Bella
Vista News
Mayo
2016
La Metamorfosis
del Barrio
Jaime Figueroa
Navarro
Con la
excepción de capítulos en ultramar por estudios y trabajo, he vivido en el
corazón de Bella Vista desde el día que mi querida madre Mercedes me trajo a
este mundo en 1952, en la misma morada y con la misma gente. He anidado la metamorfosis del barrio de una amplísima
avenida Cuba con frondosos caobos y guayacanes, habitada en su mayoría por
médicos que laboraban en el Hospital Panamá y el vetusto Santo Tomás, gozando
el contorno de inolvidables pecas como La Inmaculada, refresquería que gozaba
de los mejores “no me olvides” de su época, los teatros Bella Vista y Lux,
donde posterior a su remodelación temprano en la década de los sesenta, se
estrenó la película Esto es Cinerama, con
una novel tecnología de tres cámaras que realzaban la vivencia de los filmes y
no dejemos atrás el Supermercado Riba Smith, fundado en 1949 por dos
visionarios de la venta de abarrotes con calidad.
Ese ambiente amable, donde al concurrir con mis
amigos de escuela los domingos en las mañanas al matiné del teatro Bella Vista
y percibir en camino un forastero, de cualquier edad o nivel social, al hacer
contacto visual salía del alma un obligado y afable ¡Buenos Días! Costaba 25
centavos y acostumbramos comprar por un real una bolsa de mamones al señor
Mamonés quien se arre costaba sobre la baranda de la casa de enfrente para
evitar el acoso de los propietarios del cine.
Los frutos venían en una bolsita de los chinos y su ducho vendedor, ese canoso
señor con el sombrero ancho y la piel negra, bien negra, curtida por el sol, se
aseguraba que ningún mamón estuviese apolimado, reemplazando sin titubear el
reclamo de algún niño.
A
mediado de los 60 partí para continuar mis estudios en una preparatoria cercana
a Boston, alejándome de mi barrio en dos distintos capítulos que sumaron casi
un cuarto de siglo, retornando a inicios de siglo, aburrido por el tedio de una
estéril vida en Estados Unidos, para volver a hervir bajo nuestro sol de
mediodía. Dedique el tiempo a compartir
con mis amados padres, que me dieron la vida y todo, mereciéndose a creces mi
corazón y beso diario, es ese pequeño edificio de 3 pisos donde cada uno tiene
su esquina pero se goza de intimidad familia.
También con mis hijos, ya grandecitos y profesionales, que me han dado
la enorme dicha de 2 nietos.
Ha cambiado
el barrio, pero todavía permanecen íconos como su amplio parque Urraca, Riba
Smith y el renovado restaurante Boulevard Balboa, que todavía presenta los
mejores emparedados istmeños. Tuvo su
época de deterioro, ignorado por burgomaestres, para nuevamente engullir su
espinaca de Popeye y presentarnos en una circunferencia de tres manzanas, el
Hospital Nacional, donde si infarto en casa, puedo llegar a pie a su sala de
urgencia más rápido que en ambulancia, seis restaurantes, una floristería para
obsequiarle flores a mi amada, una estación de metro y una sucursal de las
Ópticas Sosa y Arango, que por décadas tuvo su sede en el Centro Óptico, en
Avenida Justo Arosemena y calle 39.
Por
ello no me cambio, el aroma de familia es muy distinto a llegar a una fría
torre donde al abrir la puerta del elevador, uno no sabe a ciencia cierta que
se encuentra y que idioma habla. Bella
Vista de mis amores, gozas como siempre de esa sello único que nunca cambia. ¡Aquí nací, aquí entregaré mi alma al Señor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario