Diario Panamá América
8 de febrero, 2014
Destapando
Turismo en Azuero
Jaime Figueroa Navarro
A inicios de siglo, Panamá logró su estreno
al mapa del turismo mundial con el lanzamiento del proyecto Valle Escondido,
joya del visionario promotor estadounidense Samuel Taliaferro en tierras altas
de Boquete. Como resultado, a brevísimos años notamos un despegue en la
altiva provincia brindándonos la estructura que combina el desarrollo de
carreteras, su aeropuerto internacional, el realce al sector inmobiliario, una
envidiable oferta gastronómica y el linaje del mejor café especializado del
mundo.
Asimismo clamaban provincias centrales por
un despegue más allá de la Riviera Pacífica coclesana, particularmente dedicada
al turismo de sol y playa, con algunos lunares relevantes en sus serranías, que
sirviese como transformador al turismo regional en su espina dorsal. Lo
exigía porque al desviarnos de la carretera interamericana en Divisa hacia el
entronque sur de la novel carretera a cuatro paños, encontramos un Panamá
diferente y único con características que le hacen resaltar como la Catalunya
de España. Una península de Azuero fecunda en folclor y encanto, con un
relieve espacial similar a la Toscana italiana, repleta de fascinantes
pueblitos que asemejan a Belén, con una particularmente feraz y enraizada
historia aun por descubrir.
Hoy se inaugura Cubitá, cuyo nombre
trasluce el grupo humano precolombino que habitó la región de Chitré y el río
La Villa, que originalmente llevaba su nombre. Cuando en la esquina de la
península, en Los Destiladeros, a breve caminar de Pedasí encontramos otro
resplandeciente diamante en el proyecto galo Azueros, con arabesco diseño más
acorde con Ibiza, hacia falta a gritos un punto de encuentro en el ombligo
regional que reflejará su particular arquitectura de techos de tejas y
tapicería colonial purpúrea.
Al Cubitá Boutique Resort & Spa le
distinguen varias particularidades. Iniciando con un plan maestro
armónico en el mero centro de la península, que le eleva, con un valor
autóctono, sobre todo lo que le rodea. La primera comunidad privada en
Chitré, con callecitas bien trazadas, jardines subliminales enclaustrando en su
vientre el trazado eléctrico y telefónico, una idílica capilla en su centre
ville, génesis de meditación, bodas, celebraciones y despedidas. En
su seno, un elegante hotel boutique, integrado por un spa, su medular piscina,
una muestra de arrojo regional y facilidades de lujo, su museo, tours
culturales, históricos y ecológicos (descritos en detalles pormenorizados en el
portal www.cubitatours.com), una finca eco turística con un lindante centro
comercial que ancla el estreno de supermercados Riba Smith en provincias
centrales Todo soberbiamente tejido en un enjambre sistémico que convida
al visitante a conocer el área.
Su éxito depende del empeño que de seguro
le darán sus promotores en asegurar que se convierta en el punto obligatorio de
encuentro para todas las giras turísticas regionales, desde la inexcusable
visita a la Hacienda San Isidro en Pesé, cuna de más de un millón de cajas de
seco y ron exportadas anualmente a más de 65 países, hasta la gira folclórica
que nos invita a conocer la finca Pausílipo, casa de campo del caudillo
Belisario Porras, cuyo nombre origina del griego, realzando las colinas que
rodean la ciudad italiana de Nápoles donde se sepultó al poeta romano Virgilio,
autor de la Eneida.
Más allá aun, invita la península a muy
particulares giras, desde el avistamiento de cetáceos, ballenas, orcas y
juguetones delfines, su pan de la Arena, la degustación de manjares regionales en
la fonda El Ciruelo, con su particular olor a leña y café, la visita al parque
de Santo Domingo y sus pacientes tejedoras de polleras, la pesca deportiva en
su meridional costa del Atún donde no hay que alejarse mucho porque la división
continental bucea perpendicularmente a breve distancia de sus costas, cuyas
aguas atiborradas con veloces wahoos, reyes de las carnes blancas de los mares,
admirables dorados, gigantescos meros, peces vela y extensas escuelas de atunes
de aletas amarillas, hacen tiritar las pacificas aguas como si se tratase de un
pasajero sismo marino.
Cubitá nos abre ordenadamente
el compás hacia una tierra noble repleta de bonachona gente, su
sombrero a la pedrada y el carnestolendo encanto de Las Tablas, Parita, Pedasí,
Guararé y cada uno de los poblados circundantes que reflejan a gritos la
genuina esencia de la nacionalidad istmeña. ¡Cuánto nos hacía falta este
corazón para bombear grupos de visitantes locales y de ultramar a intimar todas
las arterias peninsulares! Bienvenido Cubitá, paralelo al ensanche de la
nueva carretera, como el elegante kiosco que merecía el turismo regional.
¡Enhorabuena, nuestros deseos por muchos y continuados éxitos!
Jaime, deberías añadir fotos. Recuerda, una imagen vale mil palabras.
ResponderEliminarExcelente artículo. Hay que visitar Cubitá
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