Diario
Panamá América
27 de
junio de 2015
Escudriñando de lejos
Jaime Figueroa Navarro
Aprovechando el empollo de mi hija Patricia
Mercedes en temas de riesgos de seguros con una de las empresas líderes
mundiales en reaseguros, tema que maneja al dedillo al poseer la rara
combinación de una licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas y una Maestría
en Administración de Empresas, lidiando a diario con ejemplos prácticos de
Estadísticas, materia que francamente detesté durante mis años de estudios
superiores, al no encontrarle la práctica al diario vivir que mi hija
actualmente señala como su modus vivendi, no me quedó otra alternativa que
acompañarla para celebrar el final de su curso.
Asimilar Tocumen sigue siendo muestra de
nuestro continuado desdeño con lo que debe ser, lo que se debe aprovechar, como
el mejor sitio de venta de Panamá. Sucio, puerquísimos sus inodoros, con basura
por doquier y un insoportable calor en la terminal, ni se diga los satélites,
que asemejan saunas, la infalible excusa parece ser que hace falta una pieza
para la reparación del sistema de aire acondicionado. Botado estaría su
administrador, por ineficiente, así como debe estar requete en su casa el
administrador del metro de Panamá por las escaleras eléctricas fuera de orden,
a escaso año de operación. Donde manda capitán, no manda marinero. Tome nota,
señor presidente, si no usted también merece correr la misma suerte.
Las dos azafatas, estudiantes de turismo en
pasantía, a cargo del quiosco de la Autoridad de Turismo frente a la manga de
salida 23 no tienen literatura ni en español, ni en inglés a su haber. En su
lugar despachan periódicos y revistas de empresas particulares. La literatura
en francés y portugués, bien gracias, no existen. Una de ellas se distrae
chupando un lollipop durante nuestro intercambio. ¿Dónde esta el ministro de
Turismo?
El martes crucé el charco toda la noche
desde Tocumen, cómodamente respirando los tulipanes holandeses en Schiphol,
aeródromo que sirve a la ciudad de Ámsterdam, al mediodía del miércoles,
continuamos rumbo a Múnich, la capital del Estado germano de Bavaria, cuna y
capital mundial de la cerveza, sede de los automóviles de lujo BMW.
Templado, para mi clima sumamente
agradable, me recibió Alemania, país que a lo opuesto del nuestro, se encuentra
eternamente sumergido en la búsqueda de la perfección. Traté infructuosamente
de encontrar un pedazo del rompecabezas fuera de su sitio, pero fue imposible,
todo está ordenado. Un orden que invita a los alcaldes istmeños a conocerle y
emularle en vez de sumergirnos en la ignominia, mientras hacen quién sabe qué y
los impuestos de los contribuyentes se esfuman en continuados actos de
ineficiencia y las acostumbradas excusas.
Encontrándose mi hija ocupada en los
menesteres de sus últimos dos días de entrenamiento, opté por tomar una gira de
un día a Salzburgo, ciudad natal de Mozart en la vecina Austria, donde uno
imagina el eco de su vibrante música en las montañas a lo lejos y el recuerdo
del cántico Do Re Mi, allí filmado durante la película La Novicia Rebelde.
En lo que Hitler denominó Sudenteland
(tierras al sur), sarcásticamente su pueblo natal, el cual despojó para
Alemania durante los pininos de la Segunda Guerra Mundial alegando que era
parte fehaciente del Tercer Reich, también se respira un paisaje libre de
basuras, con aceras bien trazadas y un sistema ordenado de hacer las cosas, muy
diferente al diario deambular istmeño.
Observar Panamá de lejos, sobre todo
tratando de compararle con el imperio de lo correcto, da vergüenza. Merecemos
mejores días eficiencias de escala y administradores capaces. Es inconcebible
que lo único que funciona como reloj en el Istmo sea la Autoridad del Canal de
Panamá. El resto da lástima y duele en lo íntimo del corazón. Sobremanera, a lo
opuesto de destinos vecinos, gozando Panamá de tan envidiable potencial lo
echemos todo a la borda por fístulas de intereses creados, el juego de
inescrupulosos políticos y la caterva de 'yes men', los aduladores de siempre.
Permanecer en un sitio mucho tiempo oxida. Visitar maravillas oxigena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario