Diario Panamá América
29 de octubre 2016
Inéditos Retos en Turismo
Jaime Figueroa Navarro
No se reclaman las desérticas
habitaciones de hoteles ni se clama por servicios turísticos frotando la
lámpara de Aladino. Es el resultado de
un compromiso y de acciones puntuales y programadas de forma eficaz. Quizás debiésemos aprovechar el serio bajón
en las cifras de numero de visitantes para dirigirnos a la resolución de los
males que nos aquejan.
Ante todo debemos llevar a cabo un
profundo análisis de nuestro destino, lo que ofrece y lo deja de ofrecer,
administrando de una vez por todas el tema de forma profesional para optimizar
al máximo la increíble oferta con la que contamos y que hemos dejado al libre
albedrío por tanto tiempo.
Un caso en mente es el tema del turismo
de convenciones. Mientras los actores
principales del turismo istmeño apuntan al nuevo centro de convenciones de
Amador como el maná del libro del Éxodo que resolverá la anémica cifra de
ocupación hotelera, el centro de convenciones ATLAPA ha resultado una monumental
decepción, derrochado dinero de los contribuyentes, faraónico proyecto dirigido
por personajes cuya hoja de vida manifiesta la inscripción en el partido de
turno y el contacto con fulanito de tal, ausente en la descripción del puesto
la maximización de su uso.
No se trata de criticar por
criticar. Le efervescencia del negocio
de convenciones tiene como denominador común incentivar determinado sitio como
el más indicado, por su dinamismo y atractivos, convirtiéndole en un destino
Meca para la actividad.
Fue así como la Mafia en Estados Unidos
convirtió en un oasis lo que era un desierto en Nevada, creando de la nada Las
Vegas, innegable magneto, inicialmente de juegos de azar, centro mundial de
convenciones y actualmente centro familiar de vacaciones. Si entre los cactus, cascabeles y escorpiones
se pudo hacer allá, acá se puede desarrollar un producto con muchísimo más
verdor, a orillas de un canal que a todas luces permanece como faro de
atractivo mundial. La formula del éxito
está en la administración del bien.
Positivo es incentivar el turismo de
convenciones a través de la ley que permite exonerar los gastos en su
declaración de renta a empresas norteamericanas que celebren convenciones en el
istmo. El problema es que ellas no saben
que esto existe porque nadie se ha molestado en comunicárselos. ¿O es que vemos ATLAPA repleto de cabo a
rabo, 365 días al año con gringos peleándose furiosamente las habitaciones del
Hotel Sheraton?
Positivo es el envidiable crecimiento de
Tocumen como corazón logístico regional, robándole el mandado a Ezeiza, Guarulhos
y Benito Juárez. Tristísimo es el raquítico numero de pasajeros que se
quedan en Panamá. Para convertirse en
serio jugador de convenciones el destino exige, requiere, demanda, paquetes
competitivos donde entran en juego atractivas tarifas de pasaje aéreo,
alojamiento y actividades de recreo.
¿Dónde y quienes están planificando esto?
A pesar de nuestra recién
diversificación, donde eruditos trazaron el futuro turístico tomando en cuenta
Brasil, Colombia y Europa como puntos clave de siembra para el desarrollo
futuro, nuestro pan y mantequilla permanece el norte, por su proximidad
geográfica y nuestra novelesca relación de borrascoso amor y odio que nos hace
sobresalir, germinar naturalmente sobre cualquier otro destino regional. ¿Por qué hemos cerrado el grifo de las
gallinas de oro?
Temas básicos en la ecuación del turismo
deben ser resueltos a la brevedad del caso.
No puede ser que nuestro destino sea descrito como un basurero en pleno
siglo XXI. No puede ser que a falta de
agentes de transito (¿dónde están?) la anarquía, los diablos rojos y el
juegavivo se han apoderado de nuestras calles popularizando los “happy hours”
de las horas del tranque, despersonificando aun más a una población que ya
lideraba el consumo de cerveza en la
región. No puede ser que nuestro sistema
educativo no influya en la calidad del servicio, pilar clave para el éxito en
la industria. No puede ser que nuestros
cacareados atractivos históricos, museos, iglesias y centros de atracción
turísticos estén en total estado de abandono.
Para muestras, Portobelo, Natá de los Caballeros, San Lorenzo.
Antes de derrochar la millonada en
estudios y publicidad, resolvamos lo de adentro para que cuando nuevamente
lleguen los turistas, se lleven un recuerdo indeleble, saboreen la intensa
riqueza de nuestro destino y se conviertan en nuestros mejores
embajadores. Si no lo hacemos, el nuevo
centro de convenciones será otro mausoleo a la desidia, a la indiferencia y la
ineptitud. ¿Hasta cuando?
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