viernes, 16 de agosto de 2013

Historias Personales: Exitosas Presentaciones


Diario El Panamá América
17 de agosto 2013

Historias Personales: Exitosas Presentaciones
Jaime Figueroa Navarro

Nos presenta en su ultima edición el prestigioso Harvard Business Review un interesante articulo titulado “Guide to Persuasive Presentations”, sobre la utilización de historias personales para el logro de exitosas presentaciones.  

El tema de presentaciones siempre me fue curioso.  ¿Por qué algunos oradores son tan impactantes y otros, a lo sumo mediocres? 

Clave para el éxito de la comunicación efectiva, al momento de armar una conferencia, corresponde prepararnos concienzudamente, revisar y repasar, practicar y cultivar, asegurando siempre utilizar el común denominador de calidad, que es hacer las cosas bien la primera vez.

Detesto los podios, son tan siglo XX.  Sirven para enclaustrar personajes inseguros, alejando al orador de su audiencia.  Abomino escuchar un conferenciante que recita su predica, sobre todo, si la silabea sin pulmón y modulación.      

Anterior a la vigencia de Power Point de Microsoft como la herramienta clave en comunicación, rememoro el seminario Técnicas de Presentación que cursé en enero de 1983 en Ciudad de México, dentro del extenso currículo didáctico interno de IBM, como el de mayor valía en el desarrollo gerencial de la multinacional.  

Nos señalaba el instructor al cubrir el tema de gestos:  ¡Relájese!  Introducirse las manos en los bolsillos al hablar demuestra temor e inseguridad, igual que el grotesco habito de cruzarse las manos frente a los genitales al momento de tomarse una foto en grupo.   

A las personas les importan más los mensajes cuando se pueden asociar a nivel humano.  Típicamente solos los relatos provocan este tipo de respuesta.  Puede repetir historias que haya escuchado, pero las audiencias sienten más cariño por los presentadores que revelan sus propios desafíos y vulnerabilidades.  Nivel correcto de drama.  Arsenal para usar una y otra vez.  Lluvia de eventos pasados.  Lo que aprendió y de quien lo aprendió.  Anote cualquier historia y fíjese en las emociones que podrían provocar.

¿Cuántas presentaciones y conferencias ha escuchado en su vida?  ¿Cuáles han sido más efectivas en promover el mensaje?  Presumo que siempre recordamos aquellos maestros y profesores que fueron más eficientes en la transmisión de su recado.  

Con especial cariño recuerdo a la profesora Dilsa Vergara del Instituto Pedagógico en Las Cumbres, cuya sublime sonrisa refrescaba el andar dentro del autobús número dos guiado por el señor Sánchez posterior al recogerle en su residencia de Perejil en compañía de su hermano Humberto, por allá temprano en la década de los sesenta.  

Al aterrizar en lo que a lo lejos semejaba un nacimiento navideño dentro del entorno verde de Las Cumbres, durante aquellas frescas mañanas de lontananza con el cantar de los sapitos en los matinales bajareques con neblinas de fondo, emprendía Dilsa Vergara sus narrativos de la historia con tal pasión que quedábamos absortos olvidando cualquier travesura que tuviésemos en mente para no perdernos un mínimo detalle.  Fue así como nos expuso los cuentos de Colón, Bastidas, Nicuesa y Balboa, quedando todavía frescos en el disco duro de la memoria,  a pesar de los años.  La profesora Dilsa era una excepcional comunicadora.  Desconozco como se preparaba pero su parla era vigorosa, dejando tatuado para siempre su mensaje matizado en los cortes cerebrales de sus infantes alumnos. 

Es así como a diario, al comunicarnos, necesitamos imprimir pasión a la parla y vigor al mensaje.  El comunicador eficiente también vela por su imagen, selecciona su corbata anudándola con cariño, lustra sus calzados y corta sus uñas con pasión al detalle.  Después de todo, al entrelazarse el interlocutor y el mensaje el resultado hace la diferencia entre el éxito y el fracaso, como bien lo saben los directores de ventas de empresas exitosas, siendo un reciente ejemplo al dedillo el Papa Francisco I.  Ahora si, verdaderamente,  habemus papam.          

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