Diario
Panamá América
2
de julio 2016
Ha
Llegado el Momento
Jaime Figueroa
Navarro
El
domingo pasado Panamá estrenó sus pantalones largos. La inauguración de la obra
de ingeniería mundial más importante del siglo nos colma a todos de particular
orgullo, henchidos de patriótica honra.
Fue así como al vocalizar las letras del sagrado himno nacional sobre mi
pómulo se resbaló una lagrimita y al notarla, una señora que se encontraba próxima,
sonrió con gesto de aprobación porque no era un distintivo de debilidad sino de
profundo amor por mi país, dejando atrás feudos y complejos para integrarnos al
mundo moderno del siglo XXI.
El
canal ampliado es un logro de todos los panameños, tecnología de punta al
servicio del comercio mundial. Allende
nos ven con asombro, con desdén y envidia.
Aquellos que señalaron que a raíz de la partida del ultimo soldado
norteamericano el 31 de diciembre de 1999, Panamá sucumbiría a las miasmas de
un cuartomundismo, que reciban su bofetada de dignidad. Aun tenemos mucho que hacer, pero en este
momento nuestro canal ampliado es la obra universal recién más impactante,
nuestra ciudad capital, después de Nueva York y Chicago es la más alta del
continente americano y el indomable espíritu de Balboa persiste en nuestro
diario quehacer.
En vez
de portar sombreros de vaqueros sin estrellas, aquellos que alguna vez nos
miraron con desdén, deberían concentrar sus esfuerzos en preñar las secciones
comerciales de sus respectivas delegaciones y bajarse de las obscuras nubes de
la conspiración para el engendro de fructíferos negocios como socios, de igual
a igual, que sirvan de mutuo beneficio.
Aquellos que señalan en 25% nuestra
pobreza se olvidan que ella en este siglo no se mide en dólares, ni libras
esterlinas, ni euros sino en el goce de una vida plena, sin una población
cocainómana, ni constantes e irracionales episodios de asesinatos múltiples que
merman la paz colectiva de sus respectivas naciones.
Ello no
nos deslinda de nuestra responsabilidad para aquellos conciudadanos en pobreza
extrema. Una nación es la suma de todos
y nuestras prioridades deben concentrarse en un sistema educativo que sea el
mejor de la región, en una seguridad social que vele por el sagrado compromiso por
un envidiable sistema de salud y en la
ecuánime repartición de la gran riqueza que gozamos.
Fue así como el domingo 26 de junio goce del
inmenso privilegio de estar presente en las esclusas de Cocolí, cuyo nombre
rinde homenaje a un dirigente afro panameño, como la mayoría de los
trabajadores del canal, porque Panamá es negro Chino, Indostán, Europeo e indígena, porque el acto de bendición de
las esclusas gozo de un imam, de un rabino y de múltiples actores del
cristianismo, porque Panamá fue una muestra de diversidad mundial, un crisol de
globalización pacifica, mucho antes que otros, que con disimulado racismo no logran
lo nuestro.
Ha
llegado el momento del despegue. La
ampliación del canal es solo un pedazo del rompecabezas. Panamá tiene el potencial de convertirse en
la médula logística mundial, en el alma plurilingüe que capte no dos ni tres
millones de turistas anuales sino veinte y treinta, en un país de profunda vocación
de servicio, comenzando con el sector público, donde nuestros gobernantes deben
ser ejemplo de servicio y no servirse de la riqueza colectiva, donde exista un escalafón
que destaque a los mejores y no a los primos ni los descendientes de algunos. ¡Ha llegado el momento!
No hay comentarios:
Publicar un comentario