Diario
Panamá América
31 de
enero 2015
Cariño Canalero
Jaime
Figueroa Navarro
Durante
las ultimas tres semanas he tenido el privilegio de servir como anfitrión al
colega Keith Schneider, periodista del diario The New York Times quien
desarrolla pesquisas particulares sobre el proyecto de expansión del canal, el
agua y nuestro país, que al lector bien le servirían de brújula como recreo de
lo que está aconteciendo en el istmo, bajo la privativamente fecunda pluma
foránea que podrá encontrar en sus variados artículos, narrando un ensayo
tropical alejado del frígido invierno norteño, publicados en el blog circleofblue.org
Desde la
efusiva acogida por los niños de la comunidad de Quebrada Ancha, que nos
recibieron ataviados en sus polleras y montunos a las riveras del Lago
Alajuela, hasta entrevistas escudriñando detalles y deslindes particulares con
especialistas de la talla del Dr. Stanley Heckadon Moreno, respetado científico
del Centro de Investigaciones Tropicales del Smithsonian Institution y el Dr.
Nicolás Ardito Barletta, Director del Centro Nacional de Competitividad,
terminando con entrevistas puntuales con altos ejecutivos de la Autoridad del
Canal de Panamá, este ejercicio ha servido para regar el cerebro con una savia
diferente que nos permite dispensar nuevas propuestas para el progreso de
nuestro turismo.
El
aeropuerto internacional de Tocumen se convertirá con la apertura de su nueva
terminal en un infalible emporio de transito aéreo mundial, sobrepasando los 10
millones de pasajeros anuales, convirtiéndose sin duda en nuestra mayor carnada,
un suculento langostino del Pacífico, que nos abre las puertas a la venta del
istmo como el destino de preferencia universal.
Desaprovechar esta oportunidad de mercadear las virtudes que nos hacen
resaltar en la región sería el equivalente a mantener a la bella Miss Universo colombiana
escondida durante el año de su reinado.
Ya
dentro del istmo, mientras desarrollamos otros magnetos provinciales como bien
lo estamos llevando a cabo con proyectos puntuales en Pesé con la Ruta del Ron
en Hacienda San Isidro y en Boquete con la Ruta del Café en Finca Lérida, sin
duda alguna el canal de Panamá sigue siendo el jamón que cautiva como la miel a
nuestros visitantes. Sigue siendo
nuestro canal, tal como observamos este martes con el transito del esplendente
crucero Queen Elizabeth II, puntero de la prestigiosa línea británica
Cunard, el más importante atractivo para cruceristas en el mundo.
A pesar
de la entrega y pasión de esos buenos panameños y panameñas que sirven como ejemplares
guías en el Centro de Visitantes de Miraflores, sitio de mayor numero de
visitantes ya dentro de la república, avergüenza el estado de desaliño y falta
de manutención que empero sus jugosos
ingresos, debería reflejarle como el espejo del robusto progreso de la nación
en momentos claves de la expansión de la ruta canalera.
Cito
como molde, nuestra visita en horas de la tarde del martes cuando no se
encontraban en funcionamiento ninguna de las dos escaleras eléctricas que
conducen del estacionamiento hacia el edificio que alberga el museo y mirador.
Si en efecto se montaron dos juegos paralelos de escaleras eléctricas, tomando
en cuenta la empinada cuesta y el nutrido numero de visitantes de la tercera
edad, mínimo debemos asegurarnos el funcionamiento permanente y continuo de uno
de ellos.
Teniendo
la oportunidad de explotar este sitio de visita obligada, para la venta del
resto del país, acogiendo al visitante una preciosa empollerada que obligue al
visitante a una fotografía que atesorará el resto de su vida, tal cual se hace
en el aeropuerto de Tapeete en la Polinesia francesa al ceñirles guapas damitas
al meneo de caderas perfumados collares de flores lei a los turistas, desaprovechamos
la oportunidad del deguste de un ceviche y agua de pipa, cuando en efecto en
momentos que Panamá destaca por su original gastronomía, se ofertan allí
hamburguesas y coca colas.
Si bien
el canal es histórico, su punta de lanza a partir del año próximo será al otro
lado, en las nuevas esclusas donde alborotados turistas tendrán la oportunidad
de ver de cerca los mamuts de los océanos.
Aunque vayamos a expandir nuevamente el canal a futuro, no hay excusa
para no edificar un nuevo centro de acopio de visitantes paralelo a las nuevas
esclusas en Miraflores que se paga solito y sirve para mostrar nuestra mejor
cara al mundo. Y esto no es responsabilidad
exclusiva de la Autoridad del Canal de Panamá, ¡debe serla de todos! El Casco Antiguo esta en genuina
metamorfosis, cada día más atractivo y novedoso que New Orleans y el Viejo San
Juan. Hagamos de la experiencia de
visitar nuestro canal algo mágico que deje babeando a multitudes con deseos de anidar
nuestro particular turismo y regar la voz que es Panamá el sitio de moda del
mundo.
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