miércoles, 7 de enero de 2015

Construyendo Naciones

Diario Panamá América
10 de enero de 2015

Construyendo Naciones
Jaime Figueroa Navarro

Las naciones se construyen no por casualidades, sino más bien resultado de la traza de sagaces ingenieros sobre el lienzo de sus posibilidades.  El verdor istmeño, bajo su hirviente sol de mediodía nos ubica en un sitial especial del globo terráqueo que nos ha permitido engendrar de la tierra un especial paraíso que nos sigue sorprendiendo con sus vastas posibilidades.  

Un sumado factor eminente en el siglo XXI es la inconmensurable importancia del agua como vital liquido para la supervivencia del hombre, reemplazando de esta manera al petróleo, cada vez más obsoleto, barato y sucio.  Es Panamá una esponja donde las poderosas lluvias de nueve meses nutren la savia de vida de sus centenarios arboles y nos ha permitido el encaje de un canal que de ella se nutre, oxigenando el comercio universal y brindándonos un agua que aun refrescante y sana del grifo sigue siendo motivo de la envidia de nuestros visitantes.

Si bien es cierto el BioMuseo nos brinda un poderoso mensaje que refleja en el espejo de la humanidad su génesis, este indomable país no se hizo de la noche a la mañana.  Las crónicas de Cristóbal Colón a duras penas logran descifrar la hazaña del Adelantado Balboa quien a pocos años de la visita del Almirante verdaderamente desabrocha al mundo ante la visión de ese vasto Mar del Sur desde la cumbre del cerro Pechito Parao en el majestuoso Darién istmeño dando raíces al verdadero florecimiento del intercambio global.
  
Fueron visionarios como de Lesseps y Goethals, ingenieros de canales que lograron finalmente hacer realidad el sueño de Carlos V.  Dentro del proyecto nacional también influyen gigantes autóctonos, en particular originarios de la provincia de Los Santos, tales como el Dr. Belisario Porras, conductor de pueblos, la apacible Doña Dalila Vera, propietaria de la Dulcería Yeli en Pedasí quien a inicios del siglo XXI nos representa honrosamente como nuestra mejor embajadora, añadiendo por su peso  a la vivaz Ilya Espino de Marotta, Vicepresidente de Ingeniería, Chargé d’Affaires del proyecto de Expansión del Canal, chispa que enciende a diario el motor de nuestro mayor emprendimiento nacional, dama noble y sencilla,  la más poderosa mujer que la nación haya engendrado.

Y es que en la Autoridad del Canal de Panamá, a lo opuesto de todas las otras entidades del estado, las posiciones se perciben a través del concurso, como bien debería ser en todas, y no como resultado del dedazo del político de turno.  ¡Qué refrescante que sea una doncella la que haya fraguado el respeto de buenos y de no tan buenos, de sanos y piratas, en un emprendimiento tan importante para nuestro futuro!

El lunes nos recibió en su amplio despacho de Corozal, finamente decorado con cuadros de los quehaceres de la expansión, una curiosa simbiosis de fotografías matizadas por artistas istmeños, en compañía del periodista del diario The New York Times, Keith Schneider, quien le auscultó como cirujano logrando extraer las maravillas de una personalidad que todo lo analiza  con la lupa de ingeniero y un enorme corazón de madre, enamorada de la Patria, grabando tan tenuemente  el mensaje a través de su plática que tras de ella, a través del ventanal, por casualidades de la vida se divisa nuestra bandera vigorosamente ondeando bajo la brisa de verano sobre el verdor canalero.  ¡Solo hacía falta que se entonaran las notas de nuestro glorioso Himno Nacional!

Como cierre a su interrogatorio, posterior a la impactante metralleta de respuestas preñadas con tantos detalles el periodista Schneider toca el sentimiento de la ingeniera indagando que cambiaría en Panamá.  Allí fue el corazón de la entrevista, dando paso a los números, rastrillando en lugar del cerebro, el alma: inició la respuesta razonando sobre el problema de la basura, para elucubrar un sueño, que todos los compatriotas decentes de alguna forma albergamos, de un Panamá bilingüe y con una educación sin par.  Esta sencilla mujer, con sonrisa de Mona Lisa y fulgurantes ojos, rebosó la paila con su particular visión más allá de la expansión, sobre la construcción de la nación panameña.

Ello me hace hilar en las telarañas de la historia, su similitud con el General Eisenhower, ingeniero de carrera, militar por fogueo, que posterior a su triunfal campaña durante la Segunda Guerra Mundial incursiona el mundo político construyendo una nación en postguerra que experimenta el mayor crecimiento jamás visto.  ¡Ojala abramos los ojos y lo mismo se redoble en el istmo!

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