jueves, 27 de octubre de 2011

Casco Antiguo y sus extramuros

Turismo Global
Madrid, España
31 de julio, 2009
Visión de Cambio en Turismo: Casco Antiguo y sus Extramuros

A falta de fondos públicos, este proyecto debe ser adjudicado a un empresario privado.
Artículo publicado por el Representante de Panamá en la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Turismo.-
Jaime Figueroa Navarro
En recientes visitas al Viejo San Juan y a Cartagena de Indias, pudimos admirar dos proyectos colosalmente administrados cuyos resultados han sido dos imanes al turismo y la generación de ingresos a empresarios y los respectivos fiscos. Ambos gozan de un común denominador: hacer las cosas bien la primera vez. Se urde el nombramiento en el gobierno del cambio, de un brillante Administrador de la Oficina del Casco Antiguo expandiendo sus responsabilidades para que incluya el desarrollo de sus extramuros, a saber, el Barrio Chino y el área colindante del antiguo mercado público. Este nombramiento no debe obedecer a favores políticos sino más bien a méritos.
Nos parece que el ordenado desarrollo del Casco Antiguo ha sido un rotundo fracaso por una serie de factores muy comunes a nuestra idiosincrasia. Primero, muchos de los propietarios de inmuebles en el área jamás cumplieron con el requisito de remozar o vender sus propiedades acorde al cronograma del Plan Maestro.  Él juega vivo con la única finalidad de vender los inmuebles a precios más elevados mientras se reconstruían los bienes aledaños, incumpliendo la ley y perjudicando el entorno, nos ha llevado como consecuencia a un Casco Antiguo a medio palo. Un ni fu ni fa que pudiendo convertirse en un verdadero atractivo, ha dejado de serlo. El gobierno del cambio debería expropiar todas las propiedades dolosas y proceder a su expedito remate.
Segundo, una falta de implementación de planes que en teoría eran fantásticos pero que jamás se han llevado a cabo. Entre otros cito el inmensamente atractivo proyecto de tranvía, cuyo inicio en la Plaza 5 de Mayo merodeaba todo el Casco saliendo hacia el Causeway de Amador, pasando por el Museo de Biodiversidad hasta las islas de Naos y Perico. Este, sin lugar a dudas, es un proyectazo que debe llevar a cabo el gobierno entrante, dándole prioridad a su expedita licitación.  A falta de fondos públicos, este proyecto debe ser adjudicado a un empresario privado.
Tercero, la falta de señalización, guías y literatura. Si bien es cierto se han trazado recientemente algunos letreros en el Casco Antiguo, le hace falta carne al hueso. Cito, a guisa de ejemplo, la Casa Góngora, el inmueble más antiguo del Casco. En sus paredes debe existir una leyenda, mínimo bilingüe que explique sus especiales atributos. Hacen falta guías multilingües en idiomas como el alemán, por ejemplo. Si bien es cierto las empresas turísticas que trasladan al turista siempre incluyen un guía, la realidad es que la mayoría se desplazan vía taxi y no existe un centro de acogimiento donde puedan contratar los servicios de guías, tal y como existen en Cartagena de Indias y el Viejo San Juan.
Siendo la extensa mayoría de los turistas del Casco Antiguo angloparlantes, visitamos la Oficina del Casco Antiguo, hará más de dos años, manifestando nuestra profunda preocupación por falta de material publicitario en el idioma inglés. A la respuesta que “no existía presupuesto para su traducción”, preparamos la traducción perfecta y cónsona con su original, a nuestro costo y tiempo. Hasta la fecha, el material publicitario en el idioma inglés no ha sido impreso, ni mucho menos distribuido, suponemos que también “por falta de presupuesto”. El sentido común dicta que a falta de presupuesto estatal, se debe optar por la búsqueda de un colaborador privado que aportara gustosamente los fondos para la impresión de la literatura a cambio de un aviso publicitario que le permita mercadear su negocio, de preferencia en el mismo Casco Antiguo.
Además de todo lo expuesto, nos preocupa la falta de visión en turismo que nos lleve al desarrollo de un sitio extraordinario como es el Casco Antiguo, sin tomar en consideración sus extramuros. 
Nos encanta visitar el Barrio Chino. El de Avenida B, no el de El Dorado. Goza de una originalidad única que refleja la presencia de esta etnia que enriquece nuestro istmo desde su arribo como jornaleros en la construcción del ferrocarril transistmico de 1851 a 1855. El mejor restaurante Chino de la ciudad se encuentra aún en Avenida B, a mano derecha a mediados de la cuadra siguiente a Salsipuedes, Kwang Chow. Exquisita comida, despachada expeditamente y a precios ridículos comparados con su competencia. Esquivando las regatas de Diablos Rojos y saltando a lo Saladino, justo enfrente encontramos la venta de platería más económica del istmo, donde se ofrecen las prendas por su peso y cuyos precios finales son negociables.
Con la popularidad del Boston en béisbol y la insinuante solicitud de gorras por conocidos al verme portarla, en ese mismo Barrio Chino pude adquirir las atesoradas gorras a $24 la docena. Nuestra pasión por la medicina natural nos lleva a las farmacias del barrio al sufrir alguna dolencia, curando de forma eficiente y sin los complementarios químicos y precios de la llamada medicina moderna, que al fin y al cabo cura el resfrió pero al leer la letra menuda nos enteramos que destroza el hígado.
Muchos han sido en el pasado los encuentros, reuniones, planes y promesas que se han llevado a cabo entre el IPAT, ahora ATP y la Colonia China para remozar este tesoro de nuestra historia. Existe, según mis pesquisas, la voluntad de la Colonia para aportar los fondos. A cambio el estado debe proveer los incentivos y la seguridad requerida para el desarrollo de este importante polo de desarrollo.
Continúa nuestra visión de desarrollo en el área aledaña que cubre las manzanas frente al mar detrás del Mercado del Marisco. Actualmente, estas áreas están atiborradas de cantinas y prostíbulos que sirven las necesidades de los marinos que atracan en el Muelle Fiscal. A su traslado a Vacamonte, el área también debe gozar de incentivos fiscales para el desarrollo de un atractivo turístico similar al afamado Fisherman’s Wharf de San Francisco, California, repleto de hoteles, restaurantes y atractivos hábilmente administrados,   no por el Estado sino por su Asociación de Comerciantes (San Francisco Fisherman’s Wharf Merchants Association).
Desarrollando estas tres importantes áreas, y añadiendo como apéndice el Mercado del Marisco, vamos mucho más allá del Plan Maestro de Turismo Sostenible 2008-2020 en la ejecución de un turismo de altura que complemente los rascacielos citadinos sirviendo como un verdadero espaldarazo al turismo internacional. Teniendo en cuenta que la mayor parte de este desarrollo nace de la empresa privada, hace sólo falta que el nuevo gobierno se ponga las pilas, promueva los incentivos y se dedique agresivamente a la búsqueda de los inversionistas. ¡Es esta la esencia del verdadero cambio!

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