Diario Panamá América
1 de
febrero 2014
Aprendiendo de Colombia
en Turismo
Jaime Figueroa Navarro
Nos toco visitar la hermana república a mediados de
semana en un viaje relámpago para asistir a las exequias de mi madrina en Buga,
poblado del valle del Cauca, uno de los 32 departamentos colombianos y el
tercero en población de la patria de Nariño, ubicado en la espina pacífica
colombiana, entre la cordillera occidental y central, considerada la segunda área
mas fértil de las Américas, después de las pampas argentinas.
El departamento del Valle del Cauca sirve de sede al
puerto de Buenaventura, el principal puerto de Colombia sobre el Océano
Pacífico y el único puerto polivalente de Colombia, que posee terminaciones
especializadas en gráneles, contenedores, líquidos, sólidos y otros. La ciudad
de Buenaventura se ubica a orillas del Océano Pacífico y se enlaza con
aproximadamente 203 puertos marítimos en todo el mundo, movilizando el 82% del
comercio exterior en Colombia.
En un subir y bajar desde Tocumen unos minutos más
allá de una hora se encuentra uno rodeado de gente afable y de buenas
costumbres al aterrizar en el aeropuerto de Palma Seca que sirve a la ciudad de
Cali, capital mundial de la salsa, dotada con decenas de escuelas donde locales
y extraños egresan expertos en sus sensuales movimientos y mas que uno,
emparejado con una bella damisela valluna.
La gastronomía regional resalta el champús, el
mazato, el arroz atollado, el sancocho de gallina, el cholado, el chontaduro,
la Lulada, el Pandebono, el manjar blanco, el dulce de cortado, el pandeyuca,
la manga, las marranitas, los aborrajados, la gelatina de pata, la arepa
valluna, entre muchas otras delicias.
Desde Cali nos desplazamos una hora sobre una moderna
autopista a la ciudad señora de Guadalajara de Buga, cruzando vastos campos de
caña de azúcar, algodón y maíz, dotados con tecnología de punta, inclusive los
mas modernos sistemas de riego del mejor fabricante mundial con sede en Valley,
Nebraska.
El portal de turismo de la ciudad señora, Guadalajara
de Buga, estrena la trayectoria de Enrique Figueroa Fernández y sus aportes al
moldeo de muchas de las obras y parques municipales resaltando el Teatro
Municipal, describiéndole de la siguiente forma: "Arquitectura neoclásica
ejecutada en el año 1929 por el arquitecto Bugueño Don Enrique Figueroa, quien
había venido de ejercer su profesión en la construcción del Canal de Panamá,
dejando además algunas obras en el vecino país.
Figueroa era además pintor y escultor y entre sus obras los bustos de
Beethoven, Mozart y Liszt, que adornan el teatro con escenarios para el
desarrollo de actividades artísticas, teatrales y musicales." Fue Don Enrique abuelo paterno y padre de mi
madrina y tía, Dorita Figueroa, cuya prodiga existencia resaltamos durante
nuestra intervención como orador de fondo en la Basílica del Señor de los
Milagros.
La basílica
(que significa “casa donde vive el rey”) de Buga, el próximo 2 de agosto
celebra 107 años de fundación y consta de 4 millones de ladrillos y 12 mil
arrobas de cal, hogar del Cristo Milagroso que enaltece a esta comunidad como
un imán al turismo religioso, atrae como abejas al panal, a 3 millones de
creyentes cada año, es decir, ¡un millón de visitantes anuales más de los que
acoge la república de Panamá entera!
Interesante guión que nos lleva a postular que si en
el istmo llevásemos a cabo similares emprendimientos en turismo histórico,
resaltando, por ejemplo, al Camino Real como un sendero turístico único en el
mundo y dedicando una simbólica suma a su rediseño colonial, lograríamos un
incremento significativo en nuestro crecimiento turístico, incrementando a la
vez los visitantes en sus ejes de Panamá Viejo y Portobelo.
Significativas luces nos brindan los desarrollos en
nuestro hermano país, donde a pesar de sus particulares problemas con el
narcotráfico, la guerrilla y la violencia, logra importantes desarrollos
turísticos que bien debiésemos emular, con la posibilidad, dada nuestra
envidiable situación geográfica, de superarle a creces.
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