Diario Panamá América
7 de diciembre 2013
Horneando el Pavo
Jaime Figueroa Navarro
Durante las tradicionales fiestas de fin de año en Panamá, se hace cada
vez más evidente la fantástica variedad gastronómica que nos rodea, aunque aun
no la exhibimos en la mayoría de los restaurantes y hoteles del patio, lo
que brindaría un toque único y muy exuberante a nuestra oferta.
Un ejemplo en caso es la disponibilidad de jugos tropicales en hoteles,
quienes siempre cuentan con un arcoíris de bebidas gaseosas, repletas de
azucares e infames para la salud, pero al abordar al mozo sobre la
disponibilidad de jugos de frutas naturales la respuesta común es: “tenemos
naranja y piña”. La pregunta es: ¿y qué del mamey, marañón, naranjilla,
maracuyá y la interminable cantidad de néctares naturales exóticos,
desbordantes en vitaminas y deleite al paladar del visitante y el parroquiano
local?
Al arribo al aeropuerto internacional de Faa’a en Papeete, capital de
Tahití, a 7 horas de vuelo en dirección sudoeste desde Los Angeles, paradisiaco
archipiélago que comprende las 118 islas de la Polinesia francesa en el medio
del pacifico, somos recibidos por un séquito de hospitalarias bailarinas Vahines
que ondulan las caderas al son de los campanarios al mediodía y nos cuelgan un
lei de flores al cuello. Que disímil al frígido Tocumen donde se
manifiestan Cartier, Johnny Walker y Marlboro pero hace falta Panamá. En
donde pusilánimemente la oferta culinaria está limitada a hamburguesas, pizzas
y coca colas en vez de ceviches, patacones y chichas de guanábana. Allí
no existe ningún puesto de periódicos donde el visitante pueda apreciar y
adquirir abundante literatura sobre nuestro exótico, histórico y ecológico
destino. Y a pesar de recibir Panamá el galardón al mejor café del mundo,
brilla allí por su ausencia una sede de catas de cafés istmeños.
La desconsolante historia se repite en el Centro de Visitantes de
Miraflores, deteriorada plaza que congrega el mayor número de turistas que nos
visitan, con tristes refectorios que ofrecen gravosos menús de carnes frías, al
estilo de hoteles de playa todo incluido y un Casco Antiguo que da vergüenza,
como lo da el resto de la república por sus permanentes exhibiciones de
maloliente basura. ¿Dónde se han quedado nuestra originalidad y orgullo
nacional? ¿Acaso ser pobre es sinónimo de ser cochino?
Un colega empresario, a raíz de la obvia falta de un solar, más allá de
Quesos Chela, que ofrezca todo lo nuestro de forma más organizada, ha tenido la
iniciativa de abrir un pequeño delicatessen en Coronado, frente al
Cuartel de Bomberos, cuyo ethos, o particular distintivo, consiste en
ofrecer desde pan bon hasta pan de la Arena, arroz con piña, huevitos de leche,
torrejitas de maíz, bienmesabe y una pluralidad de productos autóctonos de
todas las provincias. La palabra delicatessen o deli como es mejor
conocida nace del idioma alemán, siendo su raíz la fusión de los términos delikat
(delicado o especial) y essen (comer). Este tipo de negocio
típicamente incluye la confección de emparedados, siendo Katz´s uno de
los más famosos delis, ubicado en la parte baja este de la ciudad de Nueva
York, fundado en 1888. Es precisamente este tipo de establecimiento, con
el valor agregado de una sazón puramente nacional, lo que cambiaria la
personalidad a los sitios de mayor número de visitantes del istmo antes
mencionados.
Continuando con nuestro recorrido de festividades decembrinas, una de las
actividades más latosas de la época es hornear correctamente el pavo.
Para algunos, jóvenes parejas en diminutos apartamentos del siglo XXI, la
humareda convoca a los bomberos hacia la cocina al olvidarse que la ya
calcinada avecilla estaba en el horno mientras que a otros les queda el
interior de la cavidad rosada por falta de cocción.
¿Cómo resolvemos? Pues muy bien, consultando con alguien cuyo horno
no funciona desde que adquirió su estufa: Lleve el pavo a un restaurante
para hornearle tan perfectamente que será la envidia de la suegra. Pero
ojo, son importantes algunas anotaciones. Primero, obviamente el
precio. Hemos visto significativas diferencias, desde $1.50 a $5.00 la
libra. Segundo, las opciones, desde solamente el horneo hasta el corte y
presentación con frutas. Mucho cuidado con esta última alternativa, pues algunos
sitios rellenan la bandeja con una base de lechugas, desapareciendo una
importante porción del ave para el consumo de sus colaboradores o
clientes. Yo prefiero, como Santo Tomás, ver para creer. Así
horneado nada más, encargándome de la destreza quirúrgica con el cuchillo
eléctrico frente a mis comensales. No en vano soy hijo de médico.
¿Dónde resolvemos? Sin el afán de recomendar al azar, conociendo
que existen variadas magnificas alternativas, traslado mi pavo directo
desde el supermercado al restaurante Kwang Chow, ubicado en
Avenida B, a mano derecha, casi al final de la cuadra, después del semáforo de
Salsipuedes. ¿Por qué? Primero, este restaurante fue seleccionado
por el famoso chef Tony Bourdain de The Travel Channel como el mejor restaurante
chino de Panamá, cocinando allí en su video istmeño (que calificó en un honroso
segundo lugar dentro de sus primeros 100 videos filmados alrededor del
mundo). Segundo, porque le dispensa un sabor oriental muy particular a la
insípida carne. Tercero, porque me seduce husmear los anaqueles del
barrio chino en búsqueda de especies y medicamentos naturales, que la mayoría
de nosotros desconocemos por no visitarle. Y que nadie me hable de
seguridad, ahora hay más policías que chinos en este original barrio.
Horneé su pavo donde quiera, el relleno es otra cosa, siendo la receta de mi
madre, que data de 1948, ¡estupenda!
¡Feliz día de la Madre a Merceditas y todas las bellas madres panameñas!
Tío Jaime, ¡Saludos! Como anexo para un buen asado del pavo ; Romanaccio de Vía Brazil, uno pensaría que en una trattoria italiana no saben nada de hornear los pavoos, cerdos y demás animales.Sin embargo específicamente en ese restaurante por experiencia me han dado buenos resultados con el pavo y sus rellenos.Inclusive, para año nuevo se puede llevar un cerdo. Saludos.
ResponderEliminarPD Necesariamente en la Vía Brazil , puesto que el dueño/chef es el que tiene su propio toque y praxis para hacerlo. Saludos.