jueves, 29 de enero de 2015

Cariño Canalero

Diario Panamá América
31 de enero 2015

Cariño Canalero
Jaime Figueroa Navarro

Durante las ultimas tres semanas he tenido el privilegio de servir como anfitrión al colega Keith Schneider, periodista del diario The New York Times quien desarrolla pesquisas particulares sobre el proyecto de expansión del canal, el agua y nuestro país, que al lector bien le servirían de brújula como recreo de lo que está aconteciendo en el istmo, bajo la privativamente fecunda pluma foránea que podrá encontrar en sus variados artículos, narrando un ensayo tropical alejado del frígido invierno norteño, publicados en el blog circleofblue.org

Desde la efusiva acogida por los niños de la comunidad de Quebrada Ancha, que nos recibieron ataviados en sus polleras y montunos a las riveras del Lago Alajuela, hasta entrevistas escudriñando detalles y deslindes particulares con especialistas de la talla del Dr. Stanley Heckadon Moreno, respetado científico del Centro de Investigaciones Tropicales del Smithsonian Institution y el Dr. Nicolás Ardito Barletta, Director del Centro Nacional de Competitividad, terminando con entrevistas puntuales con altos ejecutivos de la Autoridad del Canal de Panamá, este ejercicio ha servido para regar el cerebro con una savia diferente que nos permite dispensar nuevas propuestas para el progreso de nuestro turismo.

El aeropuerto internacional de Tocumen se convertirá con la apertura de su nueva terminal en un infalible emporio de transito aéreo mundial, sobrepasando los 10 millones de pasajeros anuales, convirtiéndose sin duda en nuestra mayor carnada, un suculento langostino del Pacífico, que nos abre las puertas a la venta del istmo como el destino de preferencia universal.  Desaprovechar esta oportunidad de mercadear las virtudes que nos hacen resaltar en la región sería el equivalente a mantener a la bella Miss Universo colombiana escondida durante el año de su reinado.

Ya dentro del istmo, mientras desarrollamos otros magnetos provinciales como bien lo estamos llevando a cabo con proyectos puntuales en Pesé con la Ruta del Ron en Hacienda San Isidro y en Boquete con la Ruta del Café en Finca Lérida, sin duda alguna el canal de Panamá sigue siendo el jamón que cautiva como la miel a nuestros visitantes.  Sigue siendo nuestro canal, tal como observamos este martes con el transito del esplendente crucero Queen Elizabeth II, puntero de la prestigiosa línea británica Cunard, el más importante atractivo para cruceristas en el mundo.

A pesar de la entrega y pasión de esos buenos panameños y panameñas que sirven como ejemplares guías en el Centro de Visitantes de Miraflores, sitio de mayor numero de visitantes ya dentro de la república, avergüenza el estado de desaliño y falta de  manutención que empero sus jugosos ingresos, debería reflejarle como el espejo del robusto progreso de la nación en momentos claves de la expansión de la ruta canalera.

Cito como molde, nuestra visita en horas de la tarde del martes cuando no se encontraban en funcionamiento ninguna de las dos escaleras eléctricas que conducen del estacionamiento hacia el edificio que alberga el museo y mirador. Si en efecto se montaron dos juegos paralelos de escaleras eléctricas, tomando en cuenta la empinada cuesta y el nutrido numero de visitantes de la tercera edad, mínimo debemos asegurarnos el funcionamiento permanente y continuo de uno de ellos.

Teniendo la oportunidad de explotar este sitio de visita obligada, para la venta del resto del país, acogiendo al visitante una preciosa empollerada que obligue al visitante a una fotografía que atesorará el resto de su vida, tal cual se hace en el aeropuerto de Tapeete en la Polinesia francesa al ceñirles guapas damitas al meneo de caderas perfumados collares de flores lei a los turistas, desaprovechamos la oportunidad del deguste de un ceviche y agua de pipa, cuando en efecto en momentos que Panamá destaca por su original gastronomía, se ofertan allí hamburguesas y coca colas.


Si bien el canal es histórico, su punta de lanza a partir del año próximo será al otro lado, en las nuevas esclusas donde alborotados turistas tendrán la oportunidad de ver de cerca los mamuts de los océanos.  Aunque vayamos a expandir nuevamente el canal a futuro, no hay excusa para no edificar un nuevo centro de acopio de visitantes paralelo a las nuevas esclusas en Miraflores que se paga solito y sirve para mostrar nuestra mejor cara al mundo.  Y esto no es responsabilidad exclusiva de la Autoridad del Canal de Panamá, ¡debe serla de todos!   El Casco Antiguo esta en genuina metamorfosis, cada día más atractivo y novedoso que New Orleans y el Viejo San Juan.  Hagamos de la experiencia de visitar nuestro canal algo mágico que deje babeando a multitudes con deseos de anidar nuestro particular turismo y regar la voz que es Panamá el sitio de moda del mundo.                  

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