Diario Panamá América
13 de agosto 2016
Escuchando al Turista
Jaime Figueroa Navarro
Siempre que voy al aeropuerto de Tocumen
a esperar unos clientes provenientes de los vuelos que se originan en Europa y
que aterrizan a partir de las 5 de la tarde, salgo de la ciudad temprano para
evitar los tranques de las horas pico del atardecer y cómodamente les espero en
el Royal Saloon en el tercer piso, que ofrece el servicio VIP, tanto a
pasajeros que arriban como a aquellos que se van, aprovechando el tiempo, de
una a dos horas, en conversar con los que allí están presentes e indagarles
sobre sus impresiones del istmo.
La franqueza de sus testimonios se hace más
evidente al desconocer que mis pesquisas van mas allá de la curiosidad de un
colega viajero que busca tal vez conocer particularidades del destino que no
pudimos observar durante este viaje pero que de seguro visitaremos en el
próximo.
Lo primero en que concuerdan todos es que
gozamos de un destino muy especial cuyo fantástico potencial no sabemos o no
queremos lucir. Porque el turista conoce
otros destinos sabe diferenciar entre el jamón del diablo y el caviar. De allí la importancia del viajar en nutrir
de sapiencias el coco y copiar lo bueno obviando lo estéril, ese amor a los
detalles que hacen la diferencia entre un hotel de cajeta, harto común en el
medio, y aquel donde se hace notorio que el dueño revisa minuciosamente la
colocación de cada cuadro, el cambio de cada ramo de flores y la vestimenta de
sus colaboradores. Por ese ultimo, el
turista celoso, ese que desea hacer de cada viaje un candente capitulo en su
biblia de vida, paga lo que sea. Es ese
asiduo turista al que deseamos enfocar nuestros esfuerzos, toma nota Autoridad
de Turismo de Panamá, es algo tan sencillo como la notoria diferencia entre un
taxi de los amarillos y el impecable servicio de Uber.
De particular interés nos resultó el comentario
de un jubilado suizo que viaja de Panamá a Miami vía Bogotá, no solo porque le
sale más económico (a pesar de viajar en primera) sino porque el Aeropuerto El
Dorado de la capital andina goza de librerías cuya estantería le gusta husmear,
por que la fragancia del café le invita a saborear una taza o dos en los
múltiples cafetines donde también puede degustar un recién horneado pan de bono
o el ensopado ajiaco tradicional santafereño, porque el aeropuerto de nuestros
vecinos no es estéril como el nuestro, esta repleto de vida y de
manifestaciones harto colombianas. ¿Por
qué Tocumen tiene que ser tan “blah”, sin personalidad propia y peor todavía
sin reflejar nuestra exquisita originalidad?
Toma nota Administración del Aeropuerto Internacional de Tocumen.
“Hace falta amor” me comenta una
pudiente, guapísima expresión de la belleza porteña, una dama argentina que se
apasiona al hablar como si fuésemos actores de telenovelas durante nuestro
intercambio al que solo le faltaba un desconsolado tango con las notas del
bandoneón apostándonos al borde de una lagrima.
“Basura por doquier, horrorosas telarañas del cableado eléctrico, necios
pedigüeños de dinero y ladrones entre taxis, comerciantes y hoteleros. Ojo que lo mismo vemos en Buenos Aires, pero
Panamá se jacta de riqueza y progreso, y aquí se hace más notorio”. Atención burgomaestre Blandón, que los
turistas no votan pero si valen.
A Panamá a gritos le hacen falta autoridades
con amor al servicio, al detalle y a la patria.
De nada sirve clamar, vociferar, aullar ante los oídos sordos de los
políticos de turno y todos los que le precedieron, porque los de ahora son los
peores pero sus antecesores tampoco amaron al terruño. Ocupados han de estar en sus menesteres
particulares, que tanta falta hacen insumos en los hospitales, decencia en
nuestro diario quehacer y pobreza de carácter, pasión, conocimientos básicos y
practicas de cortesía común. Escuche al
turista cuando se va, porque a pesar de millones en publicidad fresca, al dejar
el escenario istmeño ¡lamentablemente la mayoría no vuelve!
No hay comentarios:
Publicar un comentario