lunes, 20 de agosto de 2012

Turismo y dignidad nacional

La Estrella de Panamá
Miércoles, 22 de agosto de 2012
Turismo y dignidad nacional
Jaime Figueroa Navarro
Un país es producto de su gente, su idiosincrasia y forma de pensar.  El hombre puede ser tan productivo y destructivo como se lo proponga.  Así palpamos noticias tales como el éxito de los peloteritos coclesanos en el Mundial de Beisbol de Williamsburg por un lado, sacando a relucir la organización, arduo trabajo y la dignidad que somos capaces de cosechar y por el otro noticias sobre el estigma de los enfermizos mares istmeños y la sequia azuerense, todas hechuras del hombre y nuestro yo destructivo.
Ante el desalmado comercialismo del siglo en curso y el creciente aislamiento del nuestra especie, trastornada en marionetas de celulares en ciclópeos centros comerciales, harto hace falta la presencia de identidad nacional, del orgullo por lo nuestro y de identidad con nuestras raíces.  Al indagar sus raíces, el panameño esconde, como si fuese vergonzoso, sus verdaderos orígenes.  “Soy de la ciudad”, dice.  “¿Y tus padres?”  “Ellos son santeños (chiricanos, penonomeños, etc.)”. 
Como si originar en provincias fuese avasallante y los residentes en la cárcel de concreto que se ha convertido nuestra capital fuesen los patrones, cuando la realidad es exactamente la opuesta.   Me niego a referir “el interior” al otro lado del puente de las Américas tras el lógico señalamiento de un turista sudamericano quien apuntó que ello sonaba como a Mato Grosso, una selva desaliñada, repleta de mosquitos, reptiles amenazantes e inmundicias, paradero poco atractivo para el turista.
Apesadumbra el corazón al palpar que los sitios de mayor numero de visitantes de la república, el Aeropuerto Internacional de Tocumen, tornado en un bazar de tránsito con ofertas múltiples de Cartier, Marlboro y Johnnie Walker  y el Centro de Visitantes de Miraflores en la ribera pacífica del canal, reflejo estéril de raíces anglosajonas, no albergan una sola sombra de nuestra pollera y de los otros símbolos de nuestra afinidad nacional, ofreciendo hamburguesas y pizzas a sus cocacolizados visitantes en lugar de ceviches de corvina, bollos, huevitos de leche y chichas de guanábanas, marañón, naranjilla y otras exquisitos néctares de nuestra campiña.
Mañana en Chitré, durante el 1er Congreso de Turismo en Azuero disertaremos sobre “Calidad de Servicio en el Sector Turismo” ante un nutrido grupo de estudiosos y empresarios locales.  Hará falta recalcar que la dignidad nacional se atesora detrás de valores, trastocados y vaporizados, como buen ejemplo, en la actitud del “no voy” del servicio de transporte publico capitalino.  Que la valía del servicio yace en la pasión del oferente, su afable sonrisa y cortesía común, algo que al igual que su actitud, no tienen precio, resultando bien remunerados y engrandeciendo nuestra imagen y la de Panamá al final de la faena. 
Se hace obligatorio esculpir en los futuros actores del turismo de provincias centrales y porque no, del todo el país, el profundo amor por lo nuestro, entrelazado por una cultura de servicio profesional, sin complejos ni tapujos, vivo espejo de nuestra simpatía e identidad nacional.

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