Apremiantes Incentivos al Turismo
Jaime Figueroa Navarro
Durante una reciente coyuntura tecnológica hotelera la semana pasada, tuve la oportunidad de reflexionar con algunos líderes de la industria de hospitalidad sobre el delicado descenso pronosticado en niveles de ocupación en los paradores de categoría superior en nuestra capital.
El descenso en la demanda se atribuye parcialmente a la entrada al mercado de miles de habitaciones adicionales durante el año en curso. De igual forma se insinúa el continuado desvelo económico global y otros factores como los costos de boletos aéreos hacia nuestro destino. Todos aprecian que el número de visitantes son en su gran mayoría hombres de negocios y no turistas.
Insistimos redobladamente en la implementación de una encuesta de opinión al visitante que permita a ciencia cierta, definir quienes nos visitan, por categorías específicas, para poder perfeccionar nuestros esfuerzos.
La óptima forma de hacer justicia a los inversionistas que han cimentado nuestro centro hotelero, aun tardíamente, es impulsando actividades que regeneren la demanda hotelera.
El fomento de centros de convenciones, no uno sino varios, privados y no estatales, es una formula ganadora. Varios, porque uno solo, no es suficiente para cubrir la nueva oferta. Múltiples para suplir los diferentes nichos en la demanda del complejo mercado de convenciones. Privados, porque existen empresas dedicadas a estos menesteres que administran estos sitios como centros de ganancias y cuentan con la cartera de clientes, no solamente para saciarles, sino también para mercadear vigorosamente nuestro destino complementando la labor de las autoridades.
Hemos expuesto anteriormente la necesidad de incentivar la construcción de centros recreacionales, como parques tematicos, acuarios y zoológicos, que sirvan de imanes, no solamente al turismo sino también a una población, que a falta de esta importante oferta, frecuentan con sus hijos los centros comerciales en sus ratos de ocio, deshumanizando con mayor ímpetu el entorno que nos caracterizaba en generaciones anteriores.
El conjunto de estas iniciativas, de seguro velaría positivamente en el desarrollo del turismo istmeño, resolviendo de una vez por todas, la ansiedad que aflige a nuestros colegas hoteleros. Estos apremiantes incentivos, por encima de otras trascendentes leyes, son tarea urgente en nuestra legislación.
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