Panamá América
2 de
noviembre 2013
Bateando fuera de serie
Jaime
Figueroa Navarro
Para
continuar mis estudios secundarios, la decisión más atinada (y costosa) que
tomaron mis padres fue empacarme a una escuela preparatoria en Massachusetts a
los doce años. Gracias a ello logré un
dominio completo de la lengua de Shakespeare (con todo y acento Bostoniano). Más importante aun, aprendí a hacerme
hombrecito desde temprano, a ponderar robustamente (entre otras materias, el latín,
francés y filosofía expandían frondosamente los horizontes del esponjoso cerebro de un adolescente) y a
convertirme en incondicional fanático de los Medias Rojas de Boston.
Dictando
una conferencia sobre Calidad en el Servicio al Cliente a los colaboradores de
la empresa Hertz, líder mundial en arrendamiento de automóviles, el miércoles a
las 6:00 P.M. en el novel Hotel Tryp de la Terminal Nacional de Transporte en
Albrook, mi brío se encontraba en otro paraje, el otoñal Fenway Park de Boston,
donde los Medias Rojas se coronaron Campeones Mundiales de beisbol por tercera
vez en la ultima década.
En
nuestro Panamá deportivo que ahora se jacta de la Marea Roja, antier del frondoso
racimo de campeones mundiales en boxeo, precedido por una fugaz afición al
baloncesto, donde la hazaña del compatriota Davis Peralta Jr. como mayor
encestador en los Juegos Olímpicos de México en 1968 aun permanece intacta, impactados
por la influencia norteamericana, nuestro tradicional amor por el beisbol data
de las primeras décadas del siglo XX.
Panamá
está de moda, dice el cintillo. Panamá
cuenta con un centro logístico y hotelero de primer mundo. Y Panama tiene problemas para llenar los
cuartos de los hoteles. Entonces ¿por
qué no bateamos un jonrón con bases llenas conversando con Major League Baseball para
convertimos en la sede de uno de sus equipos de ligas menores con un estadio
encubierto de primera categoría?
Analizando
este tema, existen una multiplicidad de estudios a favor y en contra, basado en
las experiencias reales de ciudades en Estados Unidos que han optado por
adoptar este modelo. Uno de los
principales enfoques tiene que ver con el diseño del estadio. Para combatir elevados costos, los estadios
modernos están diseñados para servir más allá de su función deportiva
especifica. Estrenando restaurantes,
tiendas, cervecerías, asientos de lujo expandidos y muchas amenidades
adicionales, los estadios de nueva generación son facilidades de multiuso. Los diseños de nuevos estadios le ofrecen a
sus propietarios mayor flexibilidad que de paso, generan mayores
ganancias. Están esbozados para incluir
más actividades familiares y espacios amistosos a los niños. Estas áreas de esparcimiento proveen juegos,
deportes interactivos y entretenimiento para jóvenes y adultos. El juego en si, se convierte en solo uno de
los aspectos de la experiencia del estadio.
Se esta tratando de construir una base de fanáticos, que deseen asistir
al estadio indistintamente si el equipo es ganador o no.
Al
habilitar un equipo de ligas menores de beisbol, muchas ciudades han
experimentado considerable crecimiento en las áreas contiguas al estadio. En relación al gasto directo dentro del
estadio, como la venta de boletos, concesiones, venta de mercancía, publicidad,
derechos de nombre y patrocinios, las propiedades aledañas se benefician por un
mayor índice de ocupación hotelera, visitas a restaurantes, ventas al detal,
oportunidades de entretenimiento, transporte de taxis y estacionamientos. Basado en estudios comparativos, los visitantes
de un estadio gastarán en promedio $41.17 cada uno, que se traduce a más de
$17.9 millones en gastos directos. El impacto económico de construir un estadio
de $50 millones contribuye un efecto económico total (directo, indirecto e
inducido) de $76.8 millones, ingresos laborales de $22.6 millones y 611 puestos
de trabajo permanentes.
Otros
efectos colaterales que valdría la pena subrayar son el desarrollo de clínicas
y escuelas que permitan un mayor y creciente flujo de peloteros istmeños en las
grandes ligas, teniendo en cuenta la secuela multiplicadora de sus inversiones
futuras y gastos en el istmo (ejemplo, Carlos Lee en Aguadulce). Por todos lados, ¡Panamá gana!
Esta
es solamente una de múltiples alternativas que gremios como APEDE y la Cámara
de Turismo de Panamá pudiesen acuerpar para, de forma positiva, aportar sus
granitos de arena al desarrollo del país.
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