miércoles, 15 de junio de 2016

Vergüenza de Belleza Natural

Diario Panamá América
18 de junio 2016

Vergüenza de Belleza Natural
Jaime Figueroa Navarro

Entre los soberbios garabatos del diario The New York Times fluye el más atinado retrato de nuestro mayor atractivo nacional: “an embarrassment of natural beauty”, pujante recado que debe servir de norte a nuestras autoridades de turismo, que no tienen clara la médula de la venta país.

En el estante de volantes de actividades frente a la biblioteca del Club Unión topé hace unas semanas con una colorida invitación a la conferencia celebrada el pasado martes “Una gran selva a las puertas de la ciudad: DARIÉN Y SU IMPORTANCIA GLOBAL”.  A pesar de la copiosa lluvia que nos convirtió en una Venecia tropical a pocas horas de su presentación,  ingerí una Valium de paciencia para luchar las olas dentro de la marejada de tráfico y llegar a tiempo, porque a las 7 en punto de la noche, por respeto a los presentes, estrenó sin mayor preámbulo, ni justificaciones para los que siempre llegan tarde.

Valga la redundancia, con su entusiasmo, pasión y entrega, lidera el coloquio Lider Sucre, auto denominado mochilero ambientalista, adornado de envidiable hoja de vida de peregrinaje istmeño con suelas gastadas dentro de nuestros bosques para descubrir cada mañana lo que denomina una sensacional  sinfonía de canturreos y sonidos que acercan al homo sapiens a su esencia, más allá del deshumanizante celular y la internet de nuestro siglo.

A un lado, en primera fila, un ensombrerado mozalbete no mayor de una década, al otro un notable académico, forman parte del atónito público de un centenar de personas de todas las edades y tamaños que durante más de una hora permanecieron absortos, boquiabiertos cual discípulos del flautista de Hamelin, escuchando el retumbar de los tambores de Líder sobre la joya que disponemos pero poco conocemos y apreciamos.

¿Qué es el Darién?  Nuestra mayor y menos habitada provincia es un solo bosque de casi dos millones de hectáreas conectadas de selva.  El énfasis en la conectividad permite el libre albedrio de sus fantásticas especies endémicas que nada tienen que envidiar a la vecina Colombia, la saqueada Amazonas y la cacareada Costa Rica.  Allende su intrigante naturaleza, hace un tris más allá de quinientos años, sitúa a Panamá en el envidiable altar de la historia universal resultado del avistamiento del Mar del Sur por Balboa sobre la cima del cerro Pechito Parao, ese magnificente panorama del golfo de San Miguel que nuestros baldíos gobernantes  todavía no explotan como la génesis del comercio mundial, sitio de visita obligatorio, al mismo nivel de nuestro canal ampliado.

El Darién es un bosque de importancia mundial, el bloque boscoso de mayor extensión que queda en toda la Ecoregión Chocó-Darién-Manabí porque nuestros vecinos ecuatorianos y colombianos han resultado más destructivos que nosotros.  Este “hotspot” está entre las regiones del Planeta de más importancia y urgencia para la conservación de la variedad de vida, plantas y animales, convirtiéndole en una de las 20 áreas de mayor prioridad de conservación global.


Así como la ciudad de Panamá se ha transformado en la tercera orbe más elevada del continente, después de Nueva York y Chicago, el incipiente magneto del vecino Darién como verdor de naturaleza invita a los ciudadanos de un mundo urbanizado a dejar a un lado sus cárceles de concreto e intimar su exuberante belleza.  Gracias Lider, continúa tu fantástico paseo obligándonos a apreciar nuestro porte y a vigorizar nuestro ego nacional.

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