Diario Panamá América
17 de mayo
2014
Firmes Capsulas de
Turismo
Jaime
Figueroa Navarro
A
raíz de la visita al istmo de tres grupos universitarios de Estados Unidos en
las próximas tres semanas, preparo especialmente para ellos una versión
diferente de mi conferencia “Por Qué Panamá” que acostumbro
dictar durante frecuentes interludios en ultramar. Para lograr el mayor éxito en la oferta de
Panamá como destino turístico y de inversiones, hay que apropiadamente
diferenciar el auditorio y lo que más le estimula. A través de los años he logrado, por ejemplo,
descifrar las diferencias entre disertar ante un publico de miembros de la AARP
(Asociación Americana de Jubilados) y otro de inversionistas alemanes.
Así
fue como el año pasado en víspera de la celebración de los quinientos años del
descubrimiento del Mar del Sur, sometí un papel a consideración de un panel de
expertos antropólogos e historiadores para la presentación de una ponencia
sobre Vasco Núñez de Balboa en un congreso mundial de patrimonio histórico en
la Universidad de Massachusetts. Al ser
aceptada mi reseña y ser honrado en recibir la invitación para dictar la
conferencia en Amherst, la pulí encapsulando una audiencia académica, mentes
fluidas y pensantes, enamorándoles con una crónica diferente.
Anterior
a ello, crucé el charco y visité el pueblo natal de Balboa donde fui recibido
como huésped de honor por las autoridades y por mi anfitrión, el Dr. Feliciano
Correa, historiador, escritor y cronista oficial de Jerez de los
Caballeros. Ante esa audiencia extremeña
la única forma de lucirse era duplicando la hazaña, en mi caso, liderando la
primera expedición de ejecutivos en la historia de Panamá en escalar el cerro
Pechito Parao en Darién, sitio donde Balboa visualiza la magnificencia del
Pacifico en el golfo de San Miguel, y así lo hicimos con la notable diferencia
que llevaba a cuestas más de un cuarto de siglo que Balboa al coronarle. Pero el entusiasmo fue idéntico y la emoción
hizo cabalgar el corazón y emanar lagrimas de felicidad. ¡Y eso lo palpó la audiencia y lo vivió a
quemarropa! Este sendero,
definitivamente merece ser una trocha permanente de turismo para que nuestros
visitantes y todos los panameños también, conozcan el canal y ojeen el sitio
del descubrimiento de Balboa.
Dos
presentaciones más en Badajoz y Sevilla posterior a mi reunión y conferencia de
prensa en Madrid con el XX Duque de Veragua, Don Cristóbal Colón de Carvajal y
Gorosábel, descendiente directo del descubridor de las Américas, noble entre
los nobles ibéricos, amigo de Panamá y confío, mío también, posterior a esfuerzos
conjuntos entre la Fundación La Castilla del Oro que preside y las fuerzas
vivas del turismo histórico cultural istmeño, que en su momento representé como
Presidente de la Comisión de Turismo de APEDE, donde tuvimos la honra de
recibirle, diría yo, como uno de los visitantes más auténticos en la historia
de la asociación. La visión que
compartimos con el Duque de Veragua del trazado del Camino Real y Pechito Parao
como senderos turísticos de excelencia mundial, entre otros proyectos para la
oferta de turismo histórico, cultural y religioso elevarían peregrinamente la
calidad de la propuesta istmeña a costos irrisorios y es uno de los paradigmas
que forma parte fundamental de mis presentaciones. Una cosa es presentar lo que se es, y otra
mucho más etérea, lo que se puede ser.
Cruzando
los Pirineos, llegamos a Paris donde la audiencia para mi presentación “Pourquoi
le Panama” ante un grupo notablemente culto, entrelazado por
inversionistas, mayoristas de turismo y curiosos, me obligó a romper el hielo
de forma diferente, dada la tendencia bien merecida de los galos por encontrar
todo lo que esta fuera de “la grande France” como inferior. Así fue, como en impecable francés, narré el
epigrama de mi tatarabuelo, medico emigrante del imperio pruso germano a Panamá
en 1849, a quien el Emperador Napoleón III le honra con la Orden de la Legión
de Honor por sus servicios a los heridos de guerra galos provenientes de México
durante el breve episodio (1861-1866) del Emperador Maximiliano I. Entonces, para sorpresa de los presentes, de
uno de mis bolsillos sustraje la imponente medalla de oro que data del
decimonono y la hice circular.
¡Rápidamente el hielo se derritió y fue un rotundo éxito la presentación!
Todos
estos ejemplos los ponemos sobre el tapete porque estamos en un punto
importante de relevo en la Autoridad de Turismo de Panamá, entidad que merece
de una vez por todas convertirse en un motor de permanente entusiasmo y
creatividad que vele por los mínimos detalles que semanalmente señalamos como
criticas constructivas para el mejoramiento de nuestra muestra. Cito detalles tan sencillos como la
señalización que a gritos hace falta en la carretera interamericana a la altura
de Natá de los Caballeros, indicando a los viajeros que es allí donde está la iglesia
más antigua de tierra firme en el continente americano. Sencillos detalles como letreros en francés
en el aeropuerto de Tocumen a partir del arribo de vuelos directos desde Paris
en noviembre pasado y la inmensa esterilidad de ese aeródromo que oferta todo
tipos de chucherías pero le hace falta el cariño que lo identifique como
autóctono con un pequeñísimo y risible kiosco de la ATP y la oferta de comidas chatarras a tutiplén en
vez de ceviches de corvina y chichas de guanábana.
Tenemos
frente a nosotros el enorme reto de convertir nuestro destino en el mejor del
mundo, beneficiando de paso, a miles de panameños con bien remuneradas
labranzas. ¡Hagámoslo de una vez por
todas!
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