La Estrella de Panamá
Miércoles, 4 de julio de 2012
Desenredando el Casco
Jaime Figueroa Navarro
Hemos concentrado nuestros desvelos en recientes conferencias hacia proyectos de turismo cultural histórico. Entre otros, aprovechando la conmemoración de los 500 años del descubrimiento del Mar del Sur en 2013, nuestra sugerencia por el estreno del sendero de Balboa en la ultima estribación de la Serranía del Majé en Darién, como vereda turística permanente, fructificando la visita del Papa, el Rey de España y otros ilustres visitantes para, que en vez de brindar en el Salón Amarillo del Palacio de las Garzas, se desplacen al sitio para su muy lucido lanzamiento como el eje cardinal del desarrollo del comercio universal.
Otras concepciones que entrevimos engloban la restauración del Camino Real, entre Panamá Viejo y Portobelo como una arteria turística, viable competencia dotada de verdor resplandeciente, al camino medioeval de Santiago de Compostela en España que asombrosamente goza de un mayor número de peregrinos que nuestro canal.
Como tercer plan, la restauración parcial de las ruinas de Panamá Viejo, engendrando atractivos como un majestuoso hotel y restaurante de lujo de arquitectura colonial, único en la prima ciudad del Pacifico de las Américas, que sirva de imán permanente al sitio.
Otra aspiración percibe la incorporación de un galeón turístico en la calzada de Amador, sublime remembranza que desde nuestra bahía zarpó la mayor conquista geográfica de la historia, abrigando la costa oeste de las Américas, el Pacifico y Asia, cincelando icónicamente el pórtico del canal paralelo al Biomuseo.
Estos patrones históricos se pueden propagar implementando leyes de incentivos turísticos, perfeccionando la Ley 8 de 1994 con un presupuesto menor para el estado, por ejemplo, que la puesta en marcha del carnaval capitalino de 2012, engrosando significativamente el número de turistas, las inversiones y la valía de nuestro destino.
Todo esto nos conduce al Casco Antiguo, lamentablemente atascado por la ausencia de una Autoridad estatal que se haga responsable de todas las actividades, en vez de dirigir al interesado hacia un sinfín de entidades, que señalándose entre ellas atrasan la finalización del proyecto frustrando las aspiraciones de inversionistas que concluyen escarbando otros destinos. Permea el endémico juega vivo de especuladores sin ningún interés en el área otro que la venta de sus ruines propiedades con una máxima ganancia, degradando un Casco a medio palo. ¡Que se confisquen aquellas que no inician su reconstrucción!
El engavetado proyecto del tranvía, que escudriñé en el despacho del Ministro Blades hace algunos años, aliviaría los problemas del tráfico vehicular, incentivando el auge peatonal tal como otros centros históricos. Finalmente, el exilio de todas las entidades estatales, que ningún papel juegan en un patrimonio histórico, se hace de rigor para el empuje último de este singular polo turístico.
¡Desenredando el Casco emprenderemos el perfeccionamiento patrimonial!
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