Diario Panamá América
26 de julio 2014
Ilusiones de un viajero
Jaime Figueroa Navarro
Centrados en la
celebración del centenario del Canal de Panamá, como debe ser, no debemos
olvidar otro ancestral evento que cambiaría la faz de la tierra y la
historia. El domingo 28 de junio de 1914, en Sarajevo, Bosnia, sucumbe
asesinado el archiduque Francisco Fernando, puntero de la Casa Habsburgo y
heredero del imperio austrohúngaro, detonante de la Primera Guerra Mundial.
En momentos que se
celebra el Tour de France, la centenaria carrera de bicicletas más prestigiosa
del globo que data de inicios de la republica, pausamos para evocar nuestra
introducción a la sudorosa gira durante el verano europeo de 1968 cuando a los
15 años incursionamos en estudios de la lengua y cultura gala a la sombra del
castillo de Amboise en las riveras del rio Loire.
Joven irredento
viajero deseoso de nuevas experiencias, estudioso de la historia e inmerso en
la biblioteca de Assumption Prep en Worcester, Massachusetts, saciada de
estanterías de fino roble pardo, bajo la tutela del Padre Henry Callan,
bibliotecario, profesor de filosofía y extraordinario guía del pensamiento,
dedicaba a diario unos momentos de ocio para husmear textos de viajes y olfatear
la Europa de Boy´s Life y National Geographic,
hasta encontrar, por casualidad el tomo Europe on $5 a Day de
Arthur Frommer, precursor de las famosas guías de turismo Frommer que hoy
esgrimen como espléndidos abrebocas todos los parajes de la tierra.
Los veranos
precedentes de vivencias en preparatoria, los había aprovechado visitando Expo
67 en Montreal, hasta ese momento la feria mundial de mayor renombre
durante el siglo veinte y compartiendo con la muchachada sendas expediciones en
canoas atravesando las turbulentas aguas de los ríos Penobscot, Allagash y
Saint John en el estado de Maine, colindante con Canadá, pericias que sirvieron
como inspiración para enraizar aun más mi profundo amor y aprecio por la
naturaleza antes del obligado retorno al istmo para rebasar unas fugaces
semanas de asueto con familiares y amistades, pues siempre nos procuraban los
monjes un cuantioso menú de libros para leer durante las
vacaciones.
Siempre
recordaré mi primera incursión europea con especial cariño y húmedas
pupilas. Y ahora ¿hacia donde? Todo depende de la buena salud (sin
mencionar el estado de mi cuenta bancaria) pero estoy seguro que los dioses de
la buena fortuna sonreirán sobre nosotros, siempre deseosos de permitirnos
continuar con nuestra gran aventura. La pregunta de rigor es: ¿Por qué nos interesamos por otros
personajes y sus vivencias sobre el escenario, cuando podríamos fijarnos en lo
que nosotros vivimos a diario? ¿Por qué necesitamos esa ficción siendo nosotros
protagonistas?
Nuestro arribo a
Florencia en aquella ocasión, a través de los campos Toscanos, fue una vivencia
que hizo volar la cabeza de este adolescente al contemplar la antigua
Italia. Me sentía en un parque temático, pero mejor, porque todos los
estereotipos eran reales. Habían conductores de motos Vespa,
interminables columnas de olivos y cadenciosos cerritos. ¡Lo único que
hacia falta era que se apareciera Sofía Loren! Era como si todo hubiese
sido puesto en su lugar, como un nacimiento en Navidad, por las autoridades
locales de turismo.
Este mundo esta
repleto de almas que luchan por encontrar el personaje más joven que una vez
fueron dentro del cuerpo de la persona mayor en que se han convertido.
Por mi parte, he vertido algunas lagrimas durante el transcurso de la vida,
buscando el niño que era. No hay muchos viviendo que le recuerdan, fuera
de mi, y eso lo hace algo triste. Y como muchos, me pregunto: ¿Bueno,
como llegue aquí? Encontrando la respuesta, un sentido de paz entre el
pasado y el presente, es una medida de plenitud y bienestar.
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