Diario Panamá América
30 de mayo 2015
Servicio,
Honor, Patria
Jaime Figueroa Navarro
Con
esta selección de señalamientos que obligan vigorosamente subrayar a nuestras
futuras generaciones de panameños, se enfiló el General Douglas MacArthur a los
graduandos de la Academia Militar de Estados Unidos en West Point, a inicios
del verano de 1962, mensaje que emanó del alma pues no gozaba de un texto del
que leer sino la grandeza del momento del ultimo adiós a sus 82 primaveras.
De
esa misma manera, nos deja un copioso legado el Profesor Rubén Darío Carles, Chinchorro, su gatito, honestidad,
sencillez y entusiasmo, porque hasta el ultimo respiro fue un chiquillo.
La
juventud no es un periodo de la vida, es un estado de espíritu, un efecto de la
voluntad, una calidad de la imaginación, una intensidad emotiva, una victoria
del valor sobre la timidez, del gusto de la aventura sobre el amor a la
comodidad. Así, desbordante de
entusiasmo, se presentaba Chinchorro
a las frecuentes reuniones de la Comisión de Turismo de APEDE.
No
se envejece por haber cumplido un numero de años: se envejece al abandonar sus
ideales. Los años arrugan la piel,
renunciar a ideales arruga el alma. Las
preocupaciones, las dudas, los temores y las desesperaciones son los enemigos
que lentamente nos dirigen hacia la tierra y nos convierten en polvo antes de
morir.
En ese sentido, Chinchorro
jamás marchitó. Joven es aquel que se
sorprende y se maravilla. Quien se
pregunta como insaciable niño: “¿Y
después?” Y el lo refrendaba
incesablemente.
La vocación de servicio hacia los demás que tanta falta
hace en este istmo aprisionado por corsarios desde hace más de 500 años, debe
ser parte de su legado. El pueblo clama
por compatriotas de valía que ocupen cargos públicos y lideren el sector
privado con la misma entereza que lo hizo Chinchorro
en la Contraloría.
El Diccionario de la Real Academia Española define Honor como la cualidad moral que lleva
al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo. Esto viene siendo violentado por grupos de
poder que se han transformado en muy arrogantes, por los políticos que se han
convertido en muy corruptos, y por los criminales que se han apoderado de
nuestras calles. El honor se absorbe en
las fibras intimas del ser, así como lo hizo el joven Chinchorro en el Nido de
Águilas de otrora, orgullo de la educación istmeña.
Patria,
como lo dice su tocayo “¡son tantas cosas bellas!”
Patria es la pollera, el matinal olor a leña y café, las
mariposas azuladas, los guayacanes florecientes. Patria es el terruño, nuestro paraíso
terrenal, la tierna madre que nos vio nacer.
El siglo XXI con sus ciudades convertidas en cárceles de concretos y sus
ciudadanos en vulgares juguetes del teléfono celular y la internet, a veces nos
hace olvidar los sentimientos más profundos de la existencia misma, algo que Chinchorro no soltaba en sus frecuentes
alocuciones.
Nos obliga el Profesor a la reflexión, retornando a
nuestras raíces, a la riqueza de nuestra historia y a aquellos hidalgos como
Balboa que nos brindaron una esencia de ser, un sentido de espíritu e
inspiración, que nos convirtieron en una pequeña gran nación. Su afloro brillará como un faro que guía a
las naves a través del canal durante las horas de la noche: ¡Servicio, Honor,
Patria! Gracias Maestro.
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