miércoles, 15 de abril de 2015

Destetes de una Cumbre

Diario Panamá América
18 de abril de 2015

Destetes de una Cumbre
Jaime Figueroa Navarro

Ya finalizada la VII Cumbre de las Américas, sin querer queriendo, nos arraigan vestigios de la máxima inversión realizada por la Administración Varela en materia de venta de imagen.  Y es que el Panamá que se presenta a partir de la Cumbre es un destino diferente, frescamente impregnado con la húmeda tinta del sello de aprobación universal que  sórdidamente nos desiguala del resto de las naciones del hemisferio, convirtiéndonos en la pieza de mayor importancia y menor usufructo del rompecabezas turístico.   

Es el momento, entonces, de aprovechar todos los positivos despachos de prensa y comentarios inéditos, frutos de nuestra imaginación, algo así como que Raúl se quedó con las ganas de bailar un cha cha cha, Maduro contrató los servicios de una inmobiliaria local para adquirir una versión foránea de La Casona en El Chorrillo y a Barack no le queda de otra que traer a la Primera Dama Michelle y a las infantas Malia y Sasha, en un momento de descanso, a saborear una langosta caribeña en una de las paradisiacas islas del archipiélago de San Blas, rodeado de su séquito del Servicio Secreto disfrazados con molas y Ray Bans, a bordo de una versión renovada del yate presidencial USS Sequoia.  

En el marco de la Conferencia Regional de Embajadores Franceses de América Latina y el Caribe, recibí una cordial invitación de S.E. Philippe Casenave y su encantadora esposa Marie-Laurence Casenave a una recepción de gala en su residencia de Altos del Golf el pasado lunes.

La guerra post imperial se celebra, cerveza fría en mano, en una hamaca en Playa Bonita, Los Destiladeros de Pedasí o en la residencia del representante galo donde tuve la oportunidad de escuchar, entre la suculenta repartición de exquisitos hors d’oeuvres, repetidos “ooh la la” y finos comentarios por parte de los honrados visitantes, embajadores franceses en las américas, sobre las bondades y potencialidades istmeñas, normalmente reservados para Papeete en la Polinesia Francesa, Saint Barths en su Caribe o Saint Tropez en la Riviera, cincelando uno que otro utilizando ese estilo critico analítico bien de ellos, que aun estamos en pañales, devolviéndonos a la triste realidad de nuestro quehacer en un empeño que parece zozobrar por su falta de norte, de visión y de pasión.

No nos queda de otra que humildemente escuchar, por ser ellos los maestros. No en vano recibe Paris 33 millones de visitantes anuales, sitio numero uno del turismo mundial.  Entonces recuerdo las puntuales palabras de Robert Kennedy, que impactó con un exuberante sueño mi vida adolescente al finalizar los años sesenta, antes de caer abatido en la cocina del Hotel Ambassador de Los Ángeles: "se degrada a sí mismo cuando se hacen oídos sordos ante la burla o las balas, cuando excusamos a todos aquellos que sólo buscan construir sus propias vidas sobre los sueños destrozados de otros seres humanos".  Nuestros esfuerzos turísticos tienen que cambiar, ¡no nos queda de otra!

Así como Obama le ha amputado a su país un cáncer geopolítico que enfermaba su relación con el resto de los actores del continente, irreversiblemente sumando a Cuba a la credibilidad y solio regional, debemos asegurarnos antes de su plena apertura turística, un trabajo prolijo que nos permita competir con el paraíso socialista que a pesar de su estado actual como paria internacional, nos lleva la gabela lejos con 50% más de turistas anuales.  ¡Ojalá finalmente lo logremos!


Siempre lo he dicho y lo reitero, la incorporación turística de nuestro Caribe sumando elementos creativos como bien lo ha plasmado la Secretaría de Turismo de México con la implementación del Plan Maestro de Quintana Roo de los setenta, proyectando exquisitamente la explosión turística de la Riviera Maya, no solamente permitiría que el progreso acaricie los lares de los compatriotas que allí viven en extrema pobreza sino también multiplicaría dramáticamente el volumen e ingresos por turista a la república.  Hace falta solamente la muy ausente voluntad política, la pasión por la excelencia y el tan faltante común denominador de amor a la patria.    

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