Diario Panama America
13 de junio 2015
Vivencias que Afloran Alegrías
Jaime Figueroa Navarro
Sin ser millonario, he visitado más de cincuenta
países en cinco continentes. Esas sapiencias, que jamás podrán robarme, me
colman de felicidad. Son ellas precisamente el recuerdo de personas, lugares y
hechos que deleitan la memoria. Y es que, permanecer en un mismo lugar toda la
vida ¡oxida el espíritu! Aquellos que abonan su dinero en experiencias en lugar
de cosas, son más felices. Un análisis publicado en la revista Psicología
Positiva indica que las personas que compraron productos onerosos en vez de
invertir su dinero en vivencias, frecuentemente devaluaron el valor del nuevo
producto directamente después de su compra. ¡Reflexione sobre ello!
Siempre fui así, en búsqueda de nuevos horizontes.
No vacilé durante mis años de preparatoria en la gélida metrópolis de Boston,
para conocer distantes parajes de Nueva Inglaterra y Canadá. Decidí finalizar
mis estudios universitarios en Nebraska, que rima con Alaska y es igual de
frio, por la mera curiosidad de penetrar el corazón de Americana en lugar de
sus virtudes académicas. Esa experiencia me dotó de carácter y temple. He
visitado 42 estados de ese gran país, más que la mayoría de sus habitantes. De haber nacido un hombre con carencias en
Estados Unidos hubiese elegido la carrera de camionero, porque no tendría un
amargado jefe respirándome a las espaldas a diario y por la libertad de siempre
transitar parajes diferentes. ¡La rutina simplemente me mata!
Por ello experimentamos en un mundo cada vez más
globalizado y pudiente un auge sin par en la industria del turismo. El
prestigioso portal TripAdvisor en su anuncio recién esta semana sobre las
maravillas del mundo (2015 World Wonders)
selecciona a Panamá y su canal como uno de los 25 sitios que más descollan en
el universo.
En los
últimos catorce años, desde que regresé a Panamá, he dedicado mi tiempo e
invertido en fogueos istmeños que me han permitido escalar el Barú, vivencia
que todos debemos albergar por lo menos una vez en la vida para denominarnos
auténticamente panameños y Pechito Parao, en la serranía del Majé, seductora
cúspide en la selva darienita que pocos hemos visitado, donde Balboa visualiza
hace 500 años la inmensidad del Mar del Sur reflejado sobre el golfo de San
Miguel, las caribeñas playas veragüenses de Calovébora y el islote de San
Ignacio de Tupile en el mero centro del archipiélago de San Blas hasta la
vivísima personalidad de provincias centrales y su folclor reflejado en el
espejo de Pedasí, sus preciosas casitas de ibéricas tejas y su bonachona gente.
Todo ello a bordo de mi veterano Toyota Prado plateado cuyo canoso indicador de
recorrido refleja más de 200,000 bien trotados kilómetros de galope nacional.
Cuando
recientemente mi jurista hija Patricia Mercedes me notificó su selección para
participar en un seminario especializado sobre riesgos en la ciudad alemana de
Múnich y que sentía una normal inquietud sobre cruzar el charco por vez
primera, le solicité me confirmara las fechas, revisando minuciosamente mi
agenda confirmándole que a la culminación de su curso me gustaría celebrarlo
con ella brindando con una cerveza en el beer
hall más famoso del mundo, ubicado en esa ciudad, conocido como
Hobfrauhaus.
“¿De
veras papi, tu vas a venir a verme?”, indagó.
“No solamente voy a beber una cerveza a Múnich, eso me sale muy
caro. Por favor pide una semana de
vacaciones. Si te la otorgan, tu papá te
servirá como guía de turismo en Paris.”
Vivencias
como estas pernoctan en nuestra memoria para toda la vida. Aun recuerdo con especial cariño el anuncio
de mi padre al recibirme de estudios superiores en Boston en 1970, una de las
mayores y más gratas sorpresas de mi vida.
“Vamos a tomar un paréntesis en nuestras ocupadas vidas: ¡Partimos tu y
yo al mundial de México!”. Brasil goleó
4-1 a Italia en el Estadio Azteca, quedándose como dueña única de la Copa Jules
Rimet. Después conocí personalmente a Pelé
por casualidad en el lobby del espectacular Hotel Princess en Acapulco.
¡Por nada
en el mundo cambiaria esta vivencia con mi hija!
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