sábado, 27 de agosto de 2016

La Plantita Que Se Cierra

Diario Panamá América
27 de agosto 2016

La Plantita Que Se Cierra
Jaime Figueroa Navarro

Capitulo curioso de nuestra niñez tropical, en algún momento todos hemos cursado un curso de botánica en la naturaleza con la Mimosa Pudica, una plantita que cuenta con un maravilloso mecanismo de defensa. Al sentirse amenazada por un roce al tacto, inmediatamente reacciona "haciéndose la muerta" o marchita, contrayendo sus hojas sobre el tallo como si se cerraran. Conocida como "tímida o vergonzosa", la mimosa pudica es toda una rareza. Aunque si la idea es tenerla en casa para entretenerse, lo mejor es abstenerse: La mimosa es una planta que para contraerse consume mucha energía, por lo que es mejor no jugar con ella.

Aunque esto no es una novedad para los “baby boomers”, francamente desconozco si la generación Z o “post-milenio”, acostumbrada a interactuar con otros mediante medios virtuales, dedique valioso tiempo a menesteres herbarios.  Menciono todo esto, porque lo que para nosotros es una pachotada, para personas de otras latitudes resulta algo símil a cuando se oyó desde La Pinta el famoso grito de Rodrigo de Triana «¡Tierra a la vista!», dos horas después de la medianoche del 12 de octubre de 1492, anunciando el descubrimiento de América. 

Todo esto lo he mencionado como preámbulo al reciente viaje de mi buen amigo Marco Merula, quien en compañía de su afable esposa Luciana, ha descubierto la América de Cristoforo Colombo, oriundo de Génova, convirtiéndose, más allá en un Adelantado moderno de su más simbólico istmo, Panamá, donde se aproxima desde Turín, ciudad norteña de la península Apenina o bota italiana, unas tres ocasiones anuales desde hace casi una década.

Así como a Luciana le arrebatan las flores, las compras, la buena mesa y los casinos, a Marco le entusiasma sobremanera la naturaleza, las playas, en particular Santa Clara en el litoral pacifico e Isla Grande y Cartí en el caribe istmeño, refrescando el alma con un seco sour al anochecer.

Este ultimo viaje, no obstante, fue diferente.  Llegaron acompañados del nipote, nieto en italiano.  Filippo Monte Merula es un juguetón fulo de once años,  profundos ojos azules y una vivaracha sonrisa que invita a imitarle.  En el trayecto entre Tocumen y la ciudad le entregué como obsequio de bienvenida una camiseta negra My Name is Panama con la caricatura “QUE TRANQUE!” al revés, revelando el colorido choque de un taxi amarillo, el policía de transito escuchando los cuentos y numerosos diablos rojos detrás de un camión de la Mueblería Chantín.  Al observar los menudos detalles, nos obsequió de vuelta la primera de sus sonrisas.

Siendo feriado el próximo lunes, hicimos un experimento social, juntando a Filippo con mi querido nieto Jorge Alfredo, de doce abriles, en senda expedición a Isla Aguja en Guna Yala.  Si no lo ha hecho, hágalo.  El puerto de Cartí es en distancia similar a una visita a Coronado.  Se miraron, balbucearon palabras entre español e italiano y en el camino nos detuvimos para  palpar una mimosa, tema que Filippo encontró harto interesante mientras Jorge Alfredo sonreía de la gracia que le hacia el ver a Filippo tanteando sin fin su nuevo descubrimiento.


Hasta el hastío nadaron en las paradisiacas playas de isla Aguja, convirtiéndose el hito de la jornada el arribo al mediodía de una piragua de pescadores repleta de centollos y langostas vivas, recién arrebatadas al fondo marino, experiencia que Filippo de seguro transmitirá a sus boquiabiertos compañeros de escuela.  Ya al final de la jornada eran entrañables amigos.  Arrivederci Filippo, ahora le toca a Jorge Alfredo el viaje de retorno.  ¡No me lo pierdo por nada!            

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