Diario La Prensa
Miércoles, 8 de diciembre de 2004
Panamá 101: Como no hacer turismo
Jaime Figueroa Navarro
-Harto he escrito, y ha caído en oídos sordos, sobre los variados temas del turismo en Panamá. Reconociendo la gravísima crisis económica que padece el país como resultado, preponderantemente, de la falta de seriedad y profesionalismo en la administración de la cosa pública por parte de personeros de partidos políticos contrarios, cuyo norte es el mejoramiento de su situación personal y no del colectivo de la nación. Panamá debería contar con un programa trascendental, evaluable a corto, mediano y largo plazo y con resultados cónsonos al inmenso atractivo que representa el istmo al turismo mundial.Pero aquí continúa la pachanga y el derroche. En Tocumen, el gobierno de la Patria Nueva ha nombrado como administrador a un profesional de la contabilidad. ¡Imagínese usted! Esto es el colmo de los colmos. Cositas tan elementales como las podridísimas separaciones metálicas entre urinales en el servicio de caballeros en el área de aduanas continúan sin resolver, aun después de su flamante reorganización y corporatización, amén de la actitud de poco me importa con los turistas exhibida por los funcionarios que allí laboran y que se olvidan de que sus ingresos se los deben a los abultados 20 balboas que todos pagamos por circular en tal pésimamente administrada terminal y no a sus nombramientos por autoridades políticas afines a sus intereses.
Se está echando a perder una magnífica oportunidad de explotar el turismo en nuestro patio. Panamá tiene muchos y mejores atractivos que otros destinos. Los ingresos del turismo, a pesar de su pésima administración, siguen siendo el rubro más importante en la economía del país. Y eso que pareciera que estuviésemos tratando a toda costa de destruir, desincentivar y obsequiar un trato grosero, indiferente y displicente a los turistas que pululan por el istmo.
Recientes artículos en La Prensa nos recuerdan los sinsabores que tienen que pasar los turistas que, cuando llegan al área de aduanas de Tocumen, son recibidos como ganado de tercera categoría y retenidos por una murga de funcionarios ineptos, soeces y bien tercermundistas, con aquello, por ejemplo, de “órdenes superiores”. ¿Dónde está el administrador de Tocumen? ¿Dónde está el director de Aduanas?
Y ahora la última: un grupo de transportistas impidió la salida a mil 300 turistas que habían llegado en un crucero de lujo a Colón. ¡Este es el colmo de la indiferencia! ¿Acaso no entienden los transportistas, acaso no entendemos los panameños, que este grupo de turistas que pagó caro por visitar nuestro país, no volverá jamás? Y que adicionalmente, al retornar a sus países de origen, hablarán sobre la falta de conciencia que tiene Panamá para con sus visitantes. ¿Dónde está el presidente Torrijos? ¿Dónde está el ministro Blades? Cuando Celebrity Cruises cancele sus visitas a Panamá, cuando la asociación de líneas de cruceros se entere de los vaivenes en Panamá y también cancele sus visitas al istmo, ¿entonces qué?
No hay compostura, no hay vocación ni deseos de mejorar nuestra deplorable imagen. Todo es una enorme bufonada. Los cambios en la cúpula del Turismo en Panamá han sido cosméticos. En un país digno, después de lo acontecido en Colón, rodaría la cabeza del Ministro de Turismo. Y si fuera yo el Ministro de Turismo, renunciaría de inmediato en lugar de esperar mi destitución. En Panamá, mientras tanto, continúa la anarquía y el juega vivo.
Mientras no haya orden y disciplina, mientras no haya el deseo de hacer las cosas bien desde la primera vez, seguiremos zozobrando en este mar de estiércol, con una mirada indiferente a las soluciones de empleo de las mayorías, de los pobres de Panamá. Entonces, después, cuando nos asalten, nos roben y nos maten, que nadie llore.
El autor es especialista en desarrollo de negocios internacionales
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