viernes, 14 de septiembre de 2012

Salpicando Adagio, Allegro y Variación

Revista Panart
Artículo de Portada
Edición del IV Trimestre 2012

Salpicando Adagio, Allegro y Variación
Jaime Figueroa Navarro
De bellas piernas y una hermosa cabeza que luce con gran distinción, adornada de la gracia de un corcel andaluz se desliza Manuelita Navarro Vallarino, primera figura del ballet istmeño, sobre el encerado piso de madera de la sede del ballet nacional en Diablo, área canalera, donde a diario ejercita con la disciplina de un cosaco poco mas de cinco horas acompañada de una veintena de colaboradores para posteriormente dedicar cinco horas y un tanto adicionales a dictar clases de ballet a jóvenes entre 3 y 18 años en la Academia de Danzas Steps.
Nacida en Ciudad de Panamá, un 3 de enero de 1989, este tesoro nacional que usted no puede perderse es reconocido por su dominio del ballet, convirtiéndose en embajadora de nuestra cultura en los rincones más recónditos del mundo. 
Dotada de movimientos rápidos, igual que su temperamento, Manuelita Navarro Vallarino, a sus 23 abriles, ha interpretado variadas obras de ballet en los lejanos tablados  de Rusia, Polonia, Alemania, Luxemburgo, Francia y Holanda, y, más próximo, en Estados Unidos, Sudamérica, Centroamérica, Cuba y el Caribe. 
Fue su maravillosa e impredecible mentora, Cristina de la Guardia de Berguido, de la Academia de Danzas Steps propiedad de Patricia Galindo de Orillac, quien le imprime a los siete años un particular estilo en el escenario haciendo brisés que parecen más veloces que la luz.
Mientras generaciones enteras de bailarinas languidecen entre bastidores, se roba Manuelita papeles protagónicos iniciando a una tierna edad.
A los cinco años, identificada con el amor y la magia, nuestra apasionada ninfa descubre el ballet al avispar el canal Classic Arts en la televisión, hechizada por el diestro amasijo entre la música y el baile, siendo su primera maestra  la Profesora Cristina Quijano.
A los nueve años, su arrebatadora virtuosidad la lleva a competir en el Certamen Internacional Juvenil Centroamericano donde conquista la medalla de plata, intercalada por medallas de oro y plata en las tres siguientes competencias regionales en Republica Dominicana, El Salvador y Guatemala.
Ya a los doce años, su impecable estilo alcanza un relieve inusitado al hacerse acreedora al más elevado bastión, la medalla de platino, en el certamen Dance Educators of America en Las Vegas, Nevada, Estados Unidos. 
A los quince abriles, su dramática historia entre dos mundos contrastantes la llevan a cursar ballet y estudios secundarios en Carolina del Sur, Estados Unidos, acompañando al ballet Nacional con su danza alegre y energizante, a partir de los 19 años.
De una amalgama de profundas raíces ibéricas, colombianas, italianas y francesas, Manuelita utiliza la síncopa para expresar sensualidad y una refrescante armonía a su danza. 
Nuestra primera figura del ballet nacional aspira a convertirse en la mejor bailarina del mundo.  Enfocada y regia, no nos sorprendería que dentro de su repertorio clásico de temple cuasi Fonteyn, nuestro símbolo indiscutible de la danza, logre algún día su mas soñado objetivo.  ¡Salve Manuelita!

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