miércoles, 26 de agosto de 2015

Panamá La Nueva

Diario Panamá América
29 de agosto 2015

Panamá La Nueva
Jaime Figueroa Navarro

A pesar de los continuados estruendos evidentes en una América Latina que no cesa de protestar por vergonzosos actos de corrupción, de una flácida economía China que se hace eco en los recientes desplomes de las bolsas de valores mundiales y de una Europa y Norteamérica afectadas por la inmigración de los más pobres, el tema del turismo en Panamá no deja de apasionarnos por sus potencialidades, a pesar de caer en las sordas orejas de los gobernantes de turno y el desgreño generalizado de los que asumen liderar esa importante cartera, tanto en el sector privado como en el publico.

Ante la incapacidad e indiferencia en que nos encontramos en coyunturas en que debiésemos velar por sembrar magnetos al turismo que reviertan en frutos a mediano plazo en una anémica industria que clama por soluciones, nos atrevemos a presentar un proyecto, una idea que brota del escepticismo, que bien pudiese resultar en multiplicar las lánguidas cifras de visitantes. 

Empero que Costa Rica acoge un numero superior de visitantes anuales, que bien podríamos calificar de verdaderos turistas al efectuar un análisis comparativo con Panamá, cuyos números incluyen un nutrido grupo de comerciantes que no vienen a hacer turismo, a nuestro favor gozamos de una henchida historia, envidia de nuestros vecinos, que no hemos sabido aprovechar. 

Un ejemplo en caso es el Casco Antiguo y su lentísimo renacimiento.   ¿Recuerdan los que adornan sus cabelleras con canas, el fétido tugurio, sede del Palacio de las Garzas con la Comandancia de la Guardia Nacional como lindero chorillero, matizado por inmuebles abandonados donde reinaba la anarquía y el “bullying” de los políticos y las pandillas?  Se encuentra en una perezosa metamorfosis para al final convertirse en un valioso magneto al turismo, obligando a la prensa italiana a describir nuestra capital como “un menjurje tropical de Manhattan y Venecia”.

Poniendo en marcha un Plan Maestro de Turismo Histórico que imponga la plena reconstrucción de Panamá La Vieja, primera ciudadela colonial del Pacífico de las Américas, por más que UNESCO berree “blasfemia”, incluyendo la reincorporación del Camino Real hasta Portobelo, también reconstruida y complementada por el mayor  puerto de veleros del Caribe, permitiendo el más corto peregrinaje de océano a océano en la denominada Ruta del Oro, Panamá apuesta a multiplicar su turismo y rebasar a gritos a nuestros vecinos. Releguemos entonces el árido Camino de Santiago de Compostela, de mayor extensión (781 kms. desde los Pirineos hasta Galicia) con cifras que sobrepasan los 10 millones de visitantes anuales.  ¡El nuestro goza del envidiable verdor tropical y sus azuladas mariposas!

Paralelo al Casco Antiguo, el valor de la Ciudad de Panamá La Vieja, del Camino Real y de Portobelo se verían germinados por la puesta en sitio de una aventura que permita al viajero revivir nuestra rica experiencia tropical, el vez de unas soberbias ruinas, retazos de profunda historia que ha sido comprobado por su poca afluencia, que no atraen como tal.  El proyecto tendría que ser aspectado por estructuras enteramente coloniales, adornadas por carruajes de la época, callejones que inviten a su exploración y parajes dentro del Camino Real que permitan esparcimiento y descanso con una oferta gastronómica puramente nacional, un camino señalizado con afluentes que permitan un rastreo ecológico, folclórico y étnico propios del istmo.     


Triangulando el proyecto con la inclusión del sendero del cerro Pechito Parao en Darién, desde cuya cumbre Balboa visualiza el majestuoso Mar del Sur hasta San Pedro de Taboga, ataviada por sus flores,  los neófitos bocetos de Gauguin y la segunda iglesia más antigua de Tierra Firme, todo a bordo del galeón Balboa, novel embarcación que le haría  honra a nuestra sede colonial, nuestro proyecto apuesta a un floreciente turismo que atiborre las escuálidas cifras de ocupación hotelera y efectivamente nos ubique como destino obligatoria de escala, dejando en segundo plano al canal y su extenuado turismo de cruceros. Buenos días Panamá La Nueva ¿qué esperamos?         

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