Diario Panamá América
20 de junio 2015
Grescas
en Turismo Nacional
Jaime
Figueroa Navarro
En un cruce
de comunicados y señalamientos en los medios de comunicación, han salido a
relucir en los últimos días, las frustraciones y desencantos de los jugadores
claves en el turismo nacional, empresarios y hoteleros que jugaron a ganar en
un ambiente enrarecido por la falta de reglas claras, aptitud y el protagonismo
de personajes, que a través de los años, se adueñaron de una industria que no
puede ser administrada por intereses particulares sino más bien por una
planificación idónea.
Ante todo, es
importante aclarar que turismo no es hoteles.
Desde sus raíces, nuestro distintivo enfoque tropical ha zarpado sin
rumbo fijo. La hotelería juega, sin duda
alguna un importante rol en el fecundo desarrollo de la actividad turística,
pero más importante es el ordenamiento continuado de atractivos que obliguen a
la construcción de más hoteles por el despegue en la demanda.
Comencemos
por lo básico: La Organización Mundial del Turismo (OMT) con sede en Madrid, es
un apéndice de Naciones Unidas dedicado al desarrollo de diversos programas que
florecen el turismo a nivel mundial.
Panamá como miembro permanente de Naciones Unidas paga una significativa
cuota anual al organismo, gozando del derecho de concursar por varias plazas en
la OMT. A partir de su fundación en
Ginebra como la Unión
Internacional de Organismos Oficiales de Turismo (UIOOT) en 1946, Panamá jamás
tuvo una presencia emblemática, ni un solo funcionario en el ente. Mientras tanto, países como México,
indiscutible líder latinoamericano en el rubro, embarcó un cuadro de ejecutivos
permanentes que no solamente engrasan el motor del turismo azteca sino que le
enriquecen. ¿Qué espera Panamá para
utilizar este mecanismo, a todas luces gratuito, a guisa de nuestra jugosa
cuota anual, para nombrar ejecutivos, eso si, personas idóneas, no los primos
de fulanito, en la Organización Mundial del Turismo?
Sigamos con el amplísimo inventario que contamos y que a duras penas
explotamos. Caso en mano, Casco
Antiguo. Hemos visto como el área que a
inicios de siglo era un tugurio se va convirtiendo lentamente en un atractivo para
el turismo, generando un imán al turismo, a través de su metamorfosis. Palabra clave: lentamente. A falta de un
plan, de una estrategia bien plasmada, el Casco sufre improvisaciones,
desgreños y un crecimiento que no permite la utilización plena del área para la
maximización del turismo. Una vez
finalizado el proyecto, quien sabe cuando,
el Casco será un diamante en bruto para el turismo istmeño.
Y seguimos con el importante desarrollo de provincias, porque Panamá no es
solamente la cárcel de concreto en que se ha convertido nuestra capital. Muy por el contrario es su verdor y folclor,
son sus playas e islas, la interminable variedad de aves que nos convierte
según Audubon en uno de los países con más especies en el globo terráqueo, y
sobremanera, Panamá es su historia.
Soy un empedernido Balboista, porque creo que más allá del más importante
avistamiento para el desarrollo del comercio mundial, su romance con Anayansi
le convierte en un conquistador amable con los aborígenes, sumando en vez de
asesinarles o restarles, algo que hemos perdido de perspectiva, a pesar que
somos el único país que le dedica su moneda y su cerveza al mismo personaje. El trazado del camino entre Quebrada Eusebio
y la cumbre del cerro Pechito Parao en la serranía del Majé en nuestro
misterioso Darién, una fantástica trocha que he recorrido, como todos los
panameños debiésemos intimar por lo menos una vez en la vida, donde hace 500 años Balboa divisa el espejo
del pacifico reflejado en el golfo de San Miguel, crearía un fantástico
atractivo, a la par del canal, para que nuestros visitantes puedan respirar la
historia rodeados de azuladas mariposas y juguetones monitos, alejados de la
internet y la señal celular.
Prestando atención a ese generoso inventario con que contamos, convirtiendo
San Lorenzo y Portobelo en ejes de turismo en vez de abandonadas cloacas,
reconstruyendo Panamá La Vieja, la ciudad más antigua del pacifico de las
Américas para que se convierta en un
faro permanente al turismo, a la par del Casco Antiguo, integrando Natá de los
Caballeros y muchos otros parajes de provincias, a la exitosa iniciativa de la
Secretaria de Turismo de México: Pueblos
Mágicos no solamente abarrotarían los vuelos de COPA, colmarían los índices
de ocupación hotelera creando miles de bien remuneradas plazas de empleo
permanente. La pregunta es, Dios mío,
¿cuándo empezamos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario