Diario Panamá América
5 de noviembre 2016
Tren para el Turismo
Jaime Figueroa Navarro
Enero de 1960, iniciando una nueva década
de excepcionales cambios, nos recibe saliendo desde el puerto de Cristóbal a la
tierna edad de 7 años a bordo del navío Ancón de Panama Lines, rumbo a la
ciudad de Nueva York con escala en Port-au-Prince, Haití. Esa fresca mañana de verano tropical, pincelada
por la tersa brisa de los vientos alisios pestañeé mi primer tránsito en tren, simpático viaje a
Colón desde la Estación 5 de mayo, aun bajo administración norteamericana,
atravesando el verdor istmeño vigorizando el despertar del nuevo día azuladas
mariposas entre densos copos de neblinas a la altura del lago Gatún.
Fue allí que germinó mi fascinación con
el tren, aun el método favorito de transporte en Europa y otros lares del
mundo. Extendiéndose nuestra estancia en
la Babel de Hierro durante tres largos y maravillosos meses, donde al estilo de
un Cocodrilo Dundee tropical, a diario advertía novedosos descubrimientos como las escaleras
eléctricas de Macys, la tienda más famosa de la ciudad y las tormentas de nieve
invernales donde mi hermano Alfredo y yo agotábamos la tenaz fortaleza juvenil
en interminables batallas de bolas de nieve.
Un fin de semana extendido tomamos el tren
hacia el lado canadiense de las cataratas del Niagara. El viaje de 400 millas con múltiples escalas
demoró varias horas que pasaron expeditamente mientras observábamos el nevado
paisaje a través del ventanal, almorzando con todo lujo en el vagón
restaurante. A nuestro retorno, notando
mi incipiente interés en temas relacionados al ferrocarril, mi padre me llevó a
la tienda más grande del mundo de modelos de trenes, donde figuraba la extensa
línea de Lionel Trains.
Ya de vuelta en el istmo, me deleitaba
con nuestro vecino bellavistino y colega de mi padre, el Dr. Roberto Sandoval
quien con sombrero de maquinista ferroviario había convertido la sala de su
casa en un simulacro de trenes con muchos de los modelos que había
recientemente apreciado en Nueva York y una gran cantidad de entornos que
simulaban grandes ciudades y fincas rurales repletas de vacas y sembradíos de
maíz. Así era el Panamá de los sesenta.
Si bien el Camino Real, complementado
posteriormente por el Camino de Cruces,
sirvió de comunicación a través del istmo durante más de tres siglos,
convirtiendo esa ruta en la de mayor transito de oro en la historia, a mediados
del siglo XIX, gracias al repunte resultado de la fiebre del oro de California,
se hizo necesaria la erección de una ruta ferroviaria, capitulo que antecede a
la construcción del canal. Desde su
inauguración en 1855 hasta la apertura del canal de Panamá en 1914, el
ferrocarril transportó el mayor volumen de carga por unidad de longitud que
cualquier otro en el mundo. Ese hito
remata la envidiable riqueza de nuestra historia y crea el entorno ideal para
la venta del trasbordo del primer ferrocarril transcontinental del mundo como
un impactante imán al turismo.
La actual administración
del ferrocarril de Panamá a partir de 1998, es propiedad conjunta de Panamá
Holdings, LLC y de Kansas City Southern Railway
siendo su actividad principal el transporte de contenedores de océano a
océano. Con la apertura del tercer juego
de esclusas del canal el negocio del ferrocarril requiere nuevas alternativas
que permitan una rentabilidad sostenida.
Conversamos con Sofía Millán,
Property Manager del Panama Canal Railway Company, panameña que estudió y vivió
muchos años en la ciudad de Regina, provincia de Saskatchewan, Canadá y conoce mucho de trenes precisamente porque
Regina se encuentra en el mero centro geográfico de la ruta transcontinental
del Canadian National Railway (CN), con una longitud de 2,700 millas entre
Vancouver en el atlántico y Hallifax en el pacífico. Sofía es nuestra colega en APEDE y miembro de
su actual junta directiva.
El ferrocarril de Panamá
ofrece un servicio diario de pasajeros saliendo de Ciudad de Panamá a las
7:15am, regresando desde Colón a las 5:15pm de lunes a viernes. El costo del boleto de una vía es de $25, concediéndose
en modalidad de servicio especial de pasajeros por $5,000 que incluye 6 vagones
con capacidad para 50 personas cada uno.
Afinando detalles,
entrevistamos a Martin Harrington, cariñosamente conocido como “Uncle Marty”,
el panameño distinguido por contar con el mayor numero de sapiencias sobre el
ferrocarril, un guía de verdad, de cepa y calidad, contratado por las líneas de cruceros para echar su cuento a
bordo, quien frecuentemente viaja a
Estados Unidos a dictar apasionadas conferencias sobre el tema y que
repite su sermón con excepcional cariño en el trayecto transístmico a miles de estupefactos visitantes.
Conversando variados
temas, porque a este personaje hay que escucharle bien, tocamos el tema de la
separación de Panamá de Colombia y la influencia del Coronel James Shaler, el
norteamericano Supervisor del Ferrocarril de Panamá cuya colaboración con los
rebeldes contribuyó a su honra con el nombre del parque frente a la Asamblea
Nacional y quien hizo posible el desplazamiento de los Generales Colombianos
Amaya y Tovar, más no de sus tropas de Colón a Panamá, sellando nuestra
independencia, donde el aporte de los próceres colonenses nunca se ha valorado,
aprovechando hoy, el día de la Conmemoración Patriótica en la ciudad de Colón, para
recordarle a las autoridades que tenemos una deuda pendiente. Como bien decía Nele Kantule, un pueblo que
desconoce su historia esta condenado a repetirla. Dándole vida al ferrocarril, reconociendo su
valor histórico y potencialidad turística, lo alcanzaremos.
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