miércoles, 19 de febrero de 2014

Escuchando se Aprende

Diario Panamá América
22 de febrero de 2014

Escuchando se Aprende
Jaime Figueroa Navarro

¿Cuántas veces hemos formulado la encuesta de opinión al turista?  Si bien es cierto contamos con herramientas científicas como TripAdvisor para determinar la calidad de un determinado hotel o restaurante y la popularidad de un sitio histórico, nos hace mucha falta analizar la percepción del visitante para mejorar efectivamente nuestro destino turístico.

Caso en mano es el techo de la terraza del centro de visitantes de Miraflores, algo que es tan obviamente imperioso en un país soleado y con frecuentes chubascos.  Hará ya casi una década que presenté esta inquietud a la luz pública en uno de mis escritos, siendo de reciente implementación.  ¿Qué nos pasa que no contamos con una visión creativa y comprensiva para la implementación de un turismo de altura?

El miércoles pasado reservamos una mesa para 10 ilustres visitantes de Kentucky en la terraza del restaurante en el tercer piso del centro de visitantes de Miraflores para cenar a las 7:00 P.M., entre ellas una señora minusválida, común ocurrencia en hatajos de visitantes mayores.  Súbitamente, sonó la alarma de incendio, supongo resultado del prohibido humo de un nicotinizado fumador, procediendo todos, a falta de una rampa, a descender por las escaleras. 

Posterior al expedito arribo de los bomberos a bordo de un flamante camión de primer mundo propiedad de la Autoridad del Canal (se pregunta uno que ocurriría, en función de tiempo de respuesta y calidad de equipos, de darse el mismo incidente en uno de los rascacielos capitalinos), nos indicaron que los elevadores no estarían en funcionamiento hasta el próximo día.  Por ende, tuvimos que retirarnos del sitio, cancelando la cena y la oportunidad de oro de presentar un canal de Panamá más novelesco.

Imagínense, si esta falta de planificación para el minusválido no se presta en el sitio de mayor numero de visitantes del país ¿cómo será más allá?

Solicitando, como debe ser, la apreciación de los visitantes, después de saltar de un sitio al otro de nuestra geografía por varios días, escucha uno verdades requeté martilladas que mancillan el orgullo nacional: “Preciosos sus peces, maravillosas sus aves y bosques, majestuoso su canal, da asco la basura y da vergüenza caminar”.

No afinamos burgomaestres de tanques de gas ni que nos obsequien jamones durante las fiestas de fin de año o al aproximarse las elecciones.  Precisamos, demandamos, autoridades que tengan un sentido común y que escuchen para aprender, en lugar de presentarnos vistosos planes de trabajo que se engavetan al resultar electos, porque para elevar el destino no hace falta exclusiva de una marca país, más vigorosos serian visionarios que se dediquen a rehacer cosas tan sencillas como las aceras, que se tornen tan amistosas y transitables como la Cinta Costera, para el beneficio no solamente del turista sino también del sufrido contribuyente.

No apremia Panamá hormiguitas que recojan deshechos, precisamos multar severamente al cochino, así como lo hacían los gringos en la Zona del Canal.  La basura en una metrópolis del siglo XXI, pronta a estrenar el metro más moderno del mundo, en aras de convertirse en el centro logístico mundial de preferencia, es inaceptable.  Con una amplia red de recipientes, con una recolección que es negocio redondo y harto rentable en otras latitudes donde  operadores no cobran por el servicio, se lograría este sencillo cometido.

Urgimos letreros que nos indiquen, por ejemplo, la ubicación de la iglesia de Natá de los Caballeros, la más antigua en tierra firme del continente americano.  Porque así desarrollamos turismo, creamos fuentes de trabajo y mejoramos la calidad de vida de los aldeanos.  Me pregunto ¿cuántos de ustedes han visitado esta magnificente obra, un sitio obligado de parada en cualquier otro país?  ¿Donde esta el letrero? ¿Qué hace el alcalde de Natá para proyectar su más preciada obra? ¿Qué hace la Autoridad de Turismo y la Gobernación de Coclé?  ¿Por qué el pueblito de Buga en la irascible Colombia recibe 3 millones de visitantes anuales, más que todo nuestro istmo, si no es para un turismo religioso donde señorea la basílica del Cristo Milagroso?

Finalmente, no podemos darnos el lujo de recibir visitantes en hoteles cinco estrellas, donde a corta distancia, se ven obligados a saltar los charcos de aguas servidas en pleno centro bancario o suntuosos rascacielos de Punta Pacifica.


Escuchando se aprende, tomemos las medidas necesarias y coordinemos los correctivos para el provecho de todos.  ¡Tome nota!

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