yo nos sumergimos en la historia, la cultura y el
buen diente de Piamonte.
Así como en sus tiempos de estudiante universitario en
Turín, Marco quedo flechado por la joven Luciana al pasar conduciendo una
motocicleta Vespa, esta afable pareja se han enamorado de Panamá, guareciendo en
lo más profundo del corazón una apreciación desmedida por los tintes que nos
hacen resaltan y una curiosidad eterna por nuestro terruño que causa envidia y
admiración. Y en cada capitulo, durante
cada visita, nos ilustran sobre los maravillosos cambios a nuestro derredor que
por nuestro diario bregar, miramos pero no vemos. ¡Arrivederci
Italia, benvenuti a Panamá! ¡Grazie
mille amici miei per il pensiero gentile!
Jaime eres un excelente embajador del turismo de Panamá!
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