jueves, 5 de mayo de 2016

El Majestuoso Bayano

Diario Panamá América
7 de mayo 2016

El Majestuoso Bayano
Jaime Figueroa Navarro

Ciudad de Panamá se edifica este siglo como anzuelo al turista cosmopolita, con semanas de 7 domingos, brindis con seco sours por doquier, bronceada y poliglota, asemejando un Manhattan tropical con su Cinta Costera cada día más parecida a la Avenida Atlántica de Río de Janeiro, incluyendo su apéndice, isla de Paquetá, complemento a Taboga.

No muy alejada de la tercera ciudad más elevada del continente americano, se encuentra el frondoso río Bayano, cuyo nombre engendra de un esclavo negro que lideró la mayor rebelión contra los españoles en el siglo XVI,  formando en conjunto con el río Mamoní el mayor afluente de la provincia de Panamá y segundo en cauce en el istmo, recorriendo 206 kilómetros. 

Fuente de vida, sirvió como el granero de la ciudad de Panamá hasta la construcción de la carretera interamericana a inicios del siglo pasado por el Cuerpo de Ingenieros del ejercito norteamericano. Mi tatarabuelo paterno, Dr. Joseph Kratochwill, oriundo del Deutsches Reich, imperio pruso alemán,  médico y caballero de múltiples sombreros, fundó en 1874 el primer ingenio de azúcar de Panamá en Jesús María, poblado con acceso en la época desde La Capitana de Chepo, reemplazada actualmente por el puerto de Coquira y su desembocadura en el golfo de Panamá.

A raíz de la construcción de la represa hidroeléctrica del Bayano en 1976, proyecto cabecera del Mariscal Tito de Yugoslavia, el embalse crea el segundo lago más grande del istmo con una superficie de 352 kilómetros cuadrados, joya turística en potencia, a escasa distancia de Chepo en Cañitas. 


Goza el lago de variadas actividades eco turísticas, cuevas, avistamiento de aves y visitas a las comunidades indígenas Kunas en Madugandí y  Emberá a las riberas del río Mahey.  El fomento de un turismo responsable a través de la creación de sitios de esparcimiento en el área, servirían como potente imán al turismo verde que tanto proyectamos y poco empollamos, que también auxiliaría en la  creación de consciencia en nuestra población sobre la enorme riqueza que gozamos y tanto despreciamos.   

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