Diario
Panamá América
13 de febrero 2016
Todo
Incluido
Jaime Figueroa
Navarro
Navegando
la internet, ojeando particularmente lo relacionado con nuestro turismo, se
encuentra el internauta con una desordenada muestra de lo que en actualidad es
el horario común de un crucerista que visita el istmo por unas horas reflejado
a través de los ojos de autores foráneos que desconocen los pormenores de
nuestra realidad frecuentemente reflejado en horrores ortográficos y una muy
limitada cobertura de nuestro quehacer.
Y es
que los narrativos que publican las diferentes casas especialistas en viajes,
en su mayoría en idioma inglés, son el vivo destello de las giras ofrecidas por
las diversas líneas de cruceros al arrimarse al istmo, con vivo enfoque en el
canal, a falta de imaginación sin duda persistente como nuestro mayor
atractivo, y una serie de opciones tipo
National Geographic que embelesan nuestras etnias, monitos y Panama Hats, como
si ello fuese todo lo que tenemos que ofrecer.
Es por
ello que al momento de fraguar la génesis de nuestra obra Fantastic Panama! decidimos incluir doce rutas que vivamente
reflejan nuestra historia, cultura y razón de ser, que nos separan del resto de
las naciones latinoamericanas y caribeñas fulgurando algo más allá del canal y
la influencia norteamericana en el istmo durante la centuria neocolonialista,
que a pesar de ingentes esfuerzos no dejamos de resaltar como si estuviésemos
orgullosos del colono ugly American,
el socialismo del Canal Zone y su racismo.
Retomando
el camino posterior a unos carnavales de aguas de piscina, culequeando sin
vergüenza ni brújula que timonee la barca de la nación, enfocamos nuestra
atención en el cuarto capitulo de la obra, titulado Folclor cuyo espejo es la provincia de Los Santos, culminando el
primer tercio del libro cuya génesis es la expedición de Balboa en el Darién,
mística y olvidada esquina que tan poco conocemos y que más irradia el verdor
de nuestros bosques y las ricas profundidades de nuestra pesca deportiva,
seguido por el Camino Real, la ruta del oro que alimenta el fuego de la Corona
durante siglos de dominio ibérico, culminando con el Casco Antiguo, un estudio
que más allá de lo arquitectónico, refleja nuestra historia narrando con vivas
graficas lo que en realidad hemos debido traslucir desde siempre como nuestra personalidad.
Nos
arrimamos a Guararé, cuna del Festival Nacional de la Mejorana, simbolismo
folclorista complementado por Roberto “Manos de Piedra” Durán, y a todos los
pueblos santeños durante la celebración de los carnavales, dejando la provincia
huérfana las otras 51 semanas del calendario.
Si nosotros somos así, que nos cuesta ir más allá de Coronado o El Valle
porque tenemos que preparar una maletita e irnos “tan lejos”, es claramente
comprensible el por qué esta actitud también se ve reflejada en los libros de
turismo nacional. Y es que al conversar
con estudiantes universitarios de la disciplina e indagar sus raíces se
evidencia un desprecio hacia provincias, con la sola excepción del chiricano,
como si ser oriundo de provincias centrales fuese inferior. Es así como un capitalino muestra mayor
arraigo por “la 24 de diciembre” que por La Villa, triste realidad de un
complejo sin raíces.
Como el
charro, Guadalajara, el tequila, la música ranchera y Jalisco, se hace
necesario voltear nuestro enfoque nacionalista hacia la enorme valía de la
provincia santeña en el devenir nacional.
Y es que esta tierra de gente bonachona, laboriosa y afable es alcurnia
de polleras. La ciudad de Panamá es un
centro comercial, Los Santos es la germinación de nuestro ser. Por ende nuestra obra no podría estar
completa sin dedicarle un capitulo a la pollera, las tradiciones y cantares que
nos identifican como panameños, para dar a conocer las juntas de embarra, las
torrejitas de maíz sentándonos en el portón de la casa de Doña Dalila Vera en
Pedasí deleitándonos con un refrescante jugo de uvita para conversar sobre ese
Panamá autóctono y vibrante.
Culmina
así el primer tercio de la obra con broche de oro y una profunda muestra
grafica de historia y folclor, el olor a leña, café y el quiquiriquí de
gallitos en el amanecer de un nuevo día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario