martes, 15 de abril de 2014

Desarrollando Turismo de Verdad

Diario Panamá América
19 de abril 2014

Desarrollando Turismo de Verdad
Jaime Figueroa Navarro

Aprovechando el proyecto de expansión del canal de Panamá para crear un sistema de servicios que cubra óptimamente todas las necesidades de la nueva generación de barcos que transitarán el istmo engendramos riquezas y bien remunerados empleos hasta el momento inexistentes en el desarrollo económico del país.  Así mismo se hace imperante un sesudo análisis del sector turismo para que el gobierno entrante pueda acrisolar las enormes oportunidades que se nos presentan en este vital rubro que goza de una potencialidad virgen y exige un contundente cambio.

Ante todo, se hace necesario un repaso del status quo.  Hemos levantado una infraestructura logística impresionante.  La expansión del aeropuerto internacional de Tocumen, aun en proceso, en conjunto con la incorporación de los nuevos aeropuertos internacionales de Rio Hato, Colón y David, amalgamados a la fecunda expansión y renovación del sistema de carreteras nacionales, hacen que ya casi todo “este cerca”.  

La red de hoteles, creciente cual pradera de hongos, se hace evidente principalmente en la capital, con importantes adiciones en provincias.  La promoción del istmo en ultramar ha sido sin duda el punto de mayor impacto durante el ultimo quinquenio, como lo es la construcción del nuevo centro de convenciones de Amador.  La educación del elemento humano para proveer servicios en la industria se ha visto multiplicada y perfeccionada.
 
¿En que podemos mejorar entonces?  Debemos enfocarnos en generar un incremento en la cantidad y satisfacción de turistas.  No es posible que el pueblo de Buga, Colombia que se nutre exclusivamente a través del turismo religioso dirigido hacia la Basílica del Cristo Milagroso, reciba 50% más visitantes anuales que la Republica de Panamá.  Peor aun que no entendamos si los turistas cuando se van serán nuestros mejores embajadores o más acérrimos críticos.  Comprender su experiencia y visión, es clave para un turismo mantenido, saludable y mejorado.

El Ministerio de Turismo debe ser reestructurado para incorporar las figuras de Vice Ministros de Turismo Interior y de Turismo Exterior.  El primero con afanes dirigidos a tareas básicas, inexistentes, como la señalización de sitios relevantes.  No existe ningún letrero en el poblado de Natá de los Caballeros que indique al visitante, que allí se erige la iglesia más antigua de tierra firme del continente Americano.   A la recién incorporación de Air France con vuelos directos desde Paris, no se le ha integrado a la terminal aérea de Tocumen letreros en idioma francés.  

El segundo, un verdadero Marco Polo, deberá dedicarse a exponer las bondades de nuestro turismo en ultramar, aprovechando para atraer importantes inversiones, no solamente en hotelería sino también en parques temáticos, acuarios y todos esos rubros denominados en ingles “fun and leisure” que complementen y optimicen las inversiones en hoteles a lo largo y ancho de la república.  Finalmente, dentro de sus responsabilidades por falta del interés de COPA, la negociación para los derechos de aterrizaje en vuelos directos desde Norteamérica de las aerolíneas de bajo costo, tales como Southwest, Virgin America, JetBlue y Frontier hacia los nuevos aeropuertos internacionales de provincias.



Debemos potencializar el caribe istmeño con un plan maestro para su desarrollo integral que permita el pleno goce de nuestro mejor océano.  Una autopista caribeña desde San Blas hasta la frontera con Costa Rica, eliminaría los mayores focos de pobreza extrema istmeña y se pagaría solita con la venta de terrenos estatales y el incremento en la base fiscal.  No es posible que del millón de veleros existentes en el caribe, solamente diez mil se acerquen a nuestras costas, a falta de infraestructura, perdiendo la oportunidad de importantes ingresos en este floreciente campo.

Más que todo nos hace falta integrar la potencialidad de sitios hasta ahora estériles por falta de creatividad y acción.
Lugares como el cerro Pechito Parao en Darién donde Balboa divisa el Mar del Sur y el Camino Real desde el Puente del Rey hasta Portobelo, desarrollados en su máxima expresión, brindan al turista y al ciudadano común, la oportunidad de caminar la historia única de nuestro país, en vez de estar echados en perezosas hamacas en Coronado.  Tomando en cuenta nada más el Camino Real como sendero histórico, nos brindaría la oportunidad de duplicar la cantidad de turistas que recibimos.  Pregúntele a los hoteleros si la ínfima inversión en este desarrollo vale la pena. 

En lugar del lamento típico del istmeño, reflejado recientemente por una señora que se queja que el aire acondicionado del Metro Bus está “muy frio”, seamos visionarios en turismo, dominando más idiomas, perfeccionando la calidad y el calor humano en el servicio y optimizando el retorno de más turistas y mayores ingresos, desarrollando de esta manera un turismo de verdad.

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