Diario
Panamá América
24
de septiembre 2015
Siguiendo
Sueños
Jaime Figueroa
Navarro
Afloró
en mi mente, durante una visita la semana pasada a la nueva tienda The Panama
Store, primera en ofrecer artesanías, libros, manualidades y delicias istmeñas
bajo el mismo techo en el área de zona libre del aeropuerto de Tocumen,
metódicamente escudriñando gestos de aprobación de trotamundos, la importancia de seguir nuestros
sueños para que no se queden estancados en el baúl de los recuerdos.
Por vez
primera, después de tantos años de viajes, observé las miradas de los viajeros,
hipnotizados por sus fantasías en búsqueda de rincones diferentes en la faz del
planeta. Fue un descubrimiento
imprevisto, pues mis frecuentes visitas al aeródromo, como ellos, están
repletas de ensimismamientos, billetes aéreos, pasaportes, nerviosismos y el
constante revisar de bolsillos para asegurarse que todo este en orden.
Y es
que muchas de nuestras costumbres pierden el sentido a medida
que nos alejamos de nuestros hogares. Algunas se manifiestan incómodas. Otras, fantásticas. Al final del camino nada instruye más al
viajero que palpar, olfatear y sentir las enormes diferencias que nos rodean, engendrando
en la memoria la descripción de un visitante que sin pepitas en la lengua exclamó
que mi país era un enorme basurero, aseveración que no pude refutar pues en su
pequeño pueblo germano si hay un papelito en la acera, es inmediatamente
recogido por el primer pasante, gente consciente que no está rodeada por
roñosos trogloditas lanzando desperdicios a diestra y siniestra sin conciencia,
ni amor propio y enorme desprecio por los que le rodean.
Al viajar nos convertimos en protagonistas de la película compartiendo en
redes sociales el hirviente ajiaco santafereño o aquella sopa de cebolla, la
mejor del mundo, que solamente se puede sorber lentamente con trocitos de pan y
su queso fundido en el restaurante Au Pied de Cochon, en el numero 6 de la Rue Coquillière de
Paris, abierto las 24 horas del día, siendo el más placentero de los
descubrimientos el potente valor de una sonrisa a la cual se derriten extraños
por conocer.
Durante
trece largos años en la cúspide de mi carrera profesional viajé tres semanas al
mes, infatigable Marco Polo con cerebro como esponja, absorbiendo el exuberante
liquido de costumbres y conductas
diferentes a las nuestras que afloraron en el pensamiento diferentes ideas que
nos conduzcan a mejorar nuestro
desempeño. Se puede estudiar mucho,
solamente en la practica del desenvolvernos en ambientes diferentes al nuestro,
plurilingües y prodigiosos, logramos la máxima absorción de conocimientos para
su mejoramiento.
Turismo
es pasión que eleva la creatividad a su máxima expresión. La vida es muy corta, al igual que las
distancias. Cual espejo, el mundo está frente a nosotros, esperándonos.
No existen excusas que nos impidan caminarle como el infatigable Quijote, ni limitaciones financieras
martilladas por deseos de cosas, que al fin y al cabo, dejaremos atrás. Siendo un país de marinos, cualquiera se
puede embarcar palpando las interioridades del mundo para retornar más
despierto y con recuerdos y nuevas costumbres que nadie ni nada podrán borrar.
Deja a un lado el señoreo, aquellas importantes reuniones, la sed por el
ascenso y el estrés del incesante trabajo, consciente que muchos viven
cosechando lo necesario del mar o del campo sin necesidad de exponer su
felicidad por gozar de la prenda de ultima moda o un vehículo que en vez de
servirnos de transporte nos colma de deudas ¿para impresionar a quien? Como bien ilustra Calderón de la Barca, la
vida es sueños, y los sueños, sueños son.
Busca el tuyo.
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