jueves, 28 de abril de 2016

Tutti Frutti de Turismo

Diario Panamá América
12 de marzo 2016

Tutti Frutti de Turismo

Siendo Panamá un país de variadas frutas tropicales, no deja de sorprendernos la oferta de "naranja y piña", cómo hemos bautizado a la bostezada sugerencia de jugos durante el desayuno en la mayoría de nuestros hoteles y restaurantes, en lugar del arcoíris de opciones representativa de nuestras fecundas bondades.

Mientras por un lado en la banca privada, Shylocks piratas, tus buenos vecinos, con rostro serio y agitado atisbo, sin vergüenza ni razón, nos clavan un injustificado aumento a las hipotecas y préstamos personales que tanto cacarean en sus "ferias" de multicolores globos y sonrisas de cautivadoras modelos en minifaldas, cuya razón de ser se oculta en la letra menuda del artículo 238 (d) del abultado documento de empréstito que nadie lee, excediendo en medio punto el leve incremento de 0.25% que la Reserva Federal de Estados Unidos anunció en diciembre, cebando injustificadas ganancias y resolviendo de paso el aumento de precios del menú del Salón Almirante del Club Unión, política que en gobierno sano, no solamente se prohíbe sino ejemplarmente se castiga: por el otro, el carnaval político nos revela "nuevas estrategias" para impulsar el ecoturismo durante la próxima década.

Anote, querido lector, que no estamos en contra de promover el ecoturismo hoy, mañana, la próxima década y siempre. El problema yace en la forma y no en el contenido. Veamos: La Autoridad de Turismo de Panamá, el Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto Nacional de Cultura, recientemente cacarearon, así como exclamó "tierra" el marinero Rodrigo de Triana ese 12 de octubre de 1492, una nueva estrategia bautizada con el nombre Turismo Verde.
Es importante anotar que el proyecto se desarrolla a través del financiamiento de $4 millones del Banco Interamericano de Desarrollo, $1.5 millones del gobierno central, de organizaciones no gubernamentales ambientalistas y empresas privadas, que al final se sufragarán por el bolsillo de todos.

Ante todo, la dilatada proclama, para aquellos que desconocen el tema, con la excepción de los fondos frescos, es parte fundamental del Plan Maestro de Turismo Sostenible 2007-2020, millonario proyecto solventado por el Instituto Panameño de Turismo con los impuestos de todos, fraguado por el grupo español Tourism & Leisure durante la administración de Rubén Blades, a cuya presentación en octubre de 2008 me honró asistir, pródigamente desplegado en la sección 4.5, ecoturismo/naturaleza, páginas 78 a 83.

Vámonos más allá de los pueriles lineamientos, porque las proyecciones exitosas se trazan dos, tres y hasta cuatro pasos por delante de todos. No es secreto que Costa Rica nos lleva años luz en el tema, ejecutando una exitosa proyección a través de efectivas campañas continuas en los mercados de mayor afluencia de este género de turismo en Norteamérica y Europa, complementadas con un producto madurado y bien trazado. Pero algo le hace falta a los bien intencionados ticos, que abunda en Panamá. Ese elemento es historia.

Interesante sería relacionar el ecoturismo con productos histórico culturales. Un ejemplo en caso, harto pisoteado por este autor, es la incorporación del sendero Pechito Parao en Darién, desde cuya cumbre Balboa visualiza en 1513 el vasto Pacífico en el lienzo del golfo de San Miguel, a una serie de rutas nacionales con las cuales nuestros vecinos no podrían ni soñar. Adicionando el ejemplo más evidente para el mercadeo de nuestra oferta, la Ruta del Oro, la reincorporación del Camino Real entre Panamá Viejo y Portobelo, el camino donde circuló la mayor cantidad del preciado metal en la historia de la humanidad. Este atractivo solito es capaz de multiplicar el auge de turistas hacia el istmo. Aprovechando el empeño, reconstruyendo Panamá Viejo, la ciudadela colonial, la primera del Pacífico del continente, para proyectar un imán al turismo que complemente al Casco Antiguo y que esponje las raquíticas cifras de ocupación hotelera en nuestra capital y por el costado atlántico, Portobelo y San Lorenzo, para enfocar la estrategia futura, como debe ser, hacia la conquista del Caribe.


Pero por encima de todo, en ecoturismo aprovechemos que la ruta del Canal es la de mayor atractivo para las líneas de cruceros, mucho más que Alaska, el Mediterráneo o el Caribe. Estas enormes embarcaciones cruzan el istmo, algunas se detienen, la mayoría no. Se hace evidente entonces, que la creación de un excepcional eco parque a las riberas del lago Gatún, con capacidad de amarraje para docenas de los ciclópeos buques de ocio, nos convertiría en un atractivo único mundial, obligando el descenso de cientos de miles de cruceristas anuales, ávidos por respirar el verdor único de nuestra naturaleza. Por la magnitud de la obra y la calidad del producto, este parque estaría bajo la regencia de entes de pesada trayectoria universal como National Geographic o Smithsonian Institution, aprovechando como no lo hemos hecho en Tocumen ni en el Centro de Visitantes de Miraflores para, efectivamente, proyectar nuestra imagen turística, asegurando un goteo continuo de turistas al istmo, inicialmente atraídos por ecoturismo, que se desplacen a los otros ramales de nuestra identidad. He allí la fórmula. ¿Qué esperamos para ejecutarla?

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