miércoles, 23 de julio de 2014

Ilusiones de un viajero

Diario Panamá América
26 de julio 2014

Ilusiones de un viajero
Jaime Figueroa Navarro

Centrados en la celebración del centenario del Canal de Panamá, como debe ser, no debemos olvidar otro ancestral evento que cambiaría la faz de la tierra y la historia.  El domingo 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Bosnia, sucumbe asesinado el archiduque Francisco Fernando, puntero de la Casa Habsburgo y heredero del imperio austrohúngaro, detonante de la Primera Guerra Mundial.

En momentos que se celebra el Tour de France, la centenaria carrera de bicicletas más prestigiosa del globo que data de inicios de la republica, pausamos para evocar nuestra introducción a la sudorosa gira durante el verano europeo de 1968 cuando a los 15 años incursionamos en estudios de la lengua y cultura gala a la sombra del castillo de Amboise en las riveras del rio Loire.  

Joven irredento viajero deseoso de nuevas experiencias, estudioso de la historia e inmerso en la biblioteca de Assumption Prep en Worcester, Massachusetts, saciada de estanterías de fino roble pardo, bajo la tutela del Padre Henry Callan, bibliotecario, profesor de filosofía y extraordinario guía del pensamiento, dedicaba a diario unos momentos de ocio para husmear textos de viajes y olfatear la Europa de Boy´s Life y National Geographic, hasta encontrar, por casualidad el tomo Europe on $5 a Day de Arthur Frommer, precursor de las famosas guías de turismo Frommer que hoy esgrimen como espléndidos abrebocas todos los parajes de la tierra.

Los veranos precedentes de vivencias en preparatoria, los había aprovechado visitando Expo 67 en Montreal, hasta ese momento la feria mundial de mayor renombre durante el siglo veinte y compartiendo con la muchachada sendas expediciones en canoas atravesando las turbulentas aguas de los ríos Penobscot, Allagash y Saint John en el estado de Maine, colindante con Canadá, pericias que sirvieron como inspiración para enraizar aun más mi profundo amor y aprecio por la naturaleza antes del obligado retorno al istmo para rebasar unas fugaces semanas de asueto con familiares y amistades, pues siempre nos procuraban los monjes un cuantioso menú de libros para leer durante las vacaciones.             

Siempre recordaré mi primera incursión europea con especial cariño y húmedas pupilas.  Y ahora ¿hacia donde? Todo depende de la buena salud (sin mencionar el estado de mi cuenta bancaria) pero estoy seguro que los dioses de la buena fortuna sonreirán sobre nosotros, siempre deseosos de permitirnos continuar con nuestra gran aventura.  La pregunta de rigor es:  ¿Por qué nos interesamos por otros personajes y sus vivencias sobre el escenario, cuando podríamos fijarnos en lo que nosotros vivimos a diario? ¿Por qué necesitamos esa ficción siendo nosotros protagonistas?

Nuestro arribo a Florencia en aquella ocasión, a través de los campos Toscanos, fue una vivencia que hizo volar la cabeza de este adolescente al contemplar la antigua Italia.  Me sentía en un parque temático, pero mejor, porque todos los estereotipos eran reales.  Habían conductores de motos Vespa, interminables columnas de olivos y cadenciosos cerritos.  ¡Lo único que hacia falta era que se apareciera Sofía Loren!  Era como si todo hubiese sido puesto en su lugar, como un nacimiento en Navidad, por las autoridades locales de turismo.


Este mundo esta repleto de almas que luchan por encontrar el personaje más joven que una vez fueron dentro del cuerpo de la persona mayor en que se han convertido.  Por mi parte, he vertido algunas lagrimas durante el transcurso de la vida, buscando el niño que era.  No hay muchos viviendo que le recuerdan, fuera de mi, y eso lo hace algo triste.  Y como muchos, me pregunto: ¿Bueno, como llegue aquí?  Encontrando la respuesta, un sentido de paz entre el pasado y el presente, es una medida de plenitud y bienestar.

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