Diario Panamá América
Lunes, 26 de mayo 2014
EDITORIAL
Cultura y turismo
La utilización de nuevas rutas
culturales para atraer el turismo fomentará no solo el número de visitantes
foráneos sino que, al mismo tiempo, fortalecerá el conocimiento de la cultura
panameña de todos los tiempos. Desde esta perspectiva, resulta estimulante la
sugerencia del colaborador de este diario Jaime Figueroa Navarro de incluir en
el calendario del turismo cultural la ruta seguida por Vasco Núñez de Balboa,
desde la selva del Darién, para arribar a las orillas de la Mar del Sur. Guías
ilustrados en la historia del siglo XVI informarán a los turistas sobre la
trascendencia de lo que representó para el mundo el enriquecimiento de la
geografía universal y la apertura de rutas nuevas hacia el continente asiático
el descubrimiento español del Océano Pacífico.
Otros promotores del turismo
panameño llevan a los visitantes a través de los restos del Camino Real, el
primer esfuerzo vial de comunicación terrestre y lacustre de los colonizadores
hispanos desde la ciudad capital hasta los puertos de Nombre de Dios y Portobelo.
En idéntico sentido puede
estudiarse si es viable, sin riesgos mayores, la ruta del Camino de Cruces y el
río Chagres que, en el siglo XVI, se implementó para el transporte del oro de
los incas a Portobelo, donde esperaban los galeones de Sevilla; y en la ruta
del regreso la llegada de mercadería española. Conocer el emplazamiento de
Santa María la Antigua, actualmente bajo jurisdicción territorial colombiana,
demandaría la colaboración del país vecino para limpiar la maleza que recubre
los vestigios de la primera ciudad panameña, que es, también, la primera
construida en la tierra firme continental sudamericana.
En el desarrollo turístico de rutas
culturales está Natá de los Caballeros, ciudad levantada por Gaspar de Espinosa
a su retorno de la expedición de las Tierras Altas, pero fundada con el nombre
del gobernador Pedrarias Dávila. La iglesia de Natá tiene atributos para su
magnificación por los elementos de la construcción. En la información turística
debe agregarse el fenómeno de despoblamiento de Natá provocado porque los
vecinos principales vivían en sus haciendas y solo acudían a la ciudad en
Semana Santa. Encima, los encomenderos abusaron mucho de los indígenas puestos
a su servicio.
Las culturas precolombinas tienen
perfecto derecho para que los turistas extranjeros conozcan, por ejemplo, el
grado de avanzada civilización alcanzada por los indios cueva. Según los
testimonios de Gonzalo Fernández de Oviedo y Pascual de Andagoya, los cuevas
practicaron el matrimonio, respetaron la monogamia, momificaron a sus
ascendientes, fueron orfebres de alhajas de oro y plata.
Los restos
arqueológicos de la comunidad que primigeniamente se denominó Pananomé, luego
Penenomé y después Penonomé, merecen que el Instituto Nacional de Cultura
amplíe las instalaciones de la sucursal. Puede editarse folletos en castellano,
inglés y francés de información arqueológica sobre el área. Es ocasión,
igualmente, para rendir el debido homenaje al caudillo Victoriano Lorenzo
Troya, legendario guerrillero de las tierras coclesanas, que tuvo un desenlace
trágico en las convulsiones de la Guerra de los Mil Días. Sin desmedro de su
origen campesino, Victoriano se agitó también en el ejercicio del comercio, la
cobranza de diezmos y el impuesto del degüello, así como su etapa de Regidor de
caseríos coclesanos. Los turistas deben conocer la personalidad histórica del
caudillo liberal.
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